LA HABANA, Cuba. – “Lograr que los clientes se sientan 100 por ciento satisfechos es nuestra principal meta y para eso trabajamos arduamente cada día, pero como nuestro presidente y Líder Miguel Díaz-Canel dijo, es necesario un mayor esfuerzo por parte de todos…” advierte parte del texto que por estos días se le está haciendo llegar a directivos y otros trabajadores de la Empresa de Comercio y Gastronomía de La Habana con motivo de las declaraciones que el mandatario cubano realizara en su visita durante la presentación del balance de 2018 y proyecciones para 2019 del Ministerio de Comercio Interior.
La nota, que además llama a “redoblar esfuerzos”, no está teniendo muy buena acogida por algunos de los trabajadores. “Como están las cosas hoy en día, es pedirle peras al olmo”, asegura Michel, un joven gastronómico de Diez de Octubre.
“Yo no sé lo que fue el período especial, era yo muy pequeño, pero por lo que me cuenta mi madre, se parece mucho a lo que en mi empresa se vive, no hay nada y lo poco que entra se lo roban los mismos directivos, eso no es secreto para nadie”.
Todo tiene que cambiar
El pasado día 22 de marzo varios administradores de entidades comerciales y gastronómicas del municipio de Diez de Octubre recibieron la nota antes mencionada. Como era de esperar, las reacciones son muy parecidas.
CubaNet se dio a la tarea de contactar con las unidades y sus dirigentes, y aunque en algunos casos el silencio fue la respuesta, otros no vacilaron en mostrar su descontento.
“El principal problema que tenemos hoy en día es la dependencia. Para todo dependemos de una cadena de mando muy burocrática que solo retrasa y obstaculiza cualquier decisión o propuesta que pretendamos llevar a cabo los administradores” comenta un director administrativo que pidió anonimato por motivos de seguridad.
“Yo personalmente le he escrito al MINCIN (Ministerio de Comercio Interior) en varias ocasiones proponiendo acortar la distancia entre nosotros, la entidad, y quienes nos suministran, pero la respuesta, con otras palabras, siempre es no”.
“Otro de nuestros grandes problemas es el salario, por mucho que no queramos o por mucho que sea el riesgo, tenemos que vender los productos que nos entran al por mayor a negocios privados, esa es la única manera de poder ganar algo extra. Sé que no está bien y que el pueblo de alguna manera se afecta, pero, ¿de qué otra forma logramos todos nosotros vivir?”, comenta el directivo.
En relación a los medios e instrumentos de trabajo agregó: “en nuestro cocina solo tenemos un refrigerador, que funciona a medias; los instrumentos de trabajo, el 75 por ciento, son puestos por los propios trabajadores; el 25% restante es del Estado pero está en tan malas condiciones que es un peligro utilizarlo”.
“Puede que yo esté errado, pero aquí la solución es tener dónde comprar directamente todos los insumos y recursos, además de tener la autonomía para decidir qué y cómo hacer nuestra venta. Mientras el Estado sea el dueño y señor de todo, nada va a mejorar. Recursos y autonomía, con eso seremos mejores”.
No tiene solución
“Este tema no es para nada nuevo, la gastronomía y los servicios a cargo del Estado son un caos”, nos asegura Fefa, en Centro Habana. “Yo trabajé en el restaurante El Asia por un tiempo y fue ahí donde me di cuenta que para el Estado no se puede trabajar. El objetivo de todos es robar y no salir adelante, pero la culpa de tanta miseria humana es del gobierno, que no satisface las necesidades económicas del pueblo. Ese es el precio de querer controlar todo muchacho”, nos grita la señora desde su balcón.
Una opinión muy parecida tiene Yamari, una joven de 27 años, trabajadora de un muy popular bar privado al cuál no haremos referencia por petición de la entrevistada. “Que el sector estatal alcance al privado es imposible. Ambos sectores tenemos dos objetivos muy distintos, por un lado los privados queremos llenar el lugar, y que nuestros clientes repitan su visita, eso nos asegura popularidad, prestigio y una buena propina, además de nuestro salario, mientras que los estatales solo les interesa que los productos que el Estado suministra entren al almacén para ellos poderlos vender a mayor precio en el mercado negro. En esta ecuación, el cliente no juega ningún papel. Como cubana y como trabajadora del sector, pero sobre todo como clienta, te aseguro que mientras las cosas sigan de la manera que van, el servicio y la gastronomía estatal no tiene solución”.