AREQUIPA, Perú.- Tal como sucedió con la explosión de los supertanqueros en Matanzas, la historia de Cuba recuerda varios siniestros de grandes magnitudes que conmocionaron a la Isla. Uno muy famoso y referenciado en las gestas de independencia fue el incendio de Bayamo, pero hay varios otros.
El primer incendio de gran proporción registrado en la necrología habanera tuvo lugar el 22 de abril de 1622. El fuego se originó en una casa de la calle de La Cuna, ubicada en la porción este de la calle Real o de la Muralla, también conocida como la calle del Molino.
A pesar de los intentos por contenerlo, el incendio se propagó rápidamente, impulsado por el viento, y afectó cinco manzanas. En total, destruyó 96 edificaciones y acabó con todos los árboles de la zona.
Unos 180 años después, el fuego y la desgracia volverían a unirse para causar daños sin precedentes a la capital. El 25 de abril de 1802, el territorio sufrió una de las mayores tragedias de su historia con el primer incendio de Jesús María.
La candela comenzó en el barrio habanero y se propagó rápidamente, afectando también a Guadalupe, áreas pobladas principalmente por personas de escasos recursos.
Cerca de 200 casas quedaron totalmente destruidas, dejando a más de 8.700 personas sin hogar y causando numerosos heridos, así como la muerte de siete personas carbonizadas.
Las zonas afectadas eran habitadas en su mayoría por negros curros venidos de Andalucía, con casas de madera y techos de guano. Ante la magnitud de la fatalidad, el gobierno tomó medidas para albergar a los damnificados en lugares como la fortaleza de la Cabaña, la Casa de Recogidas y algunos cuarteles de la ciudad. Además, se organizó una colecta pública para ayudar a las víctimas.
En respuesta a la crisis habitacional, Francisco de Arango y Parreño propuso a algunos damnificados recibir tierras en el corral de San Marcos, al sur de Guanajay, para construir sus propias viviendas y dedicarse a la agricultura y la ganadería. Este plan dio origen al pueblo de Artemisa, contribuyendo así a aliviar la superpoblación en La Habana.
Otro evento lleno de infortunio que dejó una marca indeleble en la memoria de La Habana y perduró en el imaginario popular ocurrió el 17 de mayo de 1890 en la ferretería de Isasi.
Este suceso tuvo lugar en el establecimiento ubicado en la esquina de las calles Mercaderes y Obrapía. Mientras los bomberos luchaban por sofocar el incendio, dos explosiones violentas cobraron la vida de 28 de ellos.
El fatal incidente se vio agravado por el hecho de que en la ferretería se almacenaba ilegalmente dinamita, y los rescatistas no fueron advertidos del peligro.
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