LA HABANA, Cuba. – Un disparate expresado por la periodista Irma Shelton Tasé en el noticiero vespertino de la televisión cubana ha generado una ola de comentarios, críticas y memes en las redes sociales. Su intento por lavar la cara del régimen y relajar el estado de opinión sobre las aglomeraciones de cubanos a la caza de cualquier alimento, la condujo a afirmar que en Estados Unidos y España hay hambre.
Me cuento entre los miles de televidentes que al oír sus palabras y observar las imágenes que las acompañaban quedaron mudos de estupor, sin poder pensar en otra cosa que no fueran las diarias concentraciones de personas en todos los mercados de La Habana, dispuestas a machacarse entre sí con tal de alcanzar un pomo de detergente o un paquete de salchichas.
Muy mal anda el régimen si necesita que sus reporteros mientan descaradamente, arriesgándose a ser denigrados por la teleaudiencia, como en efecto ha sucedido. Tal vez quisieron imprimirle credibilidad al desatino poniéndolo en voz de una de las profesionales más reconocidas en su medio. Irma Shelton dio el paso al frente, o quizás la empujaron, quién sabe.
De su desafortunada comparación hace ya varios días y siguen lloviendo críticas por parte de los cubanos, que han colgado decenas de fotos documentando las colas infinitas, en las que solo tienen suerte los cincuenta u ochenta primeros clientes. El resto se va a casa, molido por los desvelos y madrugones, frustrado por el vano esfuerzo y tragándose una ira que no estalla por temor a consecuencias peores que acostarse con el estómago vacío.
Esta realidad es invisible para Irma Shelton, tanto que una ciudadana española tuvo que ripostarle, en primer lugar para defender a su país del chisme malintencionado; y en segundo para recordarnos a nosotros, los cubanos, cuán pobres somos y cuán jodidos estamos bajo la égida de un gobierno al que solo le interesa mantener engrasada su maquinaria propagandística para hacer creer al mundo que Cuba está igual que cualquier otra nación azotada por la COVID-19.
Mientras esos “pobres” de Estados Unidos acuden a los bancos de comida ordenadamente, en sus carros, para que les regalen una bolsa con vituallas, el régimen comunista no ha entregado nada gratis a sus ciudadanos; ni siquiera el módulo para mayores de 65 años, que una amiga describió como “una manito de plátanos medio podridos, cuatro zanahorias esqueléticas y negras, una bolsita con harina de maíz, otra con fideos (dígase ripio de espaguetis) y cuatro huevos”.
Incluso ese rancho miserable fue tasado por el gobierno en 43 pesos (1.75 USD), sin considerar lo que tal suma representa para quien gana la pensión mínima, 300 pesos (12 USD) que además deben bastar para pagar los servicios básicos y una retahíla de medicinas.
Mientras los gobiernos de Estados Unidos y España inyectan cientos de millones para apoyar a sus ciudadanos durante la crisis, en una cola para comprar pollo en la Habana Vieja casi se comen vivo al único policía que intentaba organizar aquella jauría humana presta a pasar por encima de la ley con tal de llevarse en una jabita de nailon menudillos que ni por asomo se parecen a los bienes entregados por los voluntarios a los “pobres” de la Florida.
Tan preocupada está Irma Shelton por lo que ocurre en Estados Unidos y España que no se pregunta qué ocurrió con esos productos destinados al sector del turismo que serían vendidos al pueblo, según informaron medios oficiales. Los cubanos que esperaban ver las tiendas surtidas con pechuga de pollo, carne de res y cerdo, pescado, café y variedad de lácteos, han tenido que conformarse con los combos de productos que vende el Hotel Parque Central a precios lacrimógenos y compuestos mayormente por embutidos.
Irma Shelton sufre porque unos americanos tienen carro y otros no. Sin embargo, nada sabe de los cubanos que van a pie desde repartos periféricos hasta municipios céntricos donde hay mayor número de tiendas, igualmente desabastecidas, pero donde al menos pueden comprar pastillas de concentrado con sabor a costillita ahumada para cambiarle el sabor a tanto picadillo apócrifo.
La compañera Irma no sabe cómo te deja el cuerpo una caminata desde Arroyo Naranjo hasta la Habana Vieja. Teniendo la nariz muy metida en las penurias de Miami Dade es incapaz de notar en sus propios coterráneos los efectos de la fatiga física y mental; las ojeras, la crispación, la ropa mal lavada por la falta de jabón, los huesos asomando en pómulos y clavículas. Ha regresado la imagen del Período Especial y los cubanos suspiran por una bicicleta para vencer esas largas distancias que los separan del pollo bendito; el mismo que Cuba importa de unos Estados Unidos hambrientos según la reportera, tan desubicada que no se percata de que gracias al pollo del enemigo un segmento de la población puede alimentarse con cierta dignidad.
Debe ser muy duro para Irma Shelton, a estas alturas de su carrera, tener que aguantar que una española indignada la mande a la puta mierda, se cague en su puta madre y le diga que su título se lo dieron en la tómbola. Una verdadera vergüenza. Por si no bastara, los cubanos han subido a las redes sociales elocuentes imágenes de la debacle nacional, para dejar bien claro quiénes tienen el agua al cuello, y subiendo.
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