LA HABANA, Cuba.- El presidente Raúl Castro reconoció la profundización de la crisis económica, ya prevista por los socios comerciales y financieros internacionales, y presentida con horror por los cubanos, al clausurar la reunión de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento) el 8 de julio. Sencillamente no hay liquidez, no hay dinero. El Producto Interno Bruto (PIB) solo creció en 1%, la mitad de lo previsto. Esos resultados demuestran la incapacidad de movilizar la economía con las medidas que desde hace más de 5 años pretenden actualizar un modelo fallido, y a pesar de 2 congresos del Partido Comunista de Cuba (PCC), la apertura del presidente Obama, las cancelaciones de deudas por los principales acreedores, y la ampliación de la colaboración con China, Rusia, Japón, países árabes y otros. Las nuevas medidas tienen el propósito de afrontar la crisis, pero no auguran posibilidades para remontarla. Sin prisa el gobierno ha perdido tiempo y oportunidades, en una época de dificultades económicas internacionales, cuando la credibilidad, la seguridad y los beneficios son activos competitivos.
Raúl Castro atribuyó el bajo crecimiento del PIB a la agudización de restricciones financieras externas debido al descenso de los ingresos por exportaciones, las limitaciones que afrontan algunos de los principales socios comerciales, especialmente Venezuela, y la caída del precio del petróleo (parte del recibido de ese país se reexporta) y el níquel. También señaló que disminuyeron los suministros de combustible pactados con Caracas, lo que ocasionó tensiones adicionales en el funcionamiento de la economía cubana. Aunque se ha logrado mantener el cumplimiento de los compromisos asumidos en los procesos de reordenamiento de las deudas con acreedores extranjeros (acumuladas desde 1986 y condonadas por la mayoría durante el último año), reconoció algunos atrasos en los pagos corrientes a los proveedores y aseguró la firme voluntad del gobierno de recuperar los vencimientos pendientes. Además reiteró el propósito de continuar restableciendo la credibilidad internacional de la economía cubana.
El ministro de Economía Marino Murillo explicó que faltan divisas y combustible, por tanto en el segundo semestre del año se rebajarán los gastos, no se ejecutarán créditos y se ajustará el consumo de portadores energéticos, procurando afectar lo menos posible la generación de electricidad al sector residencial. Las inversiones se concentrarán en producciones para la exportación y sustitutas de importaciones, con la prioridad en el turismo, las industrias de níquel y construcción. También afirmó que los alimentos ya están contratados.
Raúl Castro buscó calmar a los acreedores y los potenciales inversores internacionales, asi como a la población para prolongar la paciencia social. Sin embargo, los cubanos han perdido la esperanza surgida en 2007 cuando reconoció que se necesitaban cambios estructurales y de conceptos y por las promesas incumplidas. La cuantiosa colaboración venezolana no se aprovechó para el desarrollo ni para afrontar la crisis que sobrevendría por la disminución o pérdida de la asistencia financiera y petrolera.
Cuba no puede seguir dependiendo del extranjero. El Período Especial surgido al comienzo de la década de 1990, cuando se perdieron las subvenciones, sigue vigente porque no se han alcanzado los niveles socio-económicos de entonces. Por eso, la actual recaída se considera la agudización del Período Especial. El presidente achacó el desánimo y la incertidumbre en la ciudadanía a los enemigos como es usual, adujo que no hay espacio para las improvisaciones y mucho menos para el derrotismo, y pidió actuar con mucha energía, ecuanimidad, racionalidad y sensibilidad política. El llamado al optimismo y la seguridad en el presente y el futuro de la Revolución está desconectado de la realidad y parecen dirigidas a los turistas y visitantes ocasionales. Pero el ambiente podría tornarse complicado si se prolongaran las calamidades de la vida cotidiana y el gobierno no abriera la participación de los cubanos.