Ramón Gorriarán Colpisa. Enviado especial
Panamá. El Correo Español. Noviembre 20, 2000.
Cuba usó el poder de veto que tienen todos los países que
asisten a las cumbres iberoamericanas para impedir que la reunión de
jefes de Estado y de Gobierno apoyara una resolución institucional de
condena a ETA y de solidaridad con el Ejecutivo y el pueblo de España,
que sí figura en un anexo suscrito por las 20 delegaciones restantes.
Fidel Castro señaló que si algún país debía
recibir la solidaridad de los demás por el terrorismo era el suyo, «que
ha sufrido ataques organizados desde Estados Unidos desde hace 40 años».
Castro, en su intervención, mezcló el bloqueo de Cuba con los
intentos de asesinarle -que atribuyó a la CIA-, el 'caso Pinochet', la
revolución de Sierra Maestra, las Malvinas, los movimientos
revolucionarios en América Latina, Angola, Mozambique y la Guerra Civil
española. El amplio argumentario le sirvió para justificar que
Cuba no apoye la resolución de condena a ETA. Su intervención fue
respondida con un calculado desdén por Aznar, que en un minuto agradeció
el apoyo recibido por el resto de países y reclamó que se pasara a
votar. No hizo lo mismo el presidente salvadoreño, Francisco Flores,
quien calificó de «intolerable» la intervención del
gobernante cubano y lamentó que los países iberoamericanos hayan
tenido «demasiada paciencia» con él.
La hostilidad también quedó reflejada en la intervención
de Aznar. El presidente del Gobierno recordó a Castro que la comunidad
iberoamericana se asienta en «los principios de democracia, Estado de
Derecho, respeto a los derechos humanos y pluralismo que exige libertad de opinión,
expresión o de asociación».
Camino del aislamiento
«Intentar otras aventuras -añadió- es el camino del
fracaso», que conduce a «la pobreza, a la tiranía y al
aislamiento». Castro escuchó imperturbable, y en su turno ni
siquiera aludió a sus palabras.
El ministro de Exteriores cubano, Felipe Pérez Roque, justificó
la negativa de su país a suscribir la condena en que la reunión de
Panamá era una cumbre iberoamericana y, en consecuencia, el documento
debería abordar «todo el terrorismo» en la región. El
jefe de la diplomacia caribeña recordó a España que en el
pasado «existieron grupos terroristas alentados desde el poder», por
los GAL, y lamentó que el problema vasco «no se haya solucionado con
la negociación durante la tregua».
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