Censores con título de periodismo
Miguel Saludes
MIAMI, Florida, april, (www.cubanet.org) -En Cuba el estudio del periodismo no está al alcance de cualquiera. Esta es una de las carreras más controladas por el gobierno. Los que tienen la vocación deberán pasar por un fino tamiz. Al final sucede lo que es común en cualquier realidad al estilo de la cubana. La doble moral, incentivada por el proceder del régimen, hace que el filtro pierda efectividad. Los controladores cuentan con esto y aplican un medidor para no perder terreno. El grado de compromiso con el sistema, patentizado por la incondicionalidad, será el factor que determine cual espacio ocupará el futuro periodista en los medios bajo control partidista.
En el capitalismo existe una competencia feroz por lograr ese objetivo. Su premisa es la calidad. Pero el socialismo dictatorial, sin llegar a descartar las aptitudes, otorga preferencia a la lealtad ideológica. Solo los defensores a ultranza tendrán mejores ubicaciones en las ventanas del mundo informativo. Con cierta apariencia de libertad, gozarán del privilegio de Internet y hasta el uso de una página o un blog. Avalados por un título universitario actuarán como cómplices de la desinformación, manipulando la realidad o secundando las campañas oficiales. Este es el caso de la página Cambio de Cuba, bajo la batuta de H.L. Lagarde.
El objetivo de estos sitios electrónicos en pro de la dictadura, es atacar todo signo de libre expresión y democracia surgido dentro de la Isla o procedente del exterior. Entre sus blancos principales está la prensa independiente. Lagarde enfiló contra ella uno de sus más recientes trabajos. En franca sintonía con lo manifestado por el gobierno, insiste en negar la condición de periodistas a los no oficiales, y menos aún que sean independientes. Lo hace amparado en la eminencia que le ofrece su estatus profesional, respaldado por un título universitario.
El ataque contra los periodistas independientes, particularizado en la persona de Luis Cino, incluye los argumentos de costumbre, poniéndose énfasis en el gastado estereotipo de que ellos son asalariados al servicio del enemigo. La conclusión es sencilla. Esos que la cofradía Lagardiana llama mercenarios, tienen un valor excepcional, que suple con creces la falta de certificaciones. Desde sus opiniones, notas informativas, fotos y escritos, exponen la realidad que padece la población cubana y critican los males e injusticias cometidos, no por una Revolución, sino por los que se parapetaron en ese acontecimiento épico para imponer sus dictados a la mayoría.
Hay que cuestionarse sobre quienes llevan en sí el mayor nivel de cinismo. Si los que ocultan y manipulan la verdad o los que a riesgo de la libertad denuncian los males en su entorno. No hay dinero que pague esa cualidad. Tampoco es delito recibirlo cuando el destinatario ha sido declarado un paria social, para que se rinda por hambre y aislamiento.
Si la comunidad mundial está mal informada no debe achacársele a páginas como Cubanet. Ésta, además de la cobertura a los comunicadores no reconocidos por el gobierno, ofrece fuentes alternativas a través de sus enlaces, que comprenden a todos los diarios y publicaciones oficiales de la Isla. Los límites marcados por Cubanet tienen fines diferentes a los que impone la censura oficialista. Son los establecidos para evitar noticias sin confirmar, el uso de descalificativos, ofensas personales y otras actitudes faltas de ética. Es paradójico que aquellos detractores, informantes o delatores, que han buscado dañar la imagen de estos espacios lo intentaron mediante la introducción de falsedades y distorsiones de todo tipo.
Por otra parte no hay razones para tanta alteración ante el hecho de que un grupo diminuto de ciudadanos cubanos reciban un plan formativo en cuestiones de prensa y medios de comunicación, dirigido desde una universidad en La Florida. El gobierno cubano implementa propósitos educativos en diferentes partes del mundo. Incluso concede becas a estudiantes norteamericanos en los centros del país caribeño.
De lo pésimo que puede haber en Lagarde, lo peor es que pretenda defender verdades asestando mandobles contra la libre expresión, en favor de injusticias y censuras. A diferencia de esa actitud contrasta la asumida por quienes, a pesar de no ser profesionales, adoptan un compromiso, más allá de ideologías y partidismos. Es la cualidad de la que Cuba necesitará en el futuro, no para volver al pasado, sino para reconstruir lo que los represores de libertades destruyeron durante cincuenta años.
|