LAS TUNAS, Cuba. -“Welcome to Purdue”, leí y me pareció un sueño. Me encontraba en el campus de la universidad Purdue en West Lafayette, Indiana. Era las 7:49 pm del miércoles 17 de septiembre de 2014.
Desde niño había oído hablar de aquel lugar y guardaba recuerdos de él. Mis memorias olían a papeles viejos y ganados; a rastrojos de maíz triturado, a sudor en la camisa de mi padre.
Purdue estaba relacionada con gente importante. Amelia Earhart y Neil Armstrong, famosos entre los más encumbrados. Pero ellos poco importaban en ese momento. Tenía hambre y había por allí quince o veinte sitios donde cenar o tomar un tentempié: La Salsa, Lemongrass, Oasis Café, The Sagamore Restaurant, Villa Pizza…
Pero no. Tampoco el hambre tenía cabida en mi pensamiento.
“Las tusas de maíz produjeron aumentos en peso económicos en los novillos cuando se usaron como el principal forraje grueso en la ración”, recordé entonces.
“En los experimentos efectuados en la Escuela Agrícola de la Universidad de Purdue en el pasado invierno, una ración balanceada con tusas molidas produjo una ganancia de 100 libras a un costo de $ 22.77, mientras costó $ 35.31 producir el mismo aumento en otro lote de novillos que recibieron una ración de heno de trébol, harina de hueso y sal”, releí el recorte de la vieja revista que había llevado conmigo. “Por si Purdue se cruza en tu camino”, me había dicho mi padre, tiempo atrás.
“Pues, ahí está”, me dije, apartando la vista del recorte, mirando al frente. Pero el cartel de Agricultural and Biological Engineering se fue difuminando y en lugar del edificio apareció la figura del Viejo. Lo veía metiendo brazadas de tusas de maíz en el molino de martillos acoplado a la toma de fuerza de su Ford.
Junto a mí pasaban automóviles, pero no los tomaba en cuenta. Sólo escuchaba y veía el tractor y el molino, y junto a ellos, a mi padre, como si leyera en voz alta el recorte llevado de Puerto Padre al campus de Purdue.
“Las tusas tuvieron un valor que se aproximaba al del heno, y 48 novillos se mantuvieron perfectamente durante el invierno (148 días) usando las tusas como la única o la principal fuente de forraje grueso. (…) En otros experimentos de Purdue se hizo una comparación entre el maíz molido y la harina de maíz y tusas. No hubo diferencia de significación en la proporción del desarrollo cuando lotes comparables de novillos fueron alimentados con cada ración en la proporción de 2 kg por cabeza al día”.
Entonces… Rafael Santiesteban Pozo, presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, (ANAP) dijo a la prensa, según publicó el periódico Juventud Rebelde el pasado viernes 13 de marzo, que “tenedores de ganado no tienen la manera de vender el rebaño en desarrollo y ese es un obstáculo que provoca ineficiencias”.
Vamos… La realidad es otra. No es rebaño en desarrollo, sino ganado falto de comida.
¿Cómo es posible que en Cuba, un país tropical, añojos y novillos no tengan forraje? “Aprovechamiento de las tusas del maíz”, se titula aquella nota con el resultado de los experimentos de Purdue, publicada en la revista Agrotecnia, nada menos que en 1950, hace 65 años, y puesta en práctica por no pocos ganaderos cubanos hasta poco después de 1959.
“¡Cómo vamos a tener tusas si apenas sembramos maíz!”, me dijo un vaquero en broma.
Pero si en Cuba se siembra poco maíz, del cosechado, bien poco se destina al ganado, y, menos aún, al ganado vacuno. “Es como si se tirara”, me dijo un campesino. “No da ganancia dar maíz a las vacas. Si por la leche no pagan lo que deben pagar, por el ganado de carne pagan poco y cuando a ellos les conviene”, afirmó.
Sabido es: en Cuba no hay carne vacuna. No puede haberla: desde el 1ro de octubre de 1962, el Estado estableció un monopolio con precios ridículos sobre el ganado vacuno, prohibiendo la venta y sacrificio de reses entre particulares.
Menguado el rebaño nacional a fuerza de estatismo y no por ineptitud del ganadero, el régimen pretende achacar tal perdida a condiciones climáticas y económicas adversas, cuando en realidad, lo que existe es mal manejo por falta de estímulo material, “valga decir inacción por apatía”, diría un psicólogo.
Vi en Texas, Colorado y Nuevo México potreros más repelados que los de Cuba en época de sequía. Pero allí el ganado se encuentra rollizo: forrajes para producir carne son desde las hojas hasta las tusas del maíz. Los de Purdue lo demostraron y los rancheros estadounidenses proporcionan tanto como consuman las reses. Ese es su trabajo. Y por él les pagan.
¿Habrá carne en Cuba con más tusas de maíz? Para eso, antes que al Estado con delantal de carnicero, habrá que pagar más al vaquero.