LA HABANA, Cuba.- Todo parece indicar que en las asambleas para opinar sobre el proyecto de Constitución de la República ha salido a relucir el tema del pluripartidismo; porque el periódico oficial Granma, en el transcurso de una semana, ha publicado dos artículos referidos al tema, explicando el por qué es necesario que exista un solo partido.
En la primera nota, se hizo referencia al discurso de Fidel Castro pronunciado en la clausura del X Período Ordinario de Sesiones de la Tercera Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, explicando que el pluripartidismo es el gran instrumento del imperialismo para mantener a las sociedades fragmentadas. De lo cual concluye que es necesaria la unidad y defiende el hecho de que un solo partido debe ser la forma política de organización de nuestra sociedad, en “muy largo período histórico” que nadie puede predecir hasta cuándo.
En esa misma edición del antes mencionado diario, la periodista Alejandra García Elizalde, escribe un artículo bajo el título de “Un pueblo, un Partido”, en el que hace su análisis de las raíces del Partido Comunista de Cuba, y como acostumbran involucran a Martí en sus bases, a través del Partido Revolucionario Cubano. Nuestro Apóstol también carga con la culpa del asalto terrorista al Cuartel Moncada, cuando los castristas plantean que es su autor intelectual.
El más reciente de los disparates antidemocráticos escritos, salió de la pluma de Yisell Rodríguez Millán y lo tituló: “Cinco razones que demuestran la inviabilidad del pluripartidismo en Cuba”. Todo parece indicar que se ha hecho necesario dar algunos argumentos a los que dirigen las reuniones de debate, para que puedan mantener el principio recogido en el Proyecto de Constitución que reafirma el papel rector del Partido Comunista de Cuba (PCC); tratando de explicar la disfuncionalidad del pluripartidismo, algo que -de forma evidente- no consiguen.
Aunque los argumentos escogidos no se pueden calificar ni siquiera de creíbles, el último de ellos al que titulan “No lograron cambiar la situación del país”, es un verdadero desastre si se tiene en cuenta que el que lo lee piensa que están refiriéndose a la propia dictadura que ha durado casi 60 años.
La idea de hacer referencia a “La Historia me absolverá”, que fuera el alegato del juicio por los sucesos del 26 de julio de 1953, puede calificarse de funesta, porque es en este preciso documento que el fallecido dictador dice: “…y proclamaba la Constitución de 1940 como la verdadera ley suprema del Estado”, lo que implica que en aquel momento consideraba –o al menos así lo hacía ver- que era necesaria la Ley de Leyes que fue elaborada por una Asamblea Constituyente, integrada por 77 delegados, para la cual se convocó a elecciones, bajo la presidencia de Federico Laredo Bru. Con la anuencia del pluripartidismo, nueve partidos integraron la constituyente, entre ellos el Partido Socialista Popular (Comunista), que aportó seis delegados.
Pero también este documento se refiere a soluciones que nunca se han llegado a ejecutar en 60 años de dictadura. En él se puede leer: “El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política”.
En particular sobre la situación de la vivienda manifestó: “Tan grave o peor es la tragedia de la vivienda. Hay en Cuba doscientos mil bohíos y chozas; cuatrocientas mil familias del campo y de la ciudad viven hacinadas en barracones, cuarterías y solares sin las más elementales condiciones de higiene y salud”; “Un gobierno revolucionario resolvería el problema de la vivienda…” “demoliendo las infernales cuarterías para levantar en su lugar edificios modernos de muchas plantas y financiando la construcción de viviendas en toda la Isla en escala nunca vista, bajo el criterio de que si lo ideal en el campo es que cada familia posea su propia parcela, lo ideal en la ciudad es que cada familia viva en su propia casa o apartamento”.
Todo esto quedó en un discurso y en papeles, pues en la actualidad las cosas han empeorado para la sociedad cubana. De un total de unos 3,8 millones de viviendas (Censo 2012), en esa fecha, el 39% estaba en regular y mal estado técnico. La proyección del V Pleno del Comité Central del PCC, de marzo de 2018, plantea que la recuperación del fondo habitacional necesita no menos de 10 años. ¡Qué esperanza la del pueblo de Cuba, 70 años para poder tener una vivienda digna (si en verdad esto se cumpliera)!
La idea del crecimiento poblacional no dejó de manifestarse en aquel momento. El que se incubaba como “Comandante en Jefe”, también dijo: “Cuba podría albergar espléndidamente una población tres veces mayor; no hay razón, pues, para que exista miseria entre sus actuales habitantes. Los mercados debieran estar abarrotados de productos; las despensas de las casas debieran estar llenas; todos los brazos podrían estar produciendo laboriosamente.” Sin embargo, cada día los cubanos piensan más en abandonar el país, la sociedad ha envejecido a tal extremo que en 2030 será difícil mantener la población económicamente activa (PEA). No hay dudas que existe miseria entre los cubanos.
Ejemplos se podrían poner muchos, porque cada párrafo en el que se habla del programa del Moncada, cuando se trae al presente se relaciona con algo incumplido. En su afán de culpar a Fulgencio Batista del acto terrorista que llevaron a cabo, Castro dijo algo que no deja lugar a dudas de su forma de describir –en aquel entonces- la democracia: “Os voy a referir una historia. Había una vez una república. Tenía su constitución, sus leyes, sus libertades, presidente, congreso, tribunales; todo el mundo podría reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos, y en el pueblo palpitaba el entusiasmo”.
La persona que no haya leído este documento –que ya no se encuentra en venta ni en librerías, ni en estanquillos- podría pensar que es imposible que esto lo dijera Fidel Castro.
Yisell Rodríguez Milán en su artículo de Granma habla de la bibliografía histórica y dice revela “varias razones” que demuestran la inviabilidad del pluripartidismo. Todo parece indicar que la periodista es una de las personas que no ha leído el alegato, en el que “el Máximo Líder Difunto” declara su consideración por la democracia, la Constitución del 40 y un sistema de varios partidos.