Por Paquito D'rivera. Publicado el sábado, 31 de
marzo de 2001 en El Nuevo Herald
Weehawken -- A través de mi ya larga carrera artística, he
recibido y visto entregar un inmenso número de los más diversos
trofeos, medallas y diplomas, práctica tan común en nuestro medio
como lo es cada vez más en casi todas las ramas de la actividad humana.
Las manifestaciones de reconocimiento público al mero cumplimiento del
deber o la satisfacción personal tienden a multiplicarse en nuestros días,
y aunque sinceramente agradezco cada vez que soy motivo de alguna de estas
distinciones, el frecuente desprecio al valor de muchos que merecen nuestro
homenaje y el exagerado tributo a otros de dudosos méritos me hacen ver
la creciente industria del premio con desconfianza y escepticismo.
A ojos vista, el prestigioso Nobel no es la excepción: "Debieron
habérselo entregado a Borges'', dijo García Márquez (y yo
estoy de acuerdo con él) cuando recibió el suyo. Pero la propuesta
del parlamentario noruego Hallgeir Langeland nominando a Fidel Castro para
semejante galardón me parece tan absurda como proponer a King-Kong para
el certamen de Miss Universo. Me pregunto si al señor Langeland no le
parece que la sola imagen de un anacrónico militarote, con cien ceñudos
guardaespaldas a su alrededor, enfundado en un sospechoso e inexplicable abrigo
verde olivo en pleno agosto caribeño y pistola al cinto, recibiendo nada
menos que el Nobel de la paz es lo más parecido a un chiste de mal gusto
que pueda imaginarse.
Me entristece que tan lamentable decisión saliera de Noruega, un país
al que quiero y admiro, y de una región como Escandinavia, con un
efectivo sistema de bienestar social y una antigua tradición de respeto
por los derechos humanos, tan distantes de los arbitrarios métodos
dictatoriales aplicados por vuestro candidato durante más de cuatro décadas
de tiranía, con mucho la más larga del globo.
Cuba es, efectivamente, un país pequeño y empobrecido gracias
al mismo sistema que hizo añicos la economía de tantos países
del este de Europa y que se las ha arreglado para enviar lejos de sus fronteras
no sólo a médicos e ingenieros, señor diputado, sino también
a asesores militares, traficantes de drogas, elementos subversivos, tropas de
ocupación, prostitutas, infiltrados, armas bélicas,
contrabandistas, saboteadores, expertos en represión masiva, pistoleros,
torturadores profesionales y otros especialistas en la manipulación de
las libertades personales que tan valiosas son para usted y todos los
escandinavos. Eso, además de los casi dos millones de exiliados cubanos
desperdigados por los cuatro puntos cardinales, y sin contar los que a diario
mueren ahogados o baleados tratando de huir de su propia tierra.
Por todo esto y mucho más me permito asegurarle, señor
Langeland, que no creo que ni usted ni ninguno de los que le secundan en esta
irracional candidatura serían capaces de aguantar ni tres meses en ese
paraíso castrista que tanto defienden desde prudencial distancia. Por
otro lado, tampoco puedo decirle que me sorprenda su extraña y en sus
propias palabras controversial propuesta. Su irresponsable ausencia de compasión
no es nada nuevo y su miopía política no es una enfermedad exótica
ni mucho menos, pues hasta podría decirse que está usted en
ilustre compañía, rodeado de celebridades. Tengamos en cuenta que
la revista Time escogió en 1938 al mismísimo Adolfo Hitler como
hombre del año, y pasando el tiempo (que todo lo borra), su graciosa
majestad la reina de Inglaterra condecoró en Londres a madame Ceaucescu
por su contribución al bienestar de la niñez mundial. Y eso, pocos
meses antes de que la primera dama y su sanguinario esposo, Nicolae, fueran
ajusticiados sumariamente por el pueblo rumano en las paupérrimas calles
de Bucarest. "Los supuestos crímenes del camarada Stalin no son más
que patrañas creadas por la propaganda imperialista'', declaró
cierta vez Paul Robeson desde su lujosa mansión de Enfield, Connecticut.
Y no es difícil imaginar cómo habrán retumbado aquellas
palabras en los oídos de los familiares de los millones de víctimas
del irascible dictador georgiano, pronunciadas por la portentosa voz del famoso
y desinformado cantante.
Es curioso y frustrante a la vez ver cómo hombres de estatura se
ridiculizan a sí mismos al ignorar el dolor de otros grupos humanos, aliándose
en ocasiones con sus verdugos, como sucedió con Nelson Mandela en
oportunidad de su visita a China en 1990 para recibir un doctorado honoris causa
de la Universidad de Pekín. "Quiero expresar mi admiración
por este gran país, cuya sociedad ha sido una verdadera inspiración
para la democracia, la libertad de prensa y la libre expresión del
hombre'' --dijo el ex prisionero surafricano en su discurso de clausura en el
centro docente de la capital china, provocando un embarazoso silencio entre los
anonadados asistentes al acto. Muchos de ellos habían presenciado
recientemente la horrible masacre de 1989 ordenada personalmente por Den
Sia-ping en la Plaza de Tiananmen, donde miles de jóvenes estudiantes
chinos murieron acribillados en un solo día durante una demostración
pacífica que pedía precisamente libertad y democracia.
Muy poco tiempo después, increíblemente, el entonces
presidente George Bush declaró a China "nación más
favorecida'' comercialmente. Probablemente el candidato chino, Li Hongzhi,
fundador del perseguido movimiento Falun Gong, podrá contarle en detalles
sobre aquel trágico incidente que Castro, por supuesto se cuidó
bien de condenar. Por otra parte, mucho me gustaría preguntarle al ex
presidente Carter, otra digna propuesta al Nobel de este año, cómo
se siente al compartir su candidatura con un viejo ladino y tramposo que, como
respuesta a sus gestos de buena voluntad en 1980, le llenó las costas de
La Florida de locos furiosos, espías y reos comunes.
Créame, don Hallgeir, que el único nexo de unión que
puede existir entre Alfred Nobel y Fidel Castro es la explosiva invención
del primero y el uso y abuso que de la dinamita ha hecho el segundo, entrenando
en nuestro territorio a cuanto terrorista internacional ha podido, sembrando
odio, muerte, dolor y luto por todo el planeta. Si eso merece un premio, bien
podrían nominar a la mona Chita pa'l Nobel de literatura el año
que viene.
PAQUITO D'RIVERA - Compositor y saxofonista cubano, ganador de varios
premios Grammy, reside en Nueva York. |