MIAMI, Estados Unidos. — Represión, necesidad y falta de oportunidades. Así viven en Cuba las mujeres opositoras, quienes, además de enfrentar la persecución del régimen de la Isla, sufren el rigor del hambre, la escasez y la miseria.
En represalia por su activismo, la mayoría de las opositoras cubanas se ven imposibilitadas de encontrar trabajo. En ese escenario hostil, toca salir a la calle “a inventar”. Casi siempre, la búsqueda es vender artículos “por la izquierda”, es la única manera de sobrevivir.
“Yo vivo cosiendo, inventando, limpiando una casa, blanqueando una cazuela, cargando balitas de gas”, declaró a CubaNet la activista Maritza Concepción Sarmiento.
La mujer, que reside en el municipio de Guanabacoa, en La Habana, señaló que ha pagado un precio muy alto por exigir libertad para los cubanos.
“Los activistas aquí en Cuba somos demasiados reprimidos. Cientos de veces he sido arrestada. Nos meten en el calabozo de un día para otro. Luego me dejan botada en cualquier lugar. Lo que hacemos es pedir la libertad para los presos políticos y la libertad para nuestro pueblo”, expresó la opositora, de 57 años.
Yusleidys Valero Concepción, también residente en Guanabacoa, asegura que muchas veces no envía a su hija a la escuela pues no siempre tiene dinero para pagarle la merienda, “porque no hay nada y todo está caro”.
Ante la presión de tener que ganarse la vida, muchas activistas y opositoras se dedican a vender artículos y alimentos en el mercado informal, una situación que las pone en la mira de los agentes de la PNR (Policía Nacional Revolucionaria).
A pesar de ello, estas mujeres se mantienen firmes en seguir denunciando “la injusticia, el maltrato, las cosas mal hechas, los niños pasando hambre, los abuelos durmiendo en las calles”, razones que las llevaron a pronunciarse públicamente contra la dictadura.
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