MIAMI, Estados Unidos. — El 22 de junio de 1949 nació uno de los grandes íconos de la actuación. Mary Louise Streep, más conocida como Meryl Streep, quien ha desarrollado una exitosa carrera en el séptimo arte, protagonizando filmes que hoy son considerados clásicos de la cinematografía mundial.
Su talento y versatilidad le han permitido desdoblarse magistralmente en todos los roles posibles. Ha ganado tres premios Oscar y otros prestigiosos lauros, desde el BAFTA hasta el Princesa de Asturias de las Artes, en mayo pasado, pasando por los Globos de Oro, el Premio a Mejor Actriz en el Festival de Cannes y el César Honorífico.
Algunos protagónicos asumidos por Meryl Streep constituyeron un verdadero desafío, pues le exigieron una dosis extra de ingenio, método y estudio. Sus actuaciones han sido tan aclamadas por el público y la crítica que, al ser imposible mencionarlas todas, a continuación ofrecemos cinco que reflejan la excelencia de una de las actrices más camaleónicas de todos los tiempos.
La decisión de Sofía (1982)
Poderoso drama dirigido por Alan J. Pakula, en el cual Meryl Streep entregó una de sus actuaciones más intensas. El desgarrador drama del personaje protagónico es la pesadilla de cualquier madre. Una decisión, un hijo perdido, un golpe mortal. Para meterse en la piel de su personaje, una emigrante polaca que sobrevivió al horror nazi, Meryl Streep aprendió polaco y alemán, idiomas que habló perfectamente en varios momentos del filme. Para los cinéfilos, su caracterización del personaje de Sofía es memorable; sobre todo en el momento mismo de tomar “la decisión”. Este clásico le valió a Meryl su primer Oscar a la Mejor Actriz.
El Diablo viste de Prada (2006)
Desde la fatua Nueva York el mundo de la moda es gobernado por la despótica y sofisticada Miranda Priestly, tal vez el protagónico más glamoroso de cuantos ha interpretado Meryl Streep. Aunque el filme no posee la envergadura dramática de otros trabajos, la historia logra equilibrarse entre el dilema ético de la joven asistente Andy Sachs (Anne Hathaway) y la tremenda fascinación que ejerce el personaje de Miranda, cuyo magnetismo conduce al espectador por los rigores e intrigas del mundo de la moda. Un filme refrescante, chic, con pasajes de comedia y excelentes actuaciones.
La Dama de Hierro (2012)
Interpretar a la primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, fue un reto que le valió a Meryl Streep su segundo Oscar como Mejor Actriz. No solo aceptó encarnar a una de las figuras políticas más controvertidas de la era contemporánea, sino a una mujer de origen humilde que sorteó todas las dificultades imaginables hasta convertirse en la líder del Partido Conservador, cuando la política era asumida como asunto de hombres. El gran mérito del filme es la actuación de Meryl Streep, quien alcanzó un nivel inédito de empatía con el personaje de la Thatcher, revelando al espectador sus conflictos internos, su fuerte convicción política e incluso sus resentimientos de género y clase.
Mamma Mía (2008)
Meryl Streep sorprendió a los amantes del cine con esta nueva faceta de su carrera. Cuando se pensaba que ya la actriz lo había conquistado todo, se atrevió a cantar en esta cinta dirigida por Phyllida Lloyd, que se hizo muy popular porque se trata, en esencia, de un homenaje a la banda sueca ABBA. Una vez más, la desbordante interpretación de Meryl Streep salva el producto final, que no tuvo una gran acogida por parte de la crítica, aunque la mayoría coincide en que se trata de una película entretenida, graciosa, con una excelente fotografía de la Grecia continental, y el plus de ver a la mejor actriz del mundo ponerse a prueba, con éxito, en la lid del canto.
The Post: Los oscuros secretos del Pentágono (2017)
Otra nominación a los Oscars para Meryl Streep en la categoría de Mejor Actriz. Dirigido por Steven Spielberg, posee una trama orgánica, cautivante y sostenida por grandes actuaciones, de lo cual se encargaron ella y Tom Hanks. En esta cinta, Meryl Streep interpreta el rol de la periodista del Washington Post, Katharine Graham, quien pone en riesgo su carrera para defender la libertad de prensa, proteger al New York Times y exponer uno de los escándalos más terribles en la historia de las administraciones estadounidenses. Otra obra maestra de Spielberg, cuya genialidad radica en poner lo justo: desde el ritmo narrativo hasta las confrontaciones verbales en el Parlamento, pasando por una soberbia recreación de la dinámica cotidiana en que se mueven los grandes diarios del orbe.