LA HABANA, Cuba.- La activista Gisel Padin Perera ha denunciado en más de una ocasión la situación del niño cubano Lázaro Elier Pérez Álvarez, que lleva viviendo desde el 6 de marzo de 2018 en el hospital pediátrico Pepe Portilla, en la ciudad de Pinar del Río, provincia Pinar del Río.
Tanto la abuela del bebé, Mayra Puentes, como la madre, Anisleivy Álvarez Calzada se han quedado sin recursos y han decidido recurrir a lo que los cubanos llaman “los Derechos Humanos” para ver si resuelven su situación.
Álvarez Calzada contó a CubaNet que a los 3 meses el niño sufrió una “meningoencefalitis bacteriana y un germen llamado neumococo le provocó una hidrocefalia”, entonces hubo que hacerle una “traqueotomía y ponerle una sonda gástrica por la barriga y una válvula en la cabeza”.
“Hemos ido a todos los lugares, al Partido Provincial, al municipal, a Consolación del Sur, al gobierno y nada”, aseguró por su parte Mayra Puentes, quien denunció que la opción que le dieron aún está en “proyecto” y tampoco reúne los requisitos para mantener con vida a su nieto.
Padín Perera, quien llevó el caso de Lázaro Elier Pérez ante el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) el pasado 20 de mayo, aseguró que la familia del menor está buscando una solución porque viven en la Cooperativa 26 de julio, en el poblado Puerta de Golpes, perteneciente al municipio pinareño de Consolación del Sur, y allí “no hay ningún centro médico al que acudir en caso de urgencia”.
Mayra y Anisleivy, como muchas otras familias cubanas, han sufrido el “peloteo” gubernamental que se soluciona en Cuba solamente con sobornos a funcionarios.
En su denuncia, la activista cubana incluyó las dos ocasiones en que les fue prometido a la familia “un solar al lado del Policlínico Comunitario 5 de Septiembre, y a los pocos días les dijeron que ya no se lo iban a dar porque el terreno era de agricultura. Después les dijeron de otro solar pero cuando llegaron a Planificación Física ya se lo habían otorgado a alguien más”, aunque darles “un solar” a dos mujeres y un niño con graves problemas de salud las pondría frente al fenómeno de construir en Cuba.
Madre y abuela duermen en un local dentro del pediátrico, aunque ya “molestamos, y la directora quiere sacarnos a vivir al policlínico de Consolación del Sur”. Las mujeres aseguran que si las sacan de ahí nunca habrá casa, y el niño, de casi dos años, morirá. Mientras tanto el niño, pese a dormir en una sala aislada del Hospital Pediátrico, ha tenido que lidiar además de neumonía, lo que ha impedido someterlo a las operaciones que requiere para, si no su recuperación, tener una mejor calidad de vida.
La situación de la infancia en Cuba tiene una imagen en los medios oficiales y otra en las calles cubanas. El caso de Lázaro Elier parece que no es problema del gobierno de Consolación del Sur ni del de Pinar del Río.
Tampoco es el único niño que corre peligro por las condiciones paupérrimas en las que vive. Entonces vale la pena preguntarse ¿quiénes son los niños y las niñas “salvados” por la revolución que salen en el noticiero? ¿Cuál es el criterio de selección? ¿Qué requisitos hay que tener si son tantas las familias que llegan a la prensa independiente porque han sido desoídas por funcionarios e instituciones? ¿Existen políticas públicas en Cuba que beneficien realmente a los niños y niñas cubanas? ¿Tantos casos de niños y niñas enfermos que no son atendidos como debieran quiere decir que en Cuba desahucian a los que están enfermos, a los que no podrán “servir” a la sociedad en el futuro por sus padecimientos?
Esperemos que la familia de Lázaro Elier tenga algún día al menos un local donde vivir, y que se recupere para que llegue a la “universidad”, como dice su abuela, y no tengamos que llorar su muerte en las redes sociales.
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