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Enero 22, 2001



"Siento no haber presenciado un cambio en Cuba"

Robin Wright, de Los Angeles Times. El País. Sábado 20 enero 2001 - Nº 1723

Durante los últimos cuatro años, Madeleine Korbel Albright, de 63 años, ha sido la mujer más poderosa en la historia de Estados Unidos y, posiblemente, en el mundo actual. La primera mujer secretaria de Estado ha recorrido casi millón y medio de kilómetros y ha viajado a 91 países, a algunos de ellos varias veces, para contener a los últimos dictadores del mundo, negociar acuerdos de paz, intensificar alianzas y promover la democracia. En esta entrevista habla de su legado.

Pregunta. ¿Cuáles han sido los principales logros de este Gobierno en materia de política exterior?

Respuesta. El más destacado fue el conjunto de problemas relacionados con Bosnia y Kosovo. En mi opinión, era muy importante colocar la última pieza que faltaba en el rompecabezas de una Europa libre y completa. No hemos terminado. Es una historia que se remontaba a mucho tiempo atrás y que va a tardar mucho en resolverse. Otra parte de esa Europa libre y completa es la ampliación de la OTAN. En este año 2001, dejamos un Estados Unidos más seguro. Rusia ha desactivado más de 5.000 armas nucleares. Hemos resuelto gran parte de la amenaza nuclear de Corea del Norte y ahora estamos intentando ver qué podemos hacer sobre sus misiles. Dejamos un Estados Unidos más próspero.

¿Cuáles han sido los peores aspectos?

Me gustaría que hubiéramos podido hacer más en el proceso de paz de Oriente Próximo. Me gustaría que hubiéramos avanzado más en nuestra relación con los iraníes. Los obstáculos con los que se encuentran ellos mismos para llevar a cabo sus transformaciones hace que para nosotros sea muy difícil intervenir. Siento no haber presenciado un cambio en Cuba. El pueblo cubano merece gozar de las mismas oportunidades que han tenido los países que han abandonado el comunismo. Lo peor de todo fue el bombardeo de las embajadas. Lo más difícil que he hecho jamás fue traer aquellos ataúdes de vuelta a casa.

La mayor prueba para la política exterior durante su mandato fue Kosovo. Sus detractores afirman que Estados Unidos no supo valorar la capacidad de aguante del ex presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic. Si piensa ahora en ello, ¿hay cosas que habría hecho de otra forma?

Milosevic se ha ido. Acaba de celebrar elecciones. La gente no lo comprendió. Muchas personas dijeron que era como Vietnam y que iba a durar años. Yo no lo creí, y no ha sido así. Pero eso no significa que el asunto se haya acabado, porque todavía hay muchísimo que hacer para contrarrestar los años de desgobierno, primero de los comunistas y luego de Milosevic. Yo tenía la sensación -que al final ha resultado acertada- de que Milosevic acabaría derrocado, porque el pueblo serbio es muy inteligente y no quiere estar aislado del resto del mundo.

¿Qué enseñanzas ha extraído de la experiencia de Yugoslavia?

Tras la guerra de Vietnam, mucha gente no quería que Estados Unidos interviniera en ningún sitio. Yo no pertenezco a esa generación. Creo en la bondad del poder norteamericano, no sólo el poder militar; en general, nuestra intervención suele ser positiva. Por consiguiente, la lección que he aprendido en los Balcanes es que, de 1990 a 1991, con "que lo hagan los europeos", no hacían nada. Cuando Estados Unidos interviene y asume la dirección, los demás le siguen. En las cosas importantes no podemos limitarnos a esperar. Por supuesto, el presidente Clinton y yo hemos llevado a cabo una política exterior mucho más activista y comprometida.

¿Tiene algún consejo para Colin Powell, su sucesor?

Nos conocemos desde hace mucho y tenemos una relación amistosa. El domingo pasado estuvo conmigo tres horas, y el martes comimos juntos. Es verdaderamente extraordinario que a la primera mujer secretaria de Estado le suceda el primer afroamericano. Compartimos muchas ideas sobre el fortalecimiento del servicio exterior y la necesidad de tender la mano a diversos grupos minoritarios. Aunque seamos distintos, tenemos una historia parecida. Somos dos personas que, en principio, nunca tendríamos por qué estar aquí, y ambos hemos trabajado mucho y hemos hecho todo lo posible para ayudar a Estados Unidos.

¿Qué va a hacer ahora? ¿En algún momento ha pensado en la sugerencia de Vaclav Havel de que presente su candidatura a la presidencia de la República Checa, su país natal, para sucederle a él al frente del país?

No, me sentí honrada con su sugerencia, pero nunca lo he pensado en serio. Voy a escribir un libro, al menos. Seguiré muy dedicada a impulsar la democratización. Es un asunto que ha tenido un papel muy importante en mi vida.

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