LA HABANA, Cuba.- Durante años en Cuba se ha celebrado el día del educador al final de diciembre. Fue un 22 de diciembre cuando Fidel Castro, en concentración celebrada en la plaza de la Revolución José Martí, proclamó a Cuba “territorio libre de analfabetismo”.
Pero este año el día del educador fue relegado a un segundo plano. Toda la propaganda castrista ha estado encaminada a destacar el 55 aniversario de la campaña de alfabetización, para así continuar resaltando la figura de Fidel Castro, algo que viene sucediendo desde el 25 de noviembre, cuando su hermano anunció su muerte, y al parecer esta situación no tiene para cuando acabar.
Hace varios días el Ministerio de Educación orientó la suspensión de la acostumbrada fiesta en las escuelas, y que la fecha se celebraría en cambio con una actividad política. Esto sería de estricto cumplimiento para todos los centros educacionales, ya que en Cuba la educación es pública y obligatoria.
Al conocer la noticia, los comentarios entre los padres no se hicieron esperar. Escuché a una mamá confesar que en el aula de su niña, de primer grado, harían la fiesta a escondidas, y a ella le tocaba llevar las croquetas. Unos días antes del 22 de diciembre le pregunté a una maestra si era cierto que estaba prohibida la fiesta, y me respondió con cierta picardía: “Lo que se hará es un acto político. Pero si los padres llevan un cake, dulces, croquetas, ¿quién les va a hacer un desprecio?”
He aquí un ejemplo de cómo en Cuba se han ido perdiendo los valores morales. Ya desde pequeños, nuestros niños ven a sus padres y maestros fingir y mentir, y así la mayoría continuará de adultos con este tipo de comportamiento. Una de las funciones que corresponde a padres y educadores es aprovechar cada espacio para formar valores, sin embargo, es frecuente escuchar incluso a personas con cierto nivel académico decir que la educación gratuita es un logro de la revolución. ¿Acaso puede ser gratis algo condicionado al servilismo y al adoctrinamiento?
A una maestra de una escuela cercana, que llevaba paquetes con regalos de sus alumnos, según me dijo, y que da clases en cuarto grado, le pregunté si en su aula habían hecho fiesta por la fecha. “Primero fue el acto político, pero más que en el Día del Educador se insistía en la campaña de alfabetización”, contó. “Luego fuimos para el aula, y los padres trajeron una meriendita, y los niños, sus regalos. Pero eso sí: sin hacer bulla ni poner música. Algo es algo, ¿tú no crees?”
Así, de una u otra forma, en muchas aulas cubanas se celebró el Día del Educador. No fue posible impedir la espontaneidad propia de padres y niños para compartir con sus maestros. Pues ¿qué saben los niños de actos políticos ni adoctrinamiento? ¿Por qué desde pequeños se les inculca la mentira, la doble moral? Esta pérdida de valores le ha costado mucho a nuestra sociedad, y eso lo saben los educadores cubanos.