A las acciones contra el mecanismo de oferta-demanda en el transporte privado se agrega igual proceder en los mercados agropecuarios.
En varios de los acápites de la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista se establece que las relaciones de mercado deben ser un complemento de la planificación centralizada de la economía. Visto de esa manera podría pensarse que las reformas raulistas incorporan gradualmente elementos del mercado en aras de la tan cacareada actualización del modelo económico.
Sin embargo, algunas de las medidas tomadas recientemente por las autoridades marchan en la dirección contraria. Es como si se arrepintieran de haberle otorgado al mercado determinados espacios en la cotidianidad de la isla. En este caso la arremetida ha sido contra el mecanismo de oferta-demanda en la formación de los precios y tarifas.
Mucha divulgación ha recibido el tope de precios a la transportación de pasajeros que realizan los trabajadores por cuenta propia. Una medida que ha desestabilizado el servicio de taxis privados que tanto necesita la población ante la ineficiencia de la transportación estatal. El supuesto beneficio que traerían las tarifas topadas se evapora debido a la disminución de taxis en las calles. El abecé de la Economía indica que cualquier tope de precios provoca la desmotivación de los productores y prestadores de servicios. Pero ahí no para la embestida gubernamental.
El pasado domingo 31 de julio el periódico Tribuna de La Habana, en el artículo “A tarima llena”, anunció la apertura de un Mercado Agropecuario Estatal (MAE) en el mismo local donde antes funcionaba un Mercado Agropecuario de Oferta-Demanda (MAOD), en la intersección de las calles Pizarro y Vía Blanca, en el municipio Cerro.
Esa acción, por supuesto, no puede contemplarse como un hecho aislado. Se inscribe en el afán gubernamental por eliminar paulatinamente los mercados de oferta-demanda y sustituirlos por MAE con precios topados. También hemos podido conocer que la Plaza de Marianao, ubicada en la avenida 51, y que funcionaba bajo el mecanismo de oferta-demanda, se encuentra cerrada desde hace varios días.
Diez días después de su inauguración, una visita efectuada al flamante MAE de Vía Blanca y Pizarro, nombrado Plaza Cerro, permitió comprobar que su oferta, a pesar del bombo y platillo de las autoridades, dista mucho de la que exhiben los pocos MAOD que van quedando.
Plaza Cerro contaba con 10 surtidos, mientras que ese mismo día el mercado de oferta-demanda de la calle Egido, en la Habana Vieja, mostraba 30 surtidos en sus tarimas, entre viandas, frutas, vegetales y productos cárnicos. Una vez más se confirmaba la superioridad del mecanismo de oferta-demanda para el mejor abastecimiento de los mercados.
Claro, el mercado Plaza Cerro tenía papas, ese tubérculo tan demandado por la población y que el gobierno sólo permite su comercialización en los mercados estatales. Mediante esa especie de monopolio, el Estado intenta lavar el rostro de los MAE, y aprovecha los picos de venta de ese producto para manejar las estadísticas y hacer ver que las formas estatales son las que más valores comercializan.
Más que desear la abundancia de productos agropecuarios y de taxis en las calles, la cúpula del poder prefiere asegurarse de que el mercado no le haga la más mínima sombra a la planificación socialista.