Delfín Fernández era el agente Otto cuando espiaba en Cuba
para el Departamento 11 de la contrainteligencia cubana. Durante quince años
siguió las consignas del Régimen castrista: se infiltró
entre empresarios españoles que invertían en Cuba, les siguió,
les espió, ordenó que se grabara todas sus actuaciones en la isla
y sus informes llegaron a las altas jerarquías del Ministerio del
Interior.
D16. Miercoles, 4
de abril de 2001.
-Sabemos, por anteriores declaraciones suyas y por otras fuentes, que a
empresarios, políticos, artistas y personas de renombre se las grababa su
vida pública y privada en la isla. ¿Lo hacía también
usted directamente?
-Como ya saben ustedes, las grabaciones las hacía yo de forma directa
únicamente en los casos en que sólo a través mía era
posible el acercamiento a la persona señalada. En otros casos, se lo
solicitaba, a través de la jefatura, a los departamentos especializados
en esa actividad, que eran los encargados técnicamente de la grabación.
-¿También se espiaba a los políticos españoles que
viajaban en visita oficial?
-Yo, personalmente, no tenía que ver directamente con ese sector,
pero, efectivamente, sé que lo hacían compañeros míos
del Departamento K, también del Ministerio del Interior. Le puedo hablar,
en concreto, del caso de Josep Borrell, de quien sé positivamente que se
le grabó. Fue en enero de 1996. Borrell viajó oficialmente a Cuba
en calidad de ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente
del Gobierno de Felipe González. Por mis conocimientos de España,
los compañeros del K que le tenían que grabar me preguntaron si yo
le conocía. Por ellos supe que se le grabó todo, absolutamente
todo lo que hizo en la isla, incluyendo, naturalmente, su vida privada. Hay
metros y metros de cinta grabada. Todo quedó registrado: con quien habló
y con quien estuvo.
-¿Llegaron a grabar a Borrell incluso en su residencia privada?
-Mire, como ya les he dicho en anteriores ocasiones,las habitaciones de
muchos hoteles estaban preparadas para grabar tanto en audio como en vídeo,
y desde luego lo estaba la habitación que ocupó Borrell. En Cuba
se espía todo: se sabe hasta cómo duermen, cómo se bañan,
con quién comparten la habitación. Es algo enfermizo en el régimen,
es como un síndrome. Hay que grabarlo todo, tenerlo todo controlado. A
Borrell se le grabó. Es todo lo que le puedo decir.
-¿En Cuba se graba a todo el mundo?
-Sólo a las personas con peso importante en la vida pública o
política de algún país, como España, que interese a
Fidel Castro. Es algo muy desagradable, pero lo teníamos que hacer. |