ARTEMISA, Cuba, 18 de julio de 2013, Moisés Leonardo Rodríguez/ www.cubanet.org.- La orden de que los vecinos de Cabañas –por la carretera que une a este pueblo con su cabecera municipal, Mariel- no pueden abordar los ómnibus que trasladan a trabajadores de empresas debido al pésimo estado de las vías ha creado malestar entre los cientos de afectados.
Antes de la prohibición, los que debían asistir a turnos médicos u otras gestiones en horas tempranas en la Habana, o la capital provincial, Artemisa, tomaban los numerosos ómnibus. Ahora deben esperar a las seis y media de la mañana cuando comienzan a prestar sus servicios camiones particulares.
La situación ha recargado aun más los camiones, que ya viajaban atestados, aumentando el riesgo de accidentes y la duración de los viajes debido al mal estado de las carreteras que unen a Cabañas con Mariel y Artemisa respectivamente.
En varios tramos, los vehículos deben circular por la cuneta, también en pésimo estado, para bordear los enormes baches y zanjas. Esas maniobras provocan gran inclinación en los vehículos, lo que, unido a su sobrecarga, los pone, en alto riesgo de volcarse. Favorece esta última posibilidad el que los camiones poseen su chasis por encima del eje de las ruedas, a diferencia de los ómnibus que los tienen por debajo para lograr mayor estabilidad.
El mal estado de carreteras y calles en la provincia se ilustra fielmente en el artículo Baches sin Nombre, del estudiante de periodismo Yuniel Labacena, publicado en el semanario del comité provincial del partido comunista, El Artemiseño, que comienza: “Hace días tuve la extraña impresión de trasladarme a las calles bombardeadas de Libia que vi en imágenes por televisión en 2011” y finaliza: “Lo imperdonable es que pasen meses y los hoyos y zanjas crezcan y queden como monumento a la ineficiencia”.
La incapacidad de los gobiernos municipal y provincial para arreglar las carreteras y brindar un servicio público de pasajeros adecuado se acompaña del oportunismo de los particulares, que cobran 5 pesos moneda nacional por tramos de apenas 1 ó 2 kilómetros, y en muchas ocasiones maltratan a los pasajeros además de jugar con sus vidas por la sobrecarga, los excesivos años de explotación y el mal estado de algunos de dichos vehículos.