PANAMÁ. Luis Ayllón / Enrique Serbeto,
enviados especiales. ABC, domingo 19 de
noviembre de 2000.
La decisión de Cuba de no suscribir un texto propuesto por El
Salvador para condenar a ETA y en solidaridad con España en la lucha
contra el terrorismo, derivó en el mayor enfrentamiento verbal registrado
en una Cumbre Iberoamericana. Se produjo entre Fidel Castro y el presidente de
El Salvador, Francisco Flores acusado de complicidad con elementos
anticastristas.
Flores replicó acusando al dictador cubano de «entrenar a
quienes mataron a miles de salvadoreños», durante los años de
guerra en ese país. José María Aznar se limitó a
agradecer el respaldo dado a España por los «países democráticos».
El debate más tenso en la X Cumbre Iberoamericana tuvo lugar al final
de la misma, pero arrancó de la pretensión cubana de diluir la
repulsa por las actividades de la banda criminal en un genérico rechazo
de las actividades terroristas «provengan de donde provengan» para
incluir lo que consideran terrorismo de Estado por parte de Estados Unidos
contra Cuba. Tal pretensión no contó con el apoyo del resto de los
países de la comunidad iberoamericana, que respaldaron la propuesta hecha
por El Salvador.
El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, se
había esforzado la noche anterior ante los periodistas, en explicar con
una larga y reiterativa disertación, los motivos por los que su país
no consideró conveniente una condena específica a ETA y propuso un
texto alternativo.
Según el canciller, el Gobierno cubano cree que no se debe
particularizar en el caso de un país, porque hay muchas naciones
iberoamericanas que sufren el terrorismo, entre ellas Cuba.
Pérez Roque quiso dejar claro que «Cuba no es un aliado de ETA
ni aprueba los métodos que emplea», pero insistió en la
negativa a suscribir la condena expresa de la banda terrorista, hasta el punto
de que la insistencia de los informadores en saber por qué no apoyaban la
propuesta de El Salvador, llevó a los periodistas a comentarle que difícilmente
el pueblo español podrá entender la actitud cubana e incluso, uno
de ellos llegó a preguntar meridianamente: «¿ Pero, por qué
puñetas no apoyan ustedes una condena expresa a ETA?». No hubo
respuesta convincente.
La actitud cubana, lógicamente, ha producido un cierto deterioro en
las relaciones bilaterales, aunque el presidente del Gobierno, José María
Aznar, no quiso ayer profundizar en el tema y se limitó a señalar,
una vez aprobada la declaración que los españoles sacarán
sus conclusiones sobre la posición del régimen castrista.
En cualquier caso, nadie oculta que la principal causa de malestar español
fue la afirmación hecha en la reunión de cancilleres por el
viceministro cubano de Exteriores, Pedro Núñez Mosquera, quien
dijo que la situación en el País Vasco «ha llegado a un punto
casi irracional, con el ejercicio de la violencia por ambas partes, en el pasado
y actualmente».
Ayer, al concluir la cumbre, el presidente de México, Ernesto
Zedillo, tomó la palabra para expresar que «con toda convicción»
apoyaba el texto promovido por El Salvador, una actitud en la que fue secundada
por el primer ministro portugués, Antonio Guterres, después de
que, por delegación de Fidel Castro, el canciller cubano reiterara los
argumentos expresados ante los periodistas.
Fidel Castro decidió tomar la palabra para, en una extensa intervención,
denunciar «hechos extraordinariamente graves», en referencia a la
supuesta conspiración para atentar contra su vida anunciada al llegar a
Panamá.
La larga disertación de Castro sólo mereció una breve
intervención por parte del presidente del Gobierno, José María
Aznar, que se limitó a agradecer en nombre de su Gobierno y del pueblo
español la solidaridad de los países que expresaron su apoyo a
España en la lucha contra ETA y pidió que la declaración se
aprobara con la reserva cubana. Una vez hecho, subrayó que no hay
espacios intermedios en la lucha contra el terrorismo. Posteriormente, en rueda
de prensa, recordó que él sí ha sido victima del
terrorismo, «pero no hablo de ello», dijo en referencia a los temores
expresados por Castro.
CHÁVEZ BAJA LA TENSIÓN
El debate alcanzó entonces su punto culminante porque el presidente
salvadoreño, Francisco Flores, no dejó pasar la ocasión de
replicar a Castro, recordándole que Cuba se involucró en el
conflicto que azotó durante años a su país. «Es
absolutamente intolerable enfatizó que usted, involucrado en
la muerte de tantos salvadoreños, usted que entrenó a muchísimas
personas para matar a salvadoreños, me acuse a mí de estar
involucrado en el caso de Luis Posada Carriles. Una cosa es que un terrorista
entre en un país y otra cosa que usted acuse a El Salvador. Eso es
absolutamente intolerable, especialmente viniendo de usted».
La tensión se mantuvo con sucesivas intervenciones hasta que el
presidente venezolano, Hugo Chávez, pidió que no se vuelva al
pasado y trató de desengrasar la situación con un chiste sobre los
españoles. |