Fallece en Alabama Heberto Padilla, poeta del medio siglo y primer
disidente cubano
Madrid. ABC, España. 27 de septiembre de 2000
Heberto Padilla, el poeta disidente cubano que llevó a los
intelectuales de todo el mundo a criticar los métodos del régimen
castrista, murió el pasado lunes en el exilio de Estados Unidos. Sus
alumnos de Literatura Iberoamericana en la Auburn State University fueron los
que lo echaron en falta y lo encontraron muerto en su apartamento, donde había
sufrido un ataque al corazón.
El escritor y poeta cubano Heberto Padilla murió el pasado lunes en
su domicilio de la localidad de Auburn, en Alabama (Estados Unidos), de un
ataque al corazón y será enterrado hoy en Miami.
Heberto Padilla, que contaba 68 años, fue un distinguido poeta cuyos
problemas con el régimen castrista hicieron que intelectuales de todo el
mundo comenzaran a criticar el cariz que tomaba la revolución cubana.
Padilla impartía en la actualidad la asignatura de Literatura
Iberoamericana en la Auburn State University. El pasado lunes, después de
faltar a clase, los estudiantes advirtieron a las autoridades académicas
de la ausencia injustificada del profesor. Esa misma tarde acudieron a su
apartamento, donde descubrieron el cadáver del poeta cubano. «Lo
encontraron en su cama, con el rostro sereno y se había muerto cuando
estaba dormido», dijo a Efe la hermana del poeta, Marta, que recordó
cómo el sábado pasado había hablado con él por teléfono
y lo había encontrado «entusiasmado, como siempre».
Uno de sus grandes amigos, Pedro Yanes recordaba ayer a Padilla como uno de
los grandes poetas, personas y amigos que ha tenido: «Yo le conocí
superficialmente en La Habana y más en profundidad en Nueva York, donde
Heberto fue el alma de la librería "Las Américas". Con
Padilla se marcha un ser demasiado bueno y precisamente por ser tan bueno tuvo
muchos tropiezos en la vida. Heberto rompió todos los límites
posibles y su pérdida no sólo es irreparable para la Literatura
cubana, sino para las letras de todo el mundo».
Heberto Padilla había tenido ya varios problemas de corazón y
había estado hace dos años al borde de la muerte.
Nacido en la provincia de Pinar del Río, situada al oeste de Cuba, en
1932. Padilla inició su producción literaria con la publicación
del libro «Las rosas audaces», en 1942, continuando con «El justo
tiempo humano», de 1962.
En 1968, se desencadenó un escándalo político a raíz
del premio que le otorgó el Sindicato de Escritores Cubanos por su libro «Fuera
de juego», en el que se vió una actitud demasiado crítica
sobre la revolución. Este escándalo se concretó, en 1971,
con el encarcelamiento del poeta, al que se le obligó a retractarse
publicamente de sus críticas.
Posteriormente, fue autorizado por Fidel Castro a abandonar el país y
emigrar a Estados Unidos.
También, en 1968, Heberto Padilla escribe «En mi jardín
pastan los héroes» y dos años más tarde, en el año
71, publicó «Provocaciones». La novela «En mi jardín
pastan los héroes» fue secuestrada por Castro y diez años más
tarde es recuperada y publicada en España. Tras fijar su residencia en
Estados Unidos, escribió el libro «El hombre junto al mar». En
1989 presentó en Madrid un libro autobiográfico bajo el título
de «La mala memoria», ese mismo año escribió una novela
policiaca con el título de «Prohibido el gato».
El caso Padilla: fuera de la Revolución, nada
MADRID. Tulio H. Demicheli. ABC, España. 27 de
septiembre de 2000
Los intelectuales, los artistas, los cineastas, incluso los poetas,
comenzaban a criticar, así fuera de una forma muy tibia, del discurso
oficial. El chivo expiatorio fue Heberto Padilla un poeta excelente y
revolucionario de la primera hora, aunque políticamente ingenuo. A su
detención reacciona de inmediato, como así lo recoge en su primer
número la revista Libre (París, septiembre de 1971), la
intelligentzia social-liberal de aquellos días: Sartre, Beauvoir, Paz,
Cortázar, Duras, Calvino, Sontag, Enzensberger, Genet, Juarroz, García
Márquez, Sarduy, Semprún, Claudín, Tàpies, Vargas
Llosa, Valente, Marsé, Fuentes, los Goytisolo, Barral, Castellet, Bryce,
Donoso y un largo etcétera, así como el Pen Club de México.
Enseguida, Seguridad del Estado libera al poeta encarcelado, que se somete a una
sesión de autocrítica, en el mejor aliento estalinista, ante la
Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el sanedrín de la nueva
cultura. «Ustedes saben que yo desde el pasado 20 de marzo estaba detenido
por contrarrevolucionario. Por muy grave que parezca esta acusación, esta
acusación está fundamentada... por una serie de injurias y
difamaciones a la Revolución que constituyen y constituirán
siempre mi vergüenza frente a esta Revolución». A continuación,
Padilla -en ¿diálogo? con Belkis Kuzá, Manuel Díaz
Martínez, Norberto Fuentes, Armando Quesada o José Antonio
Portuondo- desgrana con minuciosidad psicoanalítica todos sus pecados y
los de otros, que también se confiesan. Mario Vargas Llosa, dirige una
carta de renuncia al Comité de Casa de las Américas. En fin, la
confesión de Padilla aún provocó la reacción de
intelectuales y artistas de todo el mundo: «Creemos un deber comunicarle
-señalaban- nuestra vergüenza y nuestra cólera. El lastimoso
texto de confesión que ha firmado Heberto Padilla sólo puede
haberse obtenido mediante métodos que son la negación de la
legalidad y la justicia revolucionarias... (y) recuerdan los momentos más
sórdidos de la época del estalinismo, sus juicios prefabricados y
sus cacerías de brujas». Ese manifiesto aún significó
otra humillación para Padilla, una respuesta a sus defensores: «Ustedes
dirán que no he escrito esta carta, que éste no es mi estilo,
ustedes que jamás se preocuparon por mi estilo, liberales burgueses, ya
que siempre me han visto como a un escritor subdesarrollado, y si ahora me dan
importancia es para atacar a la Revolución...» Pudo esacapar de la
isla, vivir en Madrid, Nueva York o Miami y morir en Alabama. Descanse en paz.
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