MIAMI, Estados Unidos.- Quien fuera el representante especial del expresidente de Argentina Néstor Kirchner ante Venezuela, Claudio Uberti, involucró al expresidente del Deustch Bank en ese país y al secretario de Finanzas K, Alfredo Mclaughlin; al expresidente de PDVSA, Rafael Ramírez, y al expresidente del Banco Central de Venezuela (BCV), Nelson Merentes, en el cobro de un soborno de 50 millones de dólares por la compra de bonos argentinos Boden 2012.
De acuerdo a un extenso trabajo divulgado por el diario argentino Clarín, Uberti reveló en su ampliación de indagatoria completa como arrepentido detalles increíbles de cómo el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, aceptó el pedido de Kirchner de mandarle “11 de los 25 millones de dólares” en un vuelo privado y que la operación fue realizada por “bancos amigos”, que no identificó.
Eran 25 millones de dólares para Kirchner y 25 millones de dólares para Chávez, según el acuerdo, mientras que los bancos intermediarios se llevaron otros 50 millones de dólares. Mclaughlin había asesorado a Kirchner sobre cómo invertir en el exterior los 630 millones de dólares de los fondos de Santa Cruz y luego fue nombrado secretario de Finanzas de la Nación.
Kirchner en 2003 tenía una cuenta con 1,7 millones de dólares en el Deustch Bank de Nueva York. Ramírez por su parte, fue embajador de Venezuela ante la ONU y Merentes, presidente del Banco Central hasta diciembre del año pasado cuando el dictador Nicolás Maduro hizo cambios en su Gabinete.
En su declaración Uberti también recordó que en agosto de 2005 escuchó a Kirchner que le dijo al entonces ministro de Economía Roberto Lavagna: “Explicale a Chávez cómo es el tema de la ayuda financiera que necesitamos”. Entonces, según reseña el periódico argentino, Lavagna le respondió: “Necesitamos que compre unos 500 millones de dólares de bonos argentinos”.
Lavagna en diciembre de ese año viajó a Caracas con el subsecretario de Combustibles, Cristian Folgar. Sorpresivamente, Chávez los invitó al palacio Miraflores -sede del gobierno- y durante una charla de tres horas les preguntó si aún la Argentina necesitaba los 500 millones.
Según recoge Clarín en su informe, Uberti, entonces, le pidió permiso a Chávez para salir y llamar a Kirchner. Finalmente, lo ubicó, a través del secretario privado Daniel Muñoz y al trasladarle la pregunta, el presidente le contestó: “Pedazo de pelotudo, decile a ese que los mande inmediatamente”. Volvió a la reunión y le comunicó a Chávez el mensaje sobre los denominados bonos Boden 2012. Cuando regresó a Buenos Aires, la operación ya se había realizado.
En julio de 2006, Uberti que estaba en una reunión con el entonces gobernador de Córdoba, Juan Manuel de la Sota regresó a Buenos Aires para verse con el ministro de Economía de Venezuela, Nelson Merentes.
Apenas arribó, secundó a Merentes y lo acompañó en un auto oficial hacia el aeropuerto de Ezeiza, donde le dio explicaciones técnicas -que no entendió- sobre “lo bien que les estaba yendo con los bonos argentinos”. Sacó una tira de impresión de una cuenta bancaria y le señaló que “acá están las ganancias, pregúntale a tus superiores cómo les hacemos llegar su parte”.
Uberti recordó que Merentes le mostró “muchísimas cuentas y por montos elevados” y le explicó cómo era la maniobra. “Ellos buscaban bancos de inversión ‘amigos’ y le entregaban los bonos argentinos; con esos bonos los bancos iban al mercado financiero venezolano y conseguían, gracias a las gestiones del gobierno chavista, dijo, dólares al cambio oficial. Luego esos dólares los vendían en el mercado informal. La diferencia, según me explicó, se la quedaban mitad los bancos y mitad los gobiernos”.
La confesión de Uberti, publicada por Clarín está relacionada con una operación financiera de agosto del 2007. Ese mes Argentina concretó la colocación de deuda más cara desde el default del 2002: le pagó a Venezuela una tasa en torno al 10,6% por la compra de 500 millones de dólares en Boden 2015, en medio de un extraño contexto.
En principio, había trascendido que Venezuela compraría Boden 2015 por US$ 1.000 millones. Pero la operación se hizo, finalmente, por US$ 500 millones.