LA HABANA, Cuba.- Luego de tres intentos fallidos sobre la altura de 4,70 metros, la estrella cubana de la pértiga, campeona mundial y subcampeona olímpica Yarisley Silva terminó su actuación en Río de Janeiro sin poder aspirar siquiera a quedar entre las cinco primeras dentro de su disciplina.
Según los comentaristas cubanos, la atleta —como casi toda la delegación cubana— no llegó a la cita olímpica en su mejor forma. Tampoco lo hicieron el martillista Roberto Janet, la discóbola Denia Caballero —honrosa medalla de bronce, a pesar de la bursitis— ni el decatlonista Leonel Suárez.
La pobre actuación de la garrochista contrasta con el notable número de atletas cubanos que compiten y ganan medallas bajo otras banderas. Mientras toda la confianza descansaba en la única pertiguista que puede “sacar la cara” por Cuba y cuenta ya con 29 años, los lauros de la disciplina han recaído en la nueva sensación Ekaterini Stefanidi (Grecia, oro), Sandi Morris (Estados Unidos, plata) y la neozelandesa Eliza McCartney, medallista de bronce con solo 19 años.
La derrota de Yarisley Silva resulta en otra medalla que quedó solamente en los pronósticos, para muchos un síntoma del declive definitivo del deporte cubano.