LA HABANA, Cuba.- Omara Ruiz Urquiola es maestra por elección, y porque lo heredó de su madre, que dedicó 42 años a esa profesión. A Omara, de la expulsión del Instituto Superior de Diseño (ISDI), una de las cosas que más le preocupan son sus alumnos, y el “descalabro” que está sufriendo la carrera de diseño industrial. Esos son síntomas inequívocos de un magisterio que no se aprende sino con la vocación.
“Llevo 10 años en el ISDI, desde 2009”, rememora Omara, “antes trabajaba en el Instituto Superior de Arte. Estoy en la enseñanza, primero en la artística y después en la de diseño, desde el curso 97-98”, en años escolares, de septiembre a julio, suman 22 años dando clases, aunque Omara, graduada de Historia del Arte, pudiera trabajar en el comercio de obras o haciendo curaduría.
El jueves pasado la citaron para una “reunión extraordinaria en plenas vacaciones”, cuenta la profesora, “y cuando llego me encuentro que los protagonistas son el director Sergio Luis Peña Martínez y Milvia Pérez Pérez, decana de la facultad de diseño industrial, aunque el ejecutor de todo el acoso que he sufrido es Ernesto Fernández, profesor de Historia de Cuba, que ha ido escalando por la carrera política que trae desde el pedagógico, hasta llegar a ser vicedirector docente, aunque de diseño no sepa nada”. Omara está convencida de que Ernesto no solo es el responsable de la arbitrariedad que se ha cometido en su contra, sino de que “el proyecto del ISDI es fallido porque está dirigido por mediocres, donde lo que menos prima es la importancia del proceso docente”.
“Lo he visto divagar sobre cosas que no sabe, y desde que empezó en el cargo ha empezado a hostigarme, pidiendo incisivamente mis planes de trabajo, buscando una vía para encontrar un error, una fisura”, método clásico de dirigentes en el sector de educación para desgastar a profesores con talento y vocación, “pero eso no había sido posible hasta que concibieron esta chapucería, que hasta mi jefa de disciplina se resiste a creer que haya ocurrido”.
La razón principal del despido es “la baja carga docente”, “la cantidad de obras lectivas”. Lo que significa, fuera del argot profesional, pocas horas frente a los alumnos dando clases.
Ruiz Urquiola no fue la única profesora citada para ser despedida o reubicada, pero sí era la única en plantilla, profesora principal de asignatura, categorizada como auxiliar y autora del programa Historia del Diseño III. El resto de los referidos eran “profesores jubilados, en su mayoría, que se han reincorporado como contrata, profesores de educación física, inglés, cátedra militar, que fueron puestos a disposición de la Universidad de La Habana para ser reubicados”, a donde ha comenzado a pertenecer el ISDI.
“Soy profesora principal de tres asignaturas que se imparten en la disciplina: Cultura Cubana, que pasó a ser optativa”. Uno de los motivos de su preocupación es “también Historia del Arte, que siempre fue opcional y que imparte una profesora que yo traje”, y por último, “Historia del Diseño III, que sí es parte de la maya curricular, de la que hice el programa y del que soy autora principal, con mi jefa de disciplina, y que justamente fue mi ponencia en el congreso Formas, con la presentación del libro de texto en el que estamos trabajando desde hace 4 años”. Además, no haber participado en el congreso internacional que organiza la institución es otra de las falsas acusaciones que el director Peña Martínez levanta contra la Ruiz Urquiola.
“No tuvo nada que decir sobre mis publicaciones, mis evaluaciones por parte de los estudiantes, de mi jefa de departamento, de disciplina, todas son excelentes, no hay ningún incumplimiento”, y lo dice porque ha sido una de las dos profesoras a las que se le ha otorgado en esa universidad el premio La tiza de Oro, galardón que imponen los alumnos a la dedicación de sus maestros.
“En caso de que verdaderamente hubiesen hecho un reajuste estoy más que excedida en las horas lectivas”, y tiene como demostrarlo, “el primer semestre del curso pasado tuve 60 horas y el segundo 42 horas”, y eso es un curso de “carga docente no apoteósica”, analiza.
Pero esta no ha sido la única vez que Omara Ruiz Urquiola ha sido destituida, o despedida por su manera de asumir el magisterio.
“En el ISA llegué a ser jefa de departamento. La persecución empezó desde ahí”, pero en julio de 2009 “decidí irme, no di la batalla” y menciona al menos dos nombres a los que responsabiliza por lo que sucedió en ese entonces: Omar Baliño, Osvaldo Cano y al rector de esa universidad, de quien contó que “la primera medida que tomó fue mi destitución, aunque me conocía poco”. Omara recuerda que sus compañeros “levantaron el campamento” y le exigieron que “diera la batalla legal, pero realmente para mí no tenía sentido, porque a pesar de las diferencias yo estaba muy conectada con Suárez; Rosa María Puentes, la vicedecana; con Ana María, la rectora; con Jorge Fernández, como vicerrector, e iba a comenzar un ISA con un proyecto politicastro, y ese para mí no era el lugar”, asegura, sin embargo, ahora sí se va a enfrentar legalmente.
“Se lo debo a mis alumnos, que ya han empezado a pronunciarse, pero es una batalla simbólica porque sé la situación, lo he vivido con mi hermano, con Oscar Casanella, Adonis Milán, Lynn Cruz, que son amigos cercanos. He visto la falta de respeto e incluso a la legislación vigente. He visto avasallar las leyes, a los abogados, la imposición de la ley del más fuerte”, comenta.
“Cuando decidí dar clases me di cuenta que sería con malas condiciones todo el tiempo, ganando poco dinero, pero es donde me he realizado, es lo que me gusta hacer” y la batalla que está a punto de comenzar, una mujer que se ha enfrentado a la muerte y la ha vencido, tiene que ver “con que yo elegí ese camino, que es el de la pobreza, de los horarios, de los papeles, de la machacadera, y ahí está mi obra, que hablen mis alumnos”.
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