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Noviembre 8, 2000



Si invierte en Cuba, piénselo

Pedro M. González. Publicado el miércoles, 8 de noviembre de 2000 en El Nuevo Herald

Han pasado más de 50 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero las víctimas del nacionalsocialismo aún tratan de recibir indemnización de las grandes compañías, principalmente alemanas, que se beneficiaron de la mano de obra esclava.

Cincuenta años son mucho tiempo, díganselo si no a los que pasaron quizás tres o cuatro abriles en los campos de trabajo forzado preparados por la Gestapo. Y sí, a muchas de estas compañías les parece demasiado tiempo para pedir compensación, pero en algunos casos ya han tenido que pagar, y la decisión de los tribunales de obligar a estas empresas a compensar a sus víctimas debe servir de aviso a las que en estos momentos están invirtiendo en Cuba, a pesar de saber que en ese país no se respetan las más elementales normas de contratación.

A muchos les puede parecer inaceptable que se compare el nivel de esclavitud a que fueron sometidas las víctimas del nazismo con el bienestar relativo que gozan hoy en día los "afortunados'' que reciben la oportunidad de trabajar en lo que en Cuba se ha dado en llamar el área dólar.

En un país con un nivel de deterioro tan avanzado, trabajar para estas empresas implica estar por encima de la media, pero lo difícil es conseguir el trabajo. Es decir, es difícil si usted no es miembro del Partido o la Juventud Comunista, o si no tiene un padrino influyente.

En una ocasión en que ayudé a unos australianos (sí, los australianos también visitan Cuba) con un camarero que no los entendía, éstos me preguntaron por qué no buscaban gente como yo, que hablara inglés, para esos puestos de trabajo que requieren contacto directo con extranjeros.

Les aseguré que había pedido trabajo en varios lugares y que en todos me prometían que me tendrían en cuenta, pero debido a que no tenía un tío en el Partido nunca me habían dado el puesto.

Pero ese día aproveché la oportunidad para contarles cómo funciona en Cuba la contratación de empleados cuando se trata de trabajos para empresas extranjeras.

Para empezar, no existen los anuncios clasificados. Eso para quienes crecimos en Cuba no es noticia, pero para quien se ha criado en el mundo libre es un sinsentido.

¿Cómo es que logran contratar al personal?, me preguntaron intrigados. Simplemente no contratan a nadie. El gobierno se encarga de suministrar la mano de obra que necesite esa empresa, la cual paga al gobierno en dólares el sueldo de sus empleados. El gobierno a su vez paga el salario de éstos en pesos cubanos.

Quizás muchos se pregunten por qué la gente prefiere trabajar para esas empresas si es que reciben su salario en pesos. Muy sencillo. Cuando hay contacto con el turista existe la posibilidad de la propina, que, por cierto, también debe ser entregada en parte al gobierno. Pero además, en las empresas que no tienen nada que ver con el turismo existe la posibilidad de que un dueño generoso otorgue una jaba de productos escasos (cuáles no lo son) de vez en cuando, lo cual se ha convertido en una tradición que incluso el gobierno está comenzando a usar y que en algunos casos ha utilizado como medio de presión para que los trabajadores asistan a las marchas que cada sábado convoca para protestar por lo que se le ocurra.

Las corporaciones extranjeras están invirtiendo en Cuba aun a sabiendas de que esa forma de contratación es ilegal en cualquier parte del mundo, y sabiendo además que sus trabajadores no tienen el derecho de declararse en huelga. Pero digo yo aun a sabiendas, cuando quizás invierten en Cuba precisamente porque saben que tienen garantizada una mano de obra barata y dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de no perder el derecho a la propina o a la jaba.

Pero hay más. El incremento de las inversiones en Cuba está provocando un peligroso sentido de bienestar en el relativamente pequeño grupo de personas de pueblo que ha tenido la "suerte'' de trabajar en esa área. Desgraciadamente, la inmensa mayoría del pueblo cubano no conoce la libertad, por lo que cuando consigue subir un poco en la escalera social, siente que no tiene motivos para protestar contra el gobierno.

Cerca de mi casa vivía uno de éstos que de vez en cuando resuelve unos dólares. Cuando en una ocasión se acercó a un grupo donde se hablaba de política, el único comentario que se le ocurrió fue: "Que salga a protestar el que tenga hambre''. En fin, se trata de un nuevo tipo de esclavitud con una característica especial: el esclavo está contento y otros muchos quieren su lugar. Sin embargo, no deja de ser esclavitud, y las compañías que ahora se aprovechan de las condiciones imperantes en Cuba, deben prepararse para las demandas que tendrán que enfrentar.

© El Nuevo Herald

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CubaNet / Debate: El embargo y las inversiones extranjeras en Cuba

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