MIAMI, Estados Unidos. – Un oficial no identificado del Departamento de Estado de EE.UU., en respuesta a un editorial del periódico The New York Times, confirmó en un correo electrónico enviado a Martí Noticias que la Administración del presidente Joe Biden está consciente y respeta el debate en torno al empleo de sanciones gubernamentales.
El representante del Departamento de Estado destacó que, desde 2021, la Administración ha implementado diversas medidas alineadas con el interés nacional de preservar y optimizar la eficacia de las sanciones como parte integral de la estrategia de política exterior.
El funcionario puntualizó que las sanciones representan solo una parte de la estrategia más amplia hacia regímenes como Cuba y Venezuela, que también busca promover la democracia, el respeto por los derechos humanos y respaldar a los pueblos de ambos países en el ejercicio de sus libertades fundamentales, enmarcadas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El objetivo de la política de Estados Unidos hacia Cuba y Venezuela, según el funcionario, es impulsar la rendición de cuentas por violaciones y abusos a los derechos humanos, protegiendo simultáneamente la seguridad nacional y los intereses de política exterior de EE.UU.
Por su parte, el editorial de The New York Times argumenta que “las sanciones dirigidas al cambio de régimen a menudo promueven la resistencia, no la reforma”, y que “tienen un historial de fracasos, evidenciado por los casos de Cuba, Siria y Venezuela”.
Además, el artículo sugiere que una vez que se comiencen a revisar las sanciones existentes de forma sistemática, es esencial que estas puedan ser revocadas si es necesario.
El embargo comercial a Cuba implementado en 1962 por el presidente John F. Kennedy es calificado por el diario como “el fracaso más notorio”. A pesar de las variaciones en la postura presidencial hacia las sanciones a lo largo de los años, solo una ley del Congreso puede poner fin al embargo.
The New York Times argumenta que las sanciones deberían incentivar el cambio en lugar de solo castigar acciones pasadas, y que Estados Unidos debe estar dispuesto a levantar sanciones, incluso contra agentes repudiados, si se cumplen los criterios establecidos.
Finalmente, el editorial sostiene que las sanciones, a pesar de su atractivo, raramente son efectivas sin objetivos claros y criterios para su eliminación. Sin estos elementos, estas medidas severas de política exterior podrían contravenir los principios e intereses estadounidenses a largo plazo.