LA HABANA, Cuba.- “Hasta ahora hemos esperado por las autoridades, pero ya ha pasado demasiado tiempo y no nos resuelven nada. Si tenemos que plantarnos de nuevo en la calle lo vamos a hacer”. Así lo afirmaron varias familias del edificio 504 en la calle San Ignacio y Santa Clara en La Habana Vieja, a las cuales el gobierno timó, haciéndoles falsas promesas.
A raíz de una protesta en la cual exigían a las autoridades nuevos domicilios, ya que el edificio donde residen está en peligro de derrumbe, el régimen les prometió que les otorgarían viviendas.
“Todo fue una trampa para sacarnos de la calle donde estábamos plantados con todas nuestras pertenencias. Nos dijeron que en 72 horas nos iban a llevar a los distintos asentamientos, entre los que mencionaron Guanabacoa, San Miguel, Cotorro, pero ya han pasado varios meses y nada, todo ha sido un cuento”, aseguró Julio Carol Cruz.
Según describe, las autoridades los mandaron a recoger todas sus pertenencias y, sin embargo, hasta la fecha no han cumplido nada de lo que les prometieron.
“Seguimos viviendo en el peligro, aquí hay niños, personas mayores, pero está claro que no les interesa eso. Ya ellos resolvieron lo que les interesaba que era sacarnos de la calle”, afirmó.
Modesta Gladis Soler Acosta, retirada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), confirma que la delicada situación constructiva del edificio data desde el año 1979, fecha en que le hicieron la primera promesa de otorgarles viviendas.
“Las casas que supuestamente nos tenían otorgadas nunca llegaron, siempre ha sido una mentira tras otra… yo, que me he sacrificado muchísimo por la revolución, y mira como me pagan”, lamentó Modesta.
Por su parte, Beatriz Pérez destaca que durante todo este tiempo, en espera de la supuesta vivienda que le entregarían, sus niños no han podido asistir a la escuela, atendiendo a que los había enviado a casa de su madre, intentando apartarlos del peligro.
“Los tuve que traer de nuevo para acá conmigo porque ya es demasiado tiempo y las autoridades me amenazaron con quitármelos. Yo nunca había visto tanto descaro”, advirtió Beatriz.
Asimismo Ariel Martínez comenta que su hijo se cayó por una de las escaleras, las cuales han sido remendadas con trozos de maderas resueltas por los vecinos, ya que las autoridades les informaron que no tenían materia prima para esto.
“Mi hijo está vivo de milagro, porque de la altura que cayó, cuando se desplomó la escalera, es un puro milagro que aún continúe con vida. Pero eso a las autoridades no les importa, a ellos no les importa nada, si quedamos sepultados bajo los escombros o no, evidentemente no es su problema”, puntualizó.