GUANTÁNAMO, Cuba.- Cuando una persona entra a Cubadebate, aprecia que debajo del nombre del sitio aparece una frase que señala: Contra el terrorismo mediático. Quizás la expresión provoque la pregunta: “¿Qué es el terrorismo mediático?”.
Pero las definiciones dejan de tener importancia cuando una persona sufre una agresión, es discriminada o no se respetan sus derechos. Y en esto el gobierno cubano ha dado extraordinarias muestras de cinismo. En la ONU y otros foros internacionales habla de respeto a la diversidad, a la soberanía e igualdad de los estados; en el plano doméstico no aplica ninguno de esos principios. Dice que tiene un limpio historial en la práctica de los derechos humanos y políticos y no permite la legalización de organizaciones de la sociedad civil independiente, de partidos opositores, la libertad de asociación y manifestación, el derecho de huelga, los sindicatos independientes ni la libertad de prensa e incluso viola cotidianamente su propia Constitución.
Cubadebate es un fiel reproductor de dicho cinismo. Partiendo de su nombre pudiera suponerse que todos los cubanos tienen espacio para debatir los temas que allí se tratan. Sin embargo, mi experiencia y la de otros foristas demuestran que sólo publican los comentarios que resultan favorables al gobierno cubano, ofreciendo una imagen distorsionada del debate nacional, ese que está en todas las casas y esquinas y no requiere autorización a Cubadebate ni a los mandantes cubanos.
Durante la visita a Cuba del papa Benedicto XVI entré por primera vez a Cudadebate. La página de inicio me pareció atractiva y me interesaron los artículos que en ella se anunciaban, así que leí algunas de las noticias y comentarios de los foristas.
Uno de los textos que seleccioné fue el discurso de despedida al papa, pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz en el aeropuerto internacional José Martí el día 28 de marzo del 2012, pues durante la trasmisión televisiva del mismo –al menos en Guantánamo – hubo una interrupción del sonido y no pude escucharlo íntegramente. De los comentarios de los foristas me llamó la atención uno firmado con el seudónimo “Dardo Ribas”.
Con independencia de las filiaciones políticas o filosóficas de los que allí se expresaron, percibí un espíritu de respeto hacia el papa, la Iglesia Católica y sus fieles, mientras que en el escrito de marras había una marcada intención de falsificar hechos y conceptos, amén de un evidente odio y desprecio hacia nuestra religión e Iglesia.
Aunque soy católico y mi más ferviente deseo es poder ser un buen cristiano, no desconozco los errores y atrocidades que ha cometido nuestra Iglesia a lo largo de los siglos y creo que necesita muchos cambios, algo que han expuesto reiteradamente voces más autorizadas que la mía, entre ellas la del propio papa Francisco. Me duelen el silencio que la alta jerarquía de mi Iglesia guarda sobre las masivas y cotidianas violaciones a los derechos humanos que este gobierno ha cometido y comete y las expresiones del cardenal Jaime Ortega y Alamino en contra de los cubanos que tienen otro proyecto de país que no concuerda con el de los hermanos Castro, con quienes, según el Granma, tiene relaciones muy cordiales.
A pesar de que el escrito del tal Dardo Ribas mencionaba algunas verdades, no pude dejar de responder a su actitud aviesa. Lo hice con mi nombre y apellidos, y Cubadebate publicó mi respuesta el 29 de marzo del 2012.
Interesado en conocer el resultado de la polémica, en la que se encontraban participando otras personas, volví al sitio el 31 de marzo y vi un nuevo escrito del forista. En su nuevo comentario afirmaba, entre otras perlas, que la Iglesia Católica fue cómplice del asesinato de Monseñor Arnulfo Romero al guardar silencio sobre ese crimen. Decidí responder a sus alegaciones y mi comentario fue publicado ese mismo día, pero el primero de abril lo habían eliminado.
Pensando que era un error -¡oh ingenuidad!-, escribí una nota al consejo de redacción comentando lo ocurrido y solicité una explicación que nunca concedieron. Lo reenvié, esta vez con un seudónimo y fue recibido y publicado, pero el dos de abril comprobé que ya no estaba. A partir de ese momento, cada vez que he intentado participar en algún debate con mi nombre o seudónimos, mis opiniones son rechazadas. Incluso, me impiden copiar algunos de los documentos que publican pues tienen controlada la dirección de la máquina desde donde reviso el boletín de noticias y mi correo electrónico y de inmediato sale una ventana que dice: “El servidor proxy está rechazando la conexión” y si doy clic en “Reintentar” sale otra que afirma que no se puede encontrar el servidor proxy.
Así actúan quienes hacen de la genuflexión ante el poder una práctica cotidiana y con total desparpajo se presentan ante la opinión pública como paladines de la tolerancia, la libertad y el diálogo.
Cubadebate debería recordar que la exclusión de alguien mediante actos ilícitos o anti éticos como el que he señalado, en un espacio que se anuncia público-y consecuentemente, diverso-, también entra dentro del concepto de terrorismo mediático que ellos esgrimen, puesto que la exclusión de la que fui objeto y también reciben otros foristas, constituye un acto discriminatorio, condenado-al menos teóricamente-, por el art. 42 de la Constitución cubana, el cual señala: “La discriminación por motivo de raza, color de la piel, sexo, origen nacional, creencias religiosas y cualquier otra lesiva a la dignidad humana está proscrita y es sancionada por la ley. Las instituciones del Estado educan a todos, desde la más temprana edad, en el principio de la igualdad de los seres humanos”
Por esto, entre otras causas, es que hay periodistas independientes en Cuba.