Indignación y sorpresa en La Habana tras perder en béisbol
por primera vez en su historia olímpica
MAURICIO VICENT, La Habana.
El País. Viernes 22 septiembre 2000
- Nº 1603
La derrota de la selección de béisbol ante Holanda en los
Juegos (2-4) ha causado una auténtica conmoción en Cuba. En un país
que se enorgullece de tener el mejor equipo amateur del mundo y de haber ganado
hasta ahora a Estados Unidos en todos los partidos importantes de pelota, el
asunto ha tocado la entraña nacionalista. Más que criticas a su
equipo, que las hubo y sonoras, los cubanos están preocupados por la
posibilidad de que Cuba se vaya de Sydney sin la medalla de oro. "La gente
de la calle acepta perder un partido... ¿pero contra Holanda?", decía
ayer el diario oficial Granma.
El que la selección cubana haya caído ante un equipo débil
como el holandés, cuando todavía le queda por jugar con los duros,
Estados Unidos y Japón, ha dejado demolida a la afición. El
partido fue seguido en hoteles, bares y prácticamente en todos los
hogares de la isla. En un restaurante de La Habana Vieja, se paralizó la
cocina ante la inminencia del desastre, y la altura de los gritos al terminar el
partido sólo fue superada por la brutalidad de las blasfemias y la
contundencia de los males deseados a los jugadores. "Hay que fusilarlos",
dijo uno. Otro, más comedido, sólo pidió que fuese a
Australia un babalao, un brujo con poderes para resucitar a "aquellos
muertos".
Maldiciones africanas aparte, la caída del equipo cubano, que hasta
el martes no había perdido ni un solo partido de los 21 disputados en éstos
y otros Juegos -Cuba es bicampeón olímpico en esta disciplina- dejó
a los cubanos con un sabor más que amargo. Granma no dudó en
calificar la derrota como un "asunto de orgullo nacional", y consideró
esta sorpresa con ribetes similares al revés que sufrió Brasil en
fútbol ante Suráfrica días atrás. Los comentaristas
deportivos cubanos no han querido dramatizar las cosas, señalando que lo
sucedido era sólo un "tirón de orejas" que debía
servir para "ponerse las pilas".
Como de refilón, la prensa oficial ha achacado lo sucedido a la
condenable profesionalización de los Juegos Olímpicos, a la que
Cuba se opone. Según los comentaristas, hasta ahora Holanda tenía
un equipo débil, pero ahora juegan en el nueve peloteros rentados
(profesionales). Con la apertura este año del béisbol olímpico
a los profesionales, denunció Granma, "Holanda ha logrado incluir a
varios de sus jugadores con experiencias en la pelota profesional de Estados
Unidos y México" y han contratado como entrenador a Pat Murphy, de
la Universidad de Arizona.
El diario oficial dio algunos datos para demostrarlo. Por ejemplo, "Rikkert
Faneyte, jardinero y lanzador, jugó 80 desafíos para los Gigantes
de San Francisco y los Rangers de Texas; Ken Brauckmiller, el que nos lanzó
casi todo el tiempo, es oriundo de Oregón (EE UU) y marchó a
Holanda en 1989". También informó, en tono de acusación,
que "el segunda base, Ralph Milliard (decisivo el martes), lo hizo en los
Padres de San Diego".
Sin embargo, en la calle muchas de las críticas eran para el
seleccionador cubano, Servio Borges, por no manejar adecuadamente la alineación.
En el restaurante de la Habana Vieja, otro camarero advirtió a Borges,
como para prevenirle de una maldición gitana: "Un partido lo pierde
cualquiera, 'tigre'. Pero mejor no patines más, que te veo cortando caña".
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