Julian Schnabel. El Mundo.
España, marzo 15, 2001.
MADRID.- Histriónico, inmenso y desmesurado, artista intocable de la
escena estadounidense, figura imprescindible para entender aquella libertina década
de los años 80, el polifacético Julian Schnabel estrena su segundo
trabajo como director de cine. Seducido por los personajes turbulentos, se puso
tras las cámaras para narrar la vida de Jean Michel Basquiat. Ahora,
convertido en el biógrafo de artistas malditos, resucita la imagen de
Reinaldo Arenas en Antes que anochezca. «No lo he hecho conscientemente, ha
sido una casualidad que mis dos películas se centren en la vida de dos
artistas torturados. Llegaron a mí como la vida, por sorpresa».
Reinaldo Arenas le cautivó desde un documental de televisión. «Me
enganchó su vida, su sufrimiento y su falta de libertad. El no escribía
ensayos políticos, sólo escribía novela y poesía».
En cuanto conoció la figura del poeta cubano, el pintor de los platos
rotos se leyó su testamento. «En Antes que anochezca encontré
un hombre con un sentido del humor increíble. Todos los cubanos tienen un
sentido del humor muy desarrollado, Cuba lo necesita para sobrevivir en la
dificultad. Además, poseen una actitud sumisa, si no, no podrían
sobrevivir».
Reinaldo sacrificó su vida en favor de su obra y Julian Schnabel, que
ha crecido aterrorizado por la idea de la muerte y la posibilidad de la nada, se
convenció de que lo importante es dejar un legado. «Qué es la
vida si no tienes tus obras o no puedes disfrutar de tu propia imaginación.
Reinaldo sólo fue libre en su infancia, en el campo, cuando no había
medios, tampoco normas, cuando comía tierra porque sí».
© Diario EL MUNDO. |