Orfeo Suarez. Enviado Especial./
El Mundo. Jueves, 28 de septiembre de 2000
SYDNEY.- «A Fidel no le gusta perder ni a la pelota», se dice en
Cuba. La «pelota» es el béisbol, el deporte del pueblo y el
mejor vehículo hallado por la Revolución para reproducir la guerra
con Estados Unidos. Sólo después de comprender todo eso es posible
analizar la trascendencia de la amplia derrota que ayer sufrió Cuba ante
Estados Unidos, por cuatro carreras a cero, después de dos títulos
olímpicos consecutivos.
Ahora únicamente falta que Omar Linares acabe en los Yankees de Nueva
York, como Orlando Hernández, apodado el Duque. Los rumores corren en
torno a la delegación cubana en Sydney, pero nadie dice una palabra.
Linares es uno de los símbolos del deporte de la Revolución, junto
a Javier Sotomayor y Félix Savón. De momento, sólo el último
cumple con su cometido en los Juegos Olímpicos.
Razones que explican la derrota de Cuba: la presencia de algunos
profesionales no es la única, pues Cuba ya cayó en la fase previa
ante Holanda. Hay que considerar el envejecimiento del equipo y la deserción
de talentos.
El béisbol ha servido a Castro para realizar maniobras estratégicas.
Por ello autorizó el duelo entre la selección de Cuba y los
Baltimore Orioles, que se saldó con una victoria estadounidense en la
Habana y una cubana en el paraíso del capitalismo. Pero también le
ha dado grandes disgustos. Lo que más condena al líder máximo
es la disidencia. En más de una ocasión ha dicho que por mucho
dinero que tengan no podrán comprar a Linares. Posiblemente le reciba en
el aeropuerto José Martí como ya ha hecho en otras muchas
ocasiones, aunque difícilmente le recordará las palabras del
escritor: «La derrota me hizo más hombre».
Ben Sheets
Fue el mejor del partido. El pitcher estadounidense espera que su actuación
sea recompensada con el salto a las Grandes Ligas. Sydney abría por
primera vez el escenario olímpico a los profesionales del béisbol
y a ese estatus aspira Sheets. |