LAS TUNAS, Cuba.- La muerte del Che Guevara, ocurrida hace 50 años un día como hoy, está cubierta por un aura de misterios. Hecho prisionero por el ejército boliviano el 8 de octubre de 1967, sería asesinado por sus captores apenas 24 horas después.
Las incógnitas no radican en el asesinato del guerrillero argentino-cubano, sino en las circunstancias que propiciaron el fracaso del foco insurgente, escena definida tempranamente por el mismo Che Guevara en su diario de campaña el 16 de mayo como “el total aislamiento en que estamos”.
El “total aislamiento” conllevaría no sólo a la muerte, sino también a que durante meses aquel grupo de hombres tuviera más semejanzas con una compañía de pordioseros errantes que con un destacamento guerrillero.
Entrevisté en julio de 2014 al exagente de la CIA Félix Rodríguez, enviado por Langley a Bolivia como asesor para la captura del Che Guevara, y esta es la imagen que el oficial de inteligencia cubano-estadounidense guarda del comandante prisionero en La Higuera el 9 de octubre de 1967: “Mira, antes de llegar ahí yo tenía otras ideas. Yo estaba consciente de los asesinatos del Che Guevara en La Cabaña, había momentos en que él me estaba hablando y yo no lo estaba atendiendo, lo miraba y la imagen era la de aquel hombre arrogante, con aquellos abrigos en Moscú, con Brezhnev, Jruschov o Mao; y al ver al hombre aquel, que parecía un pordiosero, sucio, no tenía ni siquiera botas, unos pedazos de cuero era lo que tenía amarrados a los pies, un desastre…, óyeme, realmente como ser humano sentí pena por él”.
Respecto a indigencias como esas, en el anecdotario de su también fallida campaña en el Congo, el Che Guevara había escrito en 1965: “La incomodidad de tener un par de botas rotas o una muda de ropa sucia o comer la misma pitanza que la tropa y vivir en las mismas condiciones, para mí, no significa sacrificio”.
Luego, cuando en el Diario del Che en Bolivia leemos: “Se recibió el mensaje No. 36, de donde se desprende el total aislamiento en que estamos”, ¿a qué circunstancias de incomunicación se refiere?
Dejemos que el propio comandante guerrillero responda la interrogante cuando el 20 de diciembre de 1966 anotó en su diario: “Iván tiene posibilidades de hacer negocios pero el pasaporte chueco no se lo permite; la próxima etapa es mejorar el documento y debe escribir a Manila para que lo apuren con los amigos”.
En escritura cifrada Manila quería decir Cuba. Iván era el seudónimo de Renán Montero, oficial de la DGI (Dirección General de Inteligencia) situado en La Paz, Bolivia; su misión era mantener las comunicaciones entre La Habana y la guerrilla. Respecto al motivo de su regreso a Cuba, Montero dijo al escritor mexicano Jorge Castañeda: “La respuesta está en el Diario del Che”, (20 de diciembre de 1966).
Concerniente a estos hechos el ex oficial de la CIA Félix Rodríguez dijo: “Ellos estaban allí, en Bolivia, sin comunicación. Recibieron un radio roto y, por si no fuera suficiente, con el pretexto de que se le había vencido la visa, le retiraron al oficial de enlace, alguien con ciudadanía boliviana que los canalizó a su llegada, pero que luego lo retiraron de esa operación dejando al Che y a sus guerrilleros a la buena de Dios”.
“Los dos radios están rotos”, apuntaría el Che el 11 de enero de 1967. Y el 26 del propio mes anotó: “Vendrán radios más potentes para transmitir”. Pero en mayo escribiría del “total aislamiento.”
Pero la incomunicación de La Habana (Fidel Castro) con el Che Guevara no surge en Bolivia ni se limita a los métodos tradicionales de circulación de información operativa de inteligencia (buzones secretos, agentes de ruta, enlaces, radiotransmisores…). En carta fechada en el Congo el 5 de octubre de 1965, dos años y cuatro días antes de su muerte en La Higuera, el Che dice a Fidel Castro: “Lo de las lanchas merece punto y aparte. Hace tiempo que vengo pidiendo dos técnicos en motores para evitar el cementerio en que se está convirtiendo el embarcadero de Kigoma (Lago Tanganyika, Tanzania). Llegaron tres lanchas soviéticas (nuevas) de paquete hace poco más de un mes y ya dos están inservibles (…) Las tres lanchas italianas seguirán el mismo camino a menos que tengan tripulación cubana”.
En esa carta de octubre 5 de 1965, que es un amplio análisis de la situación operativa del frente guerrillero congolés, Che Guevara concluye diciendo a Fidel Castro: “Sacudan a los encargados de administrar una información veraz, que no son capaces de desentrañar esta madeja y presentan imágenes utópicas, que nada tienen que ver con la realidad.”
El argentino terminó su carta con un sarcasmo: “He tratado de ser explícito y objetivo, sintético y veraz. ¿Me creen?” El portador de la misiva fue el hoy vicepresidente del Consejo de Estado José Ramón Machado Ventura.
Según entendidos, los desaciertos de logística militar de las campañas africana y boliviana del Che Guevara obedecen a la falta de preparación de la inteligencia cubana. El general Markus Wolf, jefe de la Stasi, en enero de 1965 vino a La Habana en misión de entrenamiento de la DGI y de sus oficiales-correcaminos; en sus memorias Misha Wolf dijo que, a mediados de los sesenta, la DGI estaba “tan verde como mi propio servicio diez años antes.”
Otro alemán, Karl Von Spretti, por esos años embajador de la RFA (República Federal Alemana) en La Habana, no parecía tener la misma opinión de Wolf, cuando advirtió a su amigo cubano Ramón Grau Alsina diciéndole: “Tú conspiraste contra Machado, contra Batista, tú sabes lo que significan todos estos problemas, tienes que tener mucho cuidado, ahora vas a conspirar contra el KGB y no contra Fidel Castro”.
¿Interesaba a alguien apartar al Che Guevara del camino? De ser así, bien que lo consiguió cortándole todas las vías de comunicación. Si en Bolivia, a decir de Félix Rodríguez, el Che Guevara fue “dejado a la buena de Dios”, el argentino vivió similar aislamiento en el Congo, donde debió exigir al embajador cubano en Tanzania que el jefe de transmisiones debía estar “en el sitio de operaciones” con una emisora capaz de “comunicarse con La Habana”.
Pero las emisiones radiales sólo llegarían a realizarse con eficiencia a partir del 22 de octubre, cuando el desastre ya estaba consumado: el Che Guevara y los cubanos que lo acompañaban debieron salir apresuradamente del Congo al amanecer del 21 de noviembre de 1965, escape del que el guerrillero argentino-cubano dijo: “Jamás como hoy he vuelto con todo mi camino a verme solo”.
Aun así, al Che Guevara le quedaba por vivir otro momento de extrema soledad, fruto de su aislamiento, el postrer instante del 9 de octubre de 1967 en la escuela de La Higuera, y cuando pregunté a Félix Rodríguez, ¿qué vio en los ojos del Che Guevara antes de morir?
El ex oficial de la CIA, último cubano que vio al Che Guevara vivo, dijo: “Amargura. Derrota. Era un hombre que se sentía amargado y obviamente traicionado”.