LA HABANA, Cuba.- Si confrontáramos el antes y el ahora de la historia de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), podríamos asegurar que aún es la más poderosa de las organizaciones políticas y de masas del país. Sin embargo, por estos días ya no ejerce el mismo control sobre la población que antes y ha perdido su capacidad de convocatoria en muchas tareas políticas y sociales.
Los CDR fueron fundados el 28 de septiembre de 1960 en La Habana y la inauguración tuvo lugar en un acto público frente al Palacio Presidencial (hoy Museo de la Revolución), por el entonces Primer Ministro, Fidel Castro , con el objetivo principal de realizar tareas de vigilancia y movilizaciones colectivas, trabajos voluntarios, participar en tareas de salud e higiene, en las asambleas del Poder Popular o en las elecciones, así como dirigir los “actos de repudio”, que incluyen, intimidación y en ocasiones abuso físico en contra de aquellos que sean estimados Personas de Interés Operativo (PIO) o también “gusanos”.
La efectividad de la Seguridad del Estado cubana (DSE) y el Departamento Técnico de Investigaciones (DTI), descansan en la existencia de los CDR, que les ofrecen información detallada de todos los objetivos de vigilancia, o sea, todos los vecinos.
Peligrosidad pre-delictiva
Esta organización aún sigue siendo temida, pues por la opinión que pueda emitir sobre cualquier ciudadano puede ocasionarle a este la pérdida de un buen trabajo o hasta cuatro años de privación de libertad por el “delito de Peligrosidad pre-delictiva”. Esta ley permite que las personas sean detenidas por la supuesta intención de cometer un delito. La condena implica una pena de uno a cuatro años de privación de libertad.
Maikel Díaz Roque, de 32 años de edad, después de dos años en la presidencia del CDR, en la barriada habanera de Alamar, Habana del Este, renunció al cargo que ostentaba en dicha organización, expresando a sus superiores que iba a pasar a las filas de la oposición.
Por este motivo Díaz fue expulsado de la Empresa Caribbean Drydock Company S.A., donde ostentaba la categoría de técnico de equipos electrónicos, y fue acusado por el faltante de una herramienta que consta en documento que él entregó. También le han efectuado actos de repudio en el edificio de residencia y en la primera semana del presente mes las turbas revolucionarias le proporcionaron una golpiza que le provocó un politraumatismo con peligro para su vida.
En el policlínico donde fue asistido de urgencia, aunque le suministraron los primeros auxilios, no le quisieron entregar un certificado médico y posteriormente en el Hospital Naval de la Habana del Este, el médico que lo atendió le dijo claramente que no le podía expedir un Certificado Médico, porque le costaba el título.
El pasado mes, Jordys Manuel Dosil Fong y Reinier Rodríguez Mendoza, activistas de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), fueron condenados por el delito de “peligrosidad pre-delictiva” a tres y dos años de cárcel, respectivamente. Ambos activistas fueron detenidos en protestas públicas y pacíficas en el Parque Central de La Habana, Rodríguez Mendoza el 31 de julio y Dosil Fong el 5 de agosto.
Decadencia
La decadencia actual de los Comités de Defensa de la Revolución se pone además de manifiesto en que ya no pueden ejercer control sobre las manifestaciones populares semanales a lo largo de toda la isla, que cada día son más, tomando como punta de lanza a “Las Damas de Blanco”, que semanalmente se atribuyen su derecho de manifestación en el mismo medio del corazón de La Habana, en la barriada de Miramar.
Cuestionamos a 258 personas en las calles de La Habana sobre la organización. 245 no apoyaron que los presidentes de los CDR sean los que evalúen la moral de los ciudadanos de la comunidad, 248 rechazaron los actos de repudio y 207 opinaron que esta organización debe ser abolida.
Rubén Mestre García, ex ideológico del CDR Pedro Serrano en San Miguel del Padrón, considera: “En este momento ya no somos enemigos de los americanos, luego entonces ya no hay que defenderse del imperialismo yanqui. En cuanto a las tareas sociales que los CDR realizan, deben crearse nuevos puestos de trabajos y pagársele un salario decoroso a los trabajadores idóneos para estas plazas.”
“Sería bueno que hicieran público el código con el que los CDR juzgan ocultamente a los vecinos y hasta a sus familiares, por eso es que no puedo estar de acuerdo con que se evalúen a los ciudadanos de la comunidad bajo ningún código moral convencional. El país tiene leyes y estas son por las que se tiene que juzgar a todos, “concluye.