Clarín
digital. Buenos Aires, abril 27, 2001.
Washington ahora dice que Castro hizo cosas buenas
Lo aseguró el secretario de Estado, Colin Powell, ante un
subcomité del Senado · Y agregó que Fidel "ya no es más
una amenaza" · Sus palabras podrían marcar una apertura hacia
Cuba
WASHINGTON. AP y DPA.
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, se convirtió
ayer en el primer funcionario en ese cargo que reconoce los beneficios
promovidos por el presidente cubano, Fidel Castro, en favor de su pueblo.
Por primera vez en 40 años de sanciones comerciales de Estados Unidos
a Cuba, Powell declaró en una audiencia en el Subcomité de
Apropiaciones de la Cámara de Representantes que "él (Fidel
Castro) ha hecho algunas cosas buenas para su pueblo".
El jefe de la diplomacia estadounidense, interrogado por el congresista demócrata
José Serrano, reiteró que Castro "ya no es más una
amenaza".
Al ser preguntado por qué Estados Unidos mantiene relaciones con
China, Rusia, Vietnam y no con Cuba, Powell dijo que "puede verse que los líderes
de esas naciones observan que el mundo está cambiando", mientras que
Castro "no ha cambiado sus puntos de vista en ningún sentido".
Serrano, un demócrata de origen puertorriqueño que siempre
tuvo una actitud favorable a levantar el bloqueo contra Cuba y que recibió
a Fidel Castro cuando éste visitó Nueva York, volvió a
criticar la política de aislamiento económico que se impone a Cuba
durante el interrogatorio a Powell. "Esa política no tiene sentido.
Si es un país que no ha hecho nada contra nosotros", señaló.
Las sanciones comerciales impuestas desde 1962 "son malas para ellos
(los cubanos), pero también lo son para nosotros (los estadounidenses)",
agregó.
Un gobierno tras otro, tanto republicanos como demócratas, incluido
el del presidente George W. Bush, han buscado aislar económica y políticamente
a Cuba. Castro, sin embargo, se las ha arreglado para mantenerse por años
en el poder, en un principio con el apoyo financiero de la Unión Soviética
y aun después de la desaparición de ésta.
Serrano dijo que Castro está exportando médicos y no revolución
y sugirió que quizá la política exterior esté guiada
por los sentimientos de los cubanos exiliados residentes en el estado de
Florida.
La sorpresiva declaración de Powell contrastó esta semana con
las duras críticas hechas por Castro a los acuerdos de la Cumbre de
Quebec. El líder cubano identificó al secretario de Estado como "el
general comandante" y a los demás presidentes como "sus
subordinados".
En opinión de Castro el proyecto de vincular la estabilidad democrática
con el libre comercio en las Américas, es aceptar la hegemonía de
Estados Unidos.
Cuba fue el único país del continente no invitado a la III
Cumbre de las Américas de Quebec, en la que 34 estados sentaron las bases
de una zona de libre comercio.
En una larga comparecencia en la televisión estatal de casi cuatro
horas, Castro, de 74 años, abogó el miércoles porque "hablen
las masas, ésa es la consigna que debemos exigir", ya que "la
lucha tiene que darse desde ahora: democracia, plebiscito, consulta con el
pueblo".
Irritado por la reciente censura a su país en la Comisión de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Castro dijo que "un inodoro sería
un excelente lugar" para colocar esa resolución.
"Faltaban dos que se hubieran abstenido, pero votaron en contra",
declaró Castro en el programa televisivo, en alusión a la resolución
aprobada en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, reunida en
Ginebra, por 22 votos a favor, 20 en contra y 10 abstenciones.
Las declaraciones del secretario Colin Powell vienen a poner un paño
frío a esta guerra verbal y dan una señal de aliento hacia los
empresarios estadounidenses que vienen pidiendo una modificación en la
política estadounidense hacia Cuba. Los empresarios, en particular los
agroexportadores del Medio Oeste estadounidense, quieren negociar y realizar
inversiones en la isla caribeña. De esa manera, quieren hacer frente a
sus colegas de Europa que tienen las manos libres para hacer buenos negocios en
Cuba.
Esta posición de los empresarios es, a su vez, defendida por varios
legisladores republicanos que intentan influenciar en la administración
de George W. Bush. La señal dada ayer por Powell podría ser una
expresión de esa corriente de opinión aperturista hacia Cuba.
Fidel Castro al ataque: "El señor De la Rúa no es más
presidente"
El jefe de Estado cubano replicó durísimamente al voto de
condena en la ONU · Dijo que en la Argentina "quien tiene el poder es
Cavallo" · De la Rúa respondió que la Argentina "defiende
soberanamente sus decisiones"
Ana Gerschenson.
Para Fidel Castro, "el señor Fernando de la Rúa ya no es
más presidente" de la Argentina, el canciller Adalberto Rodríguez
Giavarini es un "lamebotas" de los Estados Unidos y el Gobierno
argentino está integrado "por un montón de hipócritas,
pigmeos y cucarachas".
La relación argentino-cubana volvió a recalentarse ayer, con
las declaraciones del líder cubano a un canal de televisión de La
Habana. Ante las cámaras oficiales, Castro descargó sin tapujos su
rabia por la condena argentina a Cuba por violaciones a los derechos humanos, en
la Comisión de las Naciones Unidas, que sesionó la semana pasada
en Ginebra.
En Buenos Aires, De la Rúa contestó con poco entusiasmo y
cierta dosis de indiferencia. "Lo que hace a la soberanía de nuestro
país no se resuelve en términos de agravios e insultos",
dijo.
Pero ya hacia la noche, De la Rúa se presentó ante los
periodistas para anunciar la designación de Juan Pablo Cafiero en
Desarrollo Social. Ante una pregunta sobre los dichos de Castro, abandonó
el medio tono, alzó la voz y dijo: "Este es un país soberano
y defiende soberanamente sus decisiones. Esta es una decisión que tomó
quien fue elegido por el pueblo en ejercicio de su libertad."
Más temprano, el embajador cubano, Alejandro González, había
vuelto a tensar la soga. Convocó a una conferencia de prensa para dar a
conocer el texto de una carta que el secretario de Estado norteamericano le habría
enviado a Rodríguez Giavarini antes de la votación en Ginebra.
De acuerdo con el documento distribuido por el embajador, Powell le agradece
"la colaboración más estrecha con relación a la
resolución sobre Cuba en la sesión de la Comisión de
Derechos Humanos de Naciones Unidas de este año". Y le recuerda a
Giavarini, persuasivo: "Sé que podemos volver a contar con usted
este año".
En la carta que habría escrito Powell a su colega argentino el jefe
del Departamento de Estado también le pide al canciller que ayude "en
el cabildeo por los votos que se requerirán para la aprobación de
esta resolución". Y menciona en este sentido la necesidad de que la
Argentina utilice su influencia "para lograr el apoyo de Uruguay, Costa
Rica, México, Guatemala, Ecuador, Perú, e incluso tal vez Brasil".
El embajador cubano terminó de leer el supuesto mensaje secreto con
un "es vergonzoso". Y comentó sonriente que el mensaje parece "una
carta de amor que va más allá de las pecaminosas relaciones
carnales" argentino-estadounidenses.
El embajador argentino en Cuba, Oscar Torres Avalos, tampoco ayudó
ayer a descomprimir la escalada diplomática. Dijo que la Argentina debió
abstenerse en vez de votar contra el gobierno de Castro.
"Yo, sinceramente, me hubiera abstenido; ésta es mi posición
política", afirmó el diplomático, que fue retirado de
su sede en La Habana en febrero pasado.
Una semana después del voto argentino, que tal como el líder
cubano había presagiado fue idéntico al de Estados Unidos, Castro
críticó sin piedad al gobierno aliancista. Y le pegó donde
más duele.
"El señor (Fernando) de la Rúa ya no es el presidente
argentino; quien tiene el poder es (Domingo) Cavallo", aseveró. Y
profundizó su furia cuando le pidieron que opinara sobre la decisión
del jefe de Estado. "Qué voy a decir del Presidente. No puedo decir
nada, porque ya no hay presidente, porque ya no preside este señor que
hace declaraciones", aseguró con acidez.
"Allá fue el caballero a firmar el pacto de anexión en
Quebec (Canadá). Votó a favor de la anexión de Argentina a
EE.UU."
Anoche, Giavarini visitó de urgencia al Presidente en su despacho
para ponerlo al tanto del debilitado estado de las relaciones bilaterales.
"No vale la pena" responder las declaraciones de Castro, dijo más
tarde el canciller. Pero lanzó un contragolpe discursivo que volverá
a enfurecer a Fidel. "Más allá del papel de víctima
que pretende asumir, los dichos de Castro son consecuencia de la situación
política interna de Cuba y demuestra el grado de fragilidad del régimen
cubano", aseguró Giavarini.
Y después de defender una vez más el voto argentino, celebró
haberse conducido "con extrema moderación, a punto de haber
provocado, nuestra templanza, la sorpresa de muchos". |