MIENTRAS Pinochet está detenido, Castro sigue en el poder en un
país reducido a un hospicio
Indro Montanelli. La
Vanguardia Digital - - 04:16 horas - 05/02/2001
Sigo leyendo noticias sobre el proceso que en Chile se prepara a Pinochet
-me dice un lector-. Pero, ¿podría usted decirme por qué no
se habla de los millares de exiliados huidos de La Habana en pobres balsas? ¿Quizá
algunas dictaduras son un poco distintas de otras?"
Precisamente estos días ha venido a parar a mi mesa de trabajo un
ensayo que se plantea las mismas preguntas, a las que responde, en mi opinión,
de una manera muy convincente. Se titula "Il sole nero" y lo ha
escrito Federico Guiglia, un periodista que se formó en mi "Giornale"
y que ahora colabora también en el "Foglio" y que en Sudamérica
está como en casa, porque nació, de padre italiano y de madre
uruguaya, en Montevideo. Me parecen, todas juntas, referencias de toda
confianza.
Guiglia ha reconstruido la situación de Cuba a base de testimonios
recogidos sobre el terreno; mejor dicho, en dos terrenos, el interior de La
Habana y el exterior de Florida, donde se agrupa el millón -o casi- de prófugos
que constituyen un "lobby" con el que ha de contar incluso Washington,
y no son cuentas fáciles de hacer; es más, son tan difíciles,
que es gracias a esta dificultad por lo que Castro permanece en el poder.
En su presentación de este libro, el periodista Sergio Romano explica
la situación, en síntesis, de esta manera. El régimen de
Castro no es el único que ha escapado vivo de la caída del régimen
soviético. Existen también los de Vietnam y de Corea del Norte.
Pero mientras que éstos sobreviven gracias a una compacta fuerza militar,
Castro no dispone ni siquiera de ésta. Dispone sólo del hecho
moral y sentimental de haber sido el "Libertador" de Cuba que, a
diferencia de todos los otros países de América Latina -los cuales
con sus propias fuerzas obtuvieron a lo largo del siglo XIX la independencia de
España-, Cuba permaneció hasta casi los albores del siglo XX como
una colonia española, y después como una semicolonia
estadounidense, hasta Fidel Castro, porque quien la liberó de esta
condición fue él.En todo esto hay mucho de verdad. También
a mí -que no conozco a Castro y en Cuba estuve antes de que apareciese él-
me parece cierto que la oposición al "Libertador" está
prisionera del temor de caer en la sospecha de ser traidora al país y
puesta al servicio del extranjero, es decir, del capitalismo estadounidense, que
buenos recuerdos no los dejó desde luego. Y esto puede explicar muchas
cosas. Pero, en mi opinión, no todas.
Mi corresponsal me pregunta por qué se procesa a Pinochet, que si
bien gobernó como un dictador, probablemente no llegó nunca a los
extremos de persecución practicados por Castro, como demuestra el hecho
de que, después de haber abandonado espontáneamente el poder,
obtuvo en las sucesivas elecciones el 45% de los sufragios. Pero, por desgracia
(para él), el poder lo había conquistado "desde la derecha",
como se consideran los "golpes" militares, para los que no hay salida:
o siguen en el poder, protegidos por sus cuerpos de policía, o acaban
ante un tribunal y después en la cárcel.
Por tanto, mientras Pinochet está detenido, Honecker, que fue el
inventor del Muro de Berlín y por tanto el responsable de todas las
muertes (miles) que éste costó, ha podido marcharse libre, y
Castro sigue en el poder en un país reducido por él a algo que está
a medio camino entre el campo de concentración y el hospicio para
mendigos (lean, lean este instructivo testimonio de Guiglia).
¿Por qué puede Castro seguir en el poder? Porque puede decir que
todo lo que ha hecho ha sido "en nombre del pueblo". Y es esto lo que
le asegura la impunidad.
INDRO MONTANELLI, historiador y periodista. Premio Godó 1992 y premio
Príncipe de Asturias 1996
Traducción: Casán-Piquer
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