La rebelión de la plebe

Osmar Laffita Rojas 

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Como consecuencia de los atropellos, los impuestos desmedidos y la incorporación obligatoria a las legiones, la plebe de la antigua Roma, cuyos miembros eran ciudadanos pobres y sin tierras, no tuvo otra opción que rebelarse contra la explotación de los patricios.  Como resultado de estas luchas, los plebeyos lograron  elegir sus propios magistrados, los llamados tribunos de la plebe, que representaron sus intereses. 

Desde entonces se designa con el término plebe a las muchedumbres, en oposición a los poderosos que detentan el poder y actúan  de manera injusta y arbitraria. En 50 años de total ausencia de libertad de expresión y asociación en Cuba, la cultura ha sido un amplificador del discurso oficial. En este contexto de extremado control de la creación artística, la X Bienal de La Habana fue inaugurada el 27 de marzo con la asistencia de más de 200 creadores procedentes de 54 países. 

Parecía que el evento discurriría sin ninguna nota discordante y que el público asistente se limitaría a contemplar las obras expuestas y sacar  sus propias valoraciones. Curiosamente, no se han previsto conferencias, intercambios de los expositores con el público, algo sumamente peligroso, dado el temor de que los debates desborden el discurso oficial al que debe responder la Bienal: “Dentro de la revolución todo, contra la revolución nada”.  

A la artista cubana Tania Bruguera le abrieron un espacio en el Centro Wifredo Lam para su  performance titulado El susurro de Tatlin, en homenaje al arquitecto y artista ruso Vladimir Tatlin. Consistió en un podio, un micrófono y dos actores con uniformes del Ministerio del Interior, situados junto a la tarima, con palomas blancas. 

Dicho performance ha sido el más audaz que se haya visto en Cuba en las últimas décadas. Ha sido la primera oportunidad que la plebe ha tenido para pedir libertad, con los riesgos y consecuencias que esto implica. 

La artista invitaba a lo presentes en el salón para que tomaran el micrófono y dijeran en un minuto lo que quisieran. A los que concurrían al podio, dos actores vestidos de policía le colocaban la paloma blanca en el hombro, como una referencia burlona al discurso de Fidel Castro el 8 de enero de 1959, cuando una paloma blanca se posó en su hombro, lo cual, se consideró un presagio divino.  

Al podio se acercó un encapuchado, y al tomar el micrófono, puso al descubierto una rala barba canosa, e imitando la voz de Fidel Castro dijo: “Creo que hay que prohibir esto”. La plebe lo abucheó, y como muestra de rechazo a tal personaje, los que tomaban el micrófono no temieron pedir libertad y democracia. Los asistentes respondieron con aplausos y gritos de aprobación, y como se podía escuchar en la calle la algarabía, los que pasaban entraban al recinto, se sumaban al evento y aplaudían. 

El breve y trascendental  espacio del performance de Bruguera permitió que  se erigiera una  tribuna de la plebe. Por primera vez se dio la posibilidad a los plebeyos parea que expresaran libremente sus opiniones, que en 50 años los patricios cubanos han prohibido a sangre y fuego. 

Yoani Sánchez (blog Generación Y) escribió en su blog: “Los micrófonos  no abundan; es más, no me empataba con ninguno desde mi tiempo de pionerita”. Otra bloguera durante su minuto ante el micrófono pidió: “Que un día la libertad de expresión en Cuba no sea un performance”. 

Los guardianes de los patricios, refugiados en el Ministerio de Cultura, el Comité Organizador de la X Bienal, no vacilaron en revelar su verdadero rostro, y arremetieron contra todos los que tuvieron el valor de pronunciarse.

La declaración oficial de loa organizadores de la Bienal sobre lo sucedido es un chiste de mal gusto: ”Resulta particularmente ofensivo que usen el espacio libre y plural de nuestro evento, asalariados de quienes manipulan la opinión pública, mienten, censuran, mutilan y cortan sistemáticamente la libertad de expresión y de pensamiento”.

Sobra cualquier comentario. 

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