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Noviembre 20, 2000



Cuba se queda sola en su rechazo a la condena de ETA en la X Cumbre Iberoamericana

PANAMÁ. Luis Ayllón / Enrique Serbeto, enviados especiales. ABC, domingo 19 de noviembre de 2000.

La decisión de Cuba de no suscribir un texto propuesto por El Salvador para condenar a ETA y en solidaridad con España en la lucha contra el terrorismo, derivó en el mayor enfrentamiento verbal registrado en una Cumbre Iberoamericana. Se produjo entre Fidel Castro y el presidente de El Salvador, Francisco Flores acusado de complicidad con elementos anticastristas.

Flores replicó acusando al dictador cubano de «entrenar a quienes mataron a miles de salvadoreños», durante los años de guerra en ese país. José María Aznar se limitó a agradecer el respaldo dado a España por los «países democráticos».

El debate más tenso en la X Cumbre Iberoamericana tuvo lugar al final de la misma, pero arrancó de la pretensión cubana de diluir la repulsa por las actividades de la banda criminal en un genérico rechazo de las actividades terroristas «provengan de donde provengan» para incluir lo que consideran terrorismo de Estado por parte de Estados Unidos contra Cuba. Tal pretensión no contó con el apoyo del resto de los países de la comunidad iberoamericana, que respaldaron la propuesta hecha por El Salvador.

El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, se había esforzado la noche anterior ante los periodistas, en explicar con una larga y reiterativa disertación, los motivos por los que su país no consideró conveniente una condena específica a ETA y propuso un texto alternativo.

Según el canciller, el Gobierno cubano cree que no se debe particularizar en el caso de un país, porque hay muchas naciones iberoamericanas que sufren el terrorismo, entre ellas Cuba.

Pérez Roque quiso dejar claro que «Cuba no es un aliado de ETA ni aprueba los métodos que emplea», pero insistió en la negativa a suscribir la condena expresa de la banda terrorista, hasta el punto de que la insistencia de los informadores en saber por qué no apoyaban la propuesta de El Salvador, llevó a los periodistas a comentarle que difícilmente el pueblo español podrá entender la actitud cubana e incluso, uno de ellos llegó a preguntar meridianamente: «¿ Pero, por qué puñetas no apoyan ustedes una condena expresa a ETA?». No hubo respuesta convincente.

La actitud cubana, lógicamente, ha producido un cierto deterioro en las relaciones bilaterales, aunque el presidente del Gobierno, José María Aznar, no quiso ayer profundizar en el tema y se limitó a señalar, una vez aprobada la declaración que los españoles sacarán sus conclusiones sobre la posición del régimen castrista.

En cualquier caso, nadie oculta que la principal causa de malestar español fue la afirmación hecha en la reunión de cancilleres por el viceministro cubano de Exteriores, Pedro Núñez Mosquera, quien dijo que la situación en el País Vasco «ha llegado a un punto casi irracional, con el ejercicio de la violencia por ambas partes, en el pasado y actualmente».

Ayer, al concluir la cumbre, el presidente de México, Ernesto Zedillo, tomó la palabra para expresar que «con toda convicción» apoyaba el texto promovido por El Salvador, una actitud en la que fue secundada por el primer ministro portugués, Antonio Guterres, después de que, por delegación de Fidel Castro, el canciller cubano reiterara los argumentos expresados ante los periodistas.

Fidel Castro decidió tomar la palabra para, en una extensa intervención, denunciar «hechos extraordinariamente graves», en referencia a la supuesta conspiración para atentar contra su vida anunciada al llegar a Panamá.

La larga disertación de Castro sólo mereció una breve intervención por parte del presidente del Gobierno, José María Aznar, que se limitó a agradecer en nombre de su Gobierno y del pueblo español la solidaridad de los países que expresaron su apoyo a España en la lucha contra ETA y pidió que la declaración se aprobara con la reserva cubana. Una vez hecho, subrayó que no hay espacios intermedios en la lucha contra el terrorismo. Posteriormente, en rueda de prensa, recordó que él sí ha sido victima del terrorismo, «pero no hablo de ello», dijo en referencia a los temores expresados por Castro.

CHÁVEZ BAJA LA TENSIÓN

El debate alcanzó entonces su punto culminante porque el presidente salvadoreño, Francisco Flores, no dejó pasar la ocasión de replicar a Castro, recordándole que Cuba se involucró en el conflicto que azotó durante años a su país. «Es absolutamente intolerable —enfatizó— que usted, involucrado en la muerte de tantos salvadoreños, usted que entrenó a muchísimas personas para matar a salvadoreños, me acuse a mí de estar involucrado en el caso de Luis Posada Carriles. Una cosa es que un terrorista entre en un país y otra cosa que usted acuse a El Salvador. Eso es absolutamente intolerable, especialmente viniendo de usted».

La tensión se mantuvo con sucesivas intervenciones hasta que el presidente venezolano, Hugo Chávez, pidió que no se vuelva al pasado y trató de desengrasar la situación con un chiste sobre los españoles.

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