¿Movida o cambios?
Adrián Leiva
MIAMI, Florida, junio, www.cubanet.org, -La Dra. Hilda Molina por fin fue autorizada para viajar al exterior y reencontrarse con su familia. Las cámaras de los medios de prensa cubrieron su salida de Cuba y el arribo a la Argentina. Todo un suceso internacional, simplemente por ser cubana. En cualquier otra nación hubiera viajado libremente; un hecho tan cotidiano no tendría ninguna relevancia.
A pesar de ser una científica talentosa, su fama no llegó por su trabajo como neurocirujana, sino por haber sido un rehén del gobierno de Cuba.
Atrás quedaban los largos quince años de cautiverio, el gobierno le negaba su sagrado derecho a viajar fuera del territorio nacional. Una historia que recuerda la novela de la esclava Isaura.
En sus primeras declaraciones a la prensa en suelo porteño la Molina no demostró odio, simplemente señalo que Fidel Castro fue el verdugo de su familia y le deseaba que tuviera paz en su alma. La Dra. obvió que su caso no es único.
En la actualidad varios miles de emigrantes cubanos se ven imposibilitados de viajar a Cuba, incluso para estar presente en los funerales de una madre, padre o hijos, por prohibición del gobierno cubano.
Los ciudadanos cubanos están sujetos a regulaciones migratorias que violan sus derechos a entrar y salir normalmente de Cuba, incluyendo el destierro camuflado bajo la llamada “salida definitiva” a quienes fijan residencia en otro país.
Emigrar ha sido considerado durante casi cincuenta años por el gobierno cubano como una traición del ciudadano a la Revolución encabezada por Fidel Castro. Esa mentalidad predomina en la actualidad, como si el ciudadano fuese una propiedad estatal.
La segregación de la familia cubana sufrida desde el 1ro de enero del 1959 y que llega hasta nuestros días, no tiene antecedente en la historia de Cuba, incluyendo la época colonial.
El fracaso del sistema económico cubano ha acarreado la destrucción total de la infraestructura del país, mientras que la falta de espacios pluralistas de participación cívica, ha generado un total desarraigo en un sector cada vez más amplio de la población de la Isla.
La emigración es quizás la alternativa para muchos cubanos que desean un proyecto de vida que no encuentran en el horizonte nacional.
En pleno siglo 21 los cubanos viven bajo un verdadero apartheid migratorio.
Hasta ahora el gobierno se ha negado a escuchar el reclamo mayoritario de la población cubana, dentro y fuera de la Isla, para un cambio en la política migratoria, que la adecué a los procedimientos reconocidos internacionalmente. De no producirse estos cambios, no sólo continuarán violándose los derechos humanos de los cubanos, sino también lacerando el sentido de pertenencia a la familia y la nación. La juventud cubana muestra ya una apatía creciente hacia sus raíces, debido a la saturación ideológica y el fracaso del sistema.
De cualquier modo, como una luz de esperanza al razonamiento humano y al derecho, tras bastidores algunos especulan que el gobierno de Raúl Castro prevé un cambio para normalizar los procedimientos en esté sensible tema.
Cierto o falso, la Dra. Molina que llevó más tiempo de cautiverio que la colombiana Ingrid Betancourt, pudo al fin reunirse con su familia. ¿Será un positivo signo de cambios en la política migratoria para el derecho de todos los cubanos o simplemente un “regalo” a la presidenta de Argentina?
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