Aunque no se prevén medidas «sonadas» como respuesta a
lo que se califica de «grave error» por parte de Cuba al negarse a
condenar a ETA en la Cumbre Iberoamericana de Panamá, España
estudia reducir al mínimo imprescindible los contactos políticos y
diplomáticos con el país caribeño. Mientras, secundando a
España, la UE mantendrá previsiblemente su posición común
sobre Cuba al no observar cambios en el régimen.
Los disidentes cubanos han enviado una carta al Ejecutivo español
en la que expresan su más firme repulsa al terrorismo de ETA
MADRID. Luis Ayllón. ABC.
España. Noviembre 27, 2000
La historia de las relaciones entre España y Cuba en los últimos
años está llena de incidentes que han provocado crisis de mayor o
menor entidad y de duración variada. Sin embargo, la reciente decisión
de Fidel Castro de no apoyar la declaración promovida por El Salvador
para condenar a ETA y mostrar su solidaridad con España ante el flagelo
terrorista, es una de las que más han molestado a las autoridades españolas
por tratarse de un problema para el que hay una gran sensibilidad en nuestro país.
Una prueba de ello es que, contrariamente a lo que venía ocurriendo
en otras Cumbres, Su Majestad el Rey no intercambió palabras amistosas
con Castro, sino que por el contrario ni él ni Aznar aplaudieron la
intervención del presidente cubano cuando habló sobre la infancia,
tema de la Cumbre. Tanto el Rey como Aznar mantuvieron una actitud de clara
disconformidad con la actitud del dictador.
A pesar de ello, según distintas fuentes gubernamentales consultadas
por ABC, no es previsible que la actitud cubana vaya a ser respondida por el
Gobierno español con medidas que podrían ser calificadas de
represalia, como podría ser la llamada a consultas del embajador en La
Habana.
En Madrid no se desea entrar en una escalada que deteriore más las
relaciones bilaterales y conduzca a situaciones como la que durante quince meses
llevó a tener vacante la Embajada española en Cuba. De todos
modos, el presidente del Gobierno, José María Aznar, después
de lo sucedido en Panamá, señaló de forma clara ante los
periodistas que es dificil pensar que ello no vaya a tener consecuencias.
MARCHA ATRÁS
De momento, España se ha vuelto atrás en su disposición
favorable a estudiar una suavización de la dura posición común
de la Unión Europea con respecto a Cuba. La presidencia francesa de la
Unión Europea, con la aquiescencia española, había iniciado
un movimiento para modificar la estrategia comunitaria, de forma que se
facilitaran a Cuba ciertos incentivos, como la negociación de un acuerdo
de cooperación, dejando para más adelante las exigencias democráticas.
El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, al tiempo que subrayó
que se ha producido un «cambio de clima» en las relaciones de España
con Cuba, afirmó que, por el momento, no es necesario abordar las
modificaciones en la posición común europea sobre la isla.
Lo cierto es que el borrador que se maneja en el seno de la UE, propuesto
por la presidencia y por la Comisión Europea tras la última
evaluación de esa posición común se mueve entre dos aguas,
aunque parece más partidario de dejar las cosas como están. El
borrador será estudiado esta semana por los embajadores ante la UE y el
lunes 4 de diciembre por los ministros de Asuntos Exteriores en el Consejo de
Asuntos Generales.
En el texto, según se informó a ABC en fuentes comunitarias,
se indica que en la octava evaluación hecha sobre la posición común
de la UE sobre Cuba, revela que, desde la anterior, efectuada hace seis meses,
no se ha constatado ningún cambio fundamental en la política del
Gobierno cubano. Además, ratifica que el objetivo de la Unión con
respecto al país caribeño, consiste en impulsar un proceso de
transición pacífica hacia el pluralismo democrático, el
respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, unas reformas
económicas duraderas y una elevación del nivel de vida del pueblo
cubano.
La propuesta de borrador considera «esencial» que la UE despliegue
«esfuerzos suplementarios» para llevar a las autoridades cubanas a
participar en un diálogo constructivo y franco sobre cuestiones de interés
común que puedan dar resultados tangibles en los campos político,
económico y de los derechos civiles. Por ello, estima conveniente
continuar poniendo en marcha medidas de confianza dentro del espíritu de
la posición, a la que califica de fundamento de las relaciones UE-Cuba.
Tras recordar que la UE es el principal socio económico de Cuba y que
la población se ve afectada por las dificultades que atraviesa el país,
se aboga por continuar con el actual esfuerzo de cooperación. Por último,
indica que conviene continuar el debate sobre la actualización de las
relaciones de la UE con Cuba.
Las consecuencias de la actuación cubana en la Cumbre de Panamá
a las que se refirió Aznar podrían ir, más en la línea
de que España «castigue» al régimen castrista en foros
internacionales o reduzca al mínimo imprescindible los contactos políticos
o diplomáticos.
Desde luego, parece descartado que se vayan a adoptar decisiones que
perjudiquen a la población cubana. Por eso, no se van a dificultar las
negociaciones de Cuba con sus acreedores para tratar de renegociar su deuda que,
con España llegó a superar los 100.000 millones de pesetas, aunque
posteriormente se redujo.
RESPETO A LOS CUBANOS
La cooperación se mantendrá en los mismos términos
porque se piensa que los cubanos no tienen por qué pagar los errores de
unos gobernantes a los que no han tenido la posibilidad de elegir democráticamente.
De hecho, la actitud manifestada por distintos sectores de la sociedad civil
cubana en relación con ETA ha sido muy distinta de la de Fidel Castro.
Además de la condena clara a la banda terrorista hecha por el arzobispo
de La Habana, cardenal Jaime Ortega, tres conocidos disidentes anticastristas
han dirigido una carta al jefe del Ejecutivo español en la que le
transmiten «sin condicionamientos ni matizaciones de ninguna clase» su
más firme repulsa al terrorismo de ETA «que tanto luto dicen
ha estado sembrando en el fraterno pueblo español».
Los firmantes del escrito son Martha Beatriz Roque, René Gómez
Manzano y Félix Bonne, que con Vladimiro Roca, forman el denominado «Grupo
de los Cuatro» detenidos en 1997 por publicar el manifiesto «La Patria
es de todos». Después de intensas gestiones a nivel comunitario,
lideradas por el Gobierno español, los tres primeros fueron puestos en
libertad provisional, mientras Vladimiro Roca, continúa en prisión.
En algunos sectores del Ejecutivo, se ha visto como un signo positivo que el
Gobierno cubano enviara un mensaje al secretario general del PSOE, José
Luis Rodríguez Zapatero, expresándole sus condolencias por el
asesinato de Ernest Lluch. En ese mismo mensaje, leído por la televisión
oficial cubana, se asegura que «Cuba condena toda forma de terrorismo,
venga de donde venga y realícese contra quien se realice». El
mensaje está suscrito por el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez
Roque, quien, en una comparecencia ante los periodistas en Panamá para
explicar los motivos de la negativa cubana a apoyar el texto presentado por El
Salvador, no consiguió manifestarse de manera convincente.
POSICIÓN INADMISIBLE
Pérez Roque llegó incluso a asegurar que Cuba no había
acusado al actual Gobierno español de practicar la violencia de Estado,
algo que quedó desmentido por la transcripción facilitada por los
propios cubanos de la intervención de su representante en la reunión
de cancilleres previa la la Cumbre Iberoamericana. Esa acusación provocó
la firme respuesta del secretario de Estado de Cooperación Internacional
y para Iberoamérica, Miguel Ángel Cortés, quien consideró
inadmisible la posición de Cuba y acusó a ese país de «utilizar
los mismos argumentos que los amigos de ETA».
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