LA HABANA, Cuba.- El gobierno cubano culpa al período especial y al “bloqueo” (embargo) de todos los males que han sumido al país en la miseria económica y moral. Así sucedió con la producción de café en el Escambray, una de las más importantes zonas cafetaleras del país, cuando en el 2010 se produjo la peor cosecha en la historia de esa región y se le atribuyó el fracaso al periodo especial. Sin embargo, la verdadera destrucción de ese cultivo comenzó con el despojo de las propiedades y arbitraria reconcentración de los campesinos de la zona a mediados de la década del 60, último recurso del gobierno para acabar con la insurrección armada que persistía en dicho territorio.
Durante mucho tiempo los medios no cesaron de divulgar noticias triunfalistas sobre el desarrollo de la producción cafetalera, mientras el deterioro del cultivo venía en picada hacía años, motivado por el éxodo de la fuerza de trabajo en las montañas debido a los míseros salarios, así como los bajos precios de compra a los caficultores; además, no se resembraban los cafetales por la falta de atención y recursos (abono, herbicidas, etc.), lo que ocasionó que las plantaciones envejecieran y dejaran de producir.
Por muchos años el café racionado que se vendía a la población era mezclado. No fue sino a partir del 2005 y hasta principios del 2011 –apenas seis años– que los cubanos tomamos café puro. De nuevo a partir del 2011 comenzaron a vender a la población café mezclado alegando las dificultades económicas, los crecientes precios del grano en el mercado mundial y las insuficiencias para producirlo. Isidro Fernández Canedo, director general de la Empresa Torrefactora y Distribuidora de Café de La Habana, declaró a la prensa: “Por la sustitución del café por chícharo, el país deja de gastar unos 17 millones de dólares. La mezcla tiene 50 % de chícharo y 50 de robusta: 40 de importación y 10 cubano, de Guantánamo y Santiago de Cuba”.
En el mismo periódico, Antonio Alemán, director del grupo empresarial Cubacafé, declaró: “Al tomarse la decisión de sustituir una parte del café se buscaron varias opciones y la que más se adecua al hábito de consumo del cubano es el chícharo, en una proporción y tueste oscuro lo más cercano al gusto del consumidor.” Con tal cinismo evidencia el desprecio que los dirigentes de este gobierno sienten por el pueblo. Claro está, a nadie le queden dudas de que la mayoría de ellos ni siquiera ha visto el paquetico de 115 gramos de café mezclado Hola, del que se vende, a cuatro pesos, uno al mes por la libreta de racionamiento; mucho menos deben saber de los accidentes que esta mezclita ha provocado.
Cuando Dayse plantó su nueva cafetera con café mezclado, nunca pensó que le iba a explotar y toda aquella costra negra se clavaría en el techo de la cocina. Me comentó que este café es peligroso porque “cuando no tupe la válvula, tupe el colador”, además, no se puede poner mucho. “Es que yo no tenía otro café y le eché mano al Hola, pero siempre le compro a un particular y nunca he tenido problemas”. Sin embargo, Dayse no es la única, son muchas las quejas de la población.
Cuando en 2011 volvieron a venderlo mezclado, el argumento fue: “Habrá café puro cuando el país lo produzca en la variedad y cantidad necesarias, para lo que deberán crearse todas las condiciones”. Sin embargo, desde el 2006 comenzó un intenso programa de “reanimación” cafetalera, pero solo con miras a exportarlo. Desde entonces han pasado ya casi doce años. El gobierno sí ha empleado recursos en la recuperación de este cultivo, incluso lo han extendido hasta los llanos. También se vende puro dentro del país, aunque a elevados precios en CUC. Mientras, al pueblo le toca seguir tomando brebaje de chícharos.