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Mayo 18, 2000



Liberales frente al espejo

Soren Triff. El Nuevo Herald . Publicado el jueves, 18 de mayo de 2000 en El Nuevo Herald

Algunos liberales comienzan a sospechar, con horror, que la ignorancia está detrás de la polarización de la comunidad miamense que ha permitido al gobierno entrar a patadas en una casa privada y sacar a la fuerza a un niño y que algunos paseen la bandera racista por las calles de la ciudad. Algunos liberales comienzan a preguntarse, con estupor, qué hay detrás de estas fotos que muestran a una aguerrida prensa supervisando las actividades de Elián González cuando estaba con su familia en Miami, y la falta de interés precismente cuando el niño se encuentra en manos del estado norteamericano. Juan Miguel González, el padre de Elián, es representado por el abogado del Presidente, vivió en la base aérea donde se estaciona el avión del presidente, reside en una mansión exclusiva para dignatarios invitados por el Presidente y asistió a una fiesta de una familia millonaria que recauda fondos para el partido del Presidente.

Algunos liberales tienen razones para pensar que en estos momentos el padre de Elián González no se encuentra bajo la presión de Fidel Castro, como dicen los cubanos exiliados. Hay motivos para creer que Juan Miguel González es un instrumento de la política del presidente de Estados Unidos, aun si decide quedarse en este país. Y los liberales preocupados no leen un solo artículo en la prensa que se haga estas preguntas que nacen de la más rancia tradición liberal. Aunque no lo digan, algunos liberales sienten vergüenza y se preguntan: ¿en qué nos equivocamos?

Nadie mejor que los liberales saben que la polarización de una comunidad es resultado de la ignorancia. La baja calidad de la educación y de algunos medios de prensa producen un individuo ignorante, sujeto a la fácil manipulación de los extremistas. Cuando falta un liderazgo que sostenga un punto medio y exija responsabilidad al gobierno y a los medios de comunicación aparece el racismo cotidiano que subyace bajo el modo de vida norteamericano, que el mismo Martin Luther King vio como una tara cultural difícil de erradicar.

Algunos liberales saben qué anda mal. En algún momento, dejaron la educación en manos de la ideología y la prensa en manos del mercantilismo. Se dejaron apabullar por los extremos, perdieron el camino medio, y han contribuido a crear un pueblo ignorante, de pan y circo, que el gobierno y los poderosos pueden manipular.

Algunos liberales en Miami hace unos meses aplaudían al conjunto musical Los Van Van, junto a la extraña compañía de admiradores de Castro. Hace unas semanas se manifestaban en las calles bajo la bandera confederada, la odiada insignia de la esclavitud. Algunos liberales tienen razones para estar preocupados. Algo debe de andar muy mal cuando quienes los acompañan pidiendo libertad de expresión son enemigos de la libertad, y quienes se manifiestan a favor de Estados Unidos enarbolan la bandera de la secesión. En algún lugar, alguien sabe que la prensa debe supervisar sin tregua a los poderosos gobiernos de Cuba y Estados Unidos, y a la burocracia norteamericana, no a los pobres como la familia González, ni a minorías como los cubanos exiliados. Hay que cuestionar también al Servicio de Inmigración, a la Guardia Costera, al FBI, donde parecen haber recalado los guerreros ``de cuello azul'', los ``halcones'' de la guerra fría desempleados. También hay que investigar a los guerreros de ``cuello blanco'', las ``palomas'' del National Security Council.

Algunos liberales reconocen que no ganan nada con unirse a extremistas --izquierdistas y racistas-- y culpar de todo lo malo a los exiliados cubanos. Los cubanos tienen muchos problemas, pero no son responsables de la ignorancia que polariza al pueblo norteamericano. El profesor Darío Moreno debía explicar que el sur de Estados Unidos era una ``república bananera'' antes de que los cubanos llegaran a Miami. Hace sólo 130 años hubo una guerra civil para derrotar a esa república, y en ese mismo instante comenzó a crecer la ilusión de un país homogéneo, blanco, monolingüe. La corriente principal del país quiso enterrar a las minorías en un ``melting pot'' y olvidar la cultura de frontera que prevaleció mucho tiempo. Un ejército se derrota en poco tiempo, pero no una tradición cultural. Cada vez que se olvida que las libertades individuales unen a los norteamericanos, no las banderas nacionales, emerge nuevamente el espíritu del racismo. Algunos liberales comienzan a ver atónitos las consecuencias de sus actos, y tienen razón para estar horrorizados.

© El Nuevo Herald

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