CUBANET... INTERNACIONAL

Mayo 8, 2000



El derecho de Juan Miguel

Manuel Moreno Fraginals. Publicado el lunes, 8 de mayo de 2000 en El Nuevo Herald

A Juan Miguel, respetuosamente. Con la esperanza de vernos en el infierno, quemándonos por siempre.

Hay recuerdos que hieren como el filo de un cuchillo. A las seis de la mañana del sábado 22 de abril, cuando nos llamaron para avisarnos que el niño Elián había sido secuestrado una hora antes, recordé los versos de García Lorca. Eran las cinco de la madrugada. Eran las cinco en punto de la madrugada. Ni los versos ni la hora eran los del poema, pero el horror era igual. Había comenzado la reprogramación de Elián. Se le preparaba para que dentro de pocos meses caminase por las calles de La Habana, vestido de pionero, borracho sin alcohol, gritando: ¡Abajo el imperialismo norteamericano! ¡Viva Fidel! Atrás quedaba la muerte de la madre en las aguas de la Florida, y el horror de dos días agarrado al neumático de un carro. Atrás quedaba también la sonrisa de Marisleysis; la caricia protectora de su tío abuelo Lázaro González, y el calor del pueblo cubano exiliado, hasta ahora profundo creyente de la justicia norteamericana.

Mi abuelo, coronel de las fuerzas independentistas de Cuba, nos enseñó a respetar a Estados Unidos. Recuerdo en mi juventud las noticias de las fuerzas armadas de esta nación luchando contra el nazismo de Hitler y el fascismo italiano. Nunca pensé que viviría para ver a estas mismas fuerzas, en traje de combate, apuntando sus armas a una familia indefensa y secuestrando a un niño en suelo norteamericano. ¿Qué cambió? Eran otros tiempos y otro presidente. Tal vez sea el valor de unas latas de productos agrícolas para vender al pueblo cubano y el acceso a la fuerza laboral esclava cubana, pagada a diez centavos la hora, lo que motiva este cambio de la política norteamericana. Quizás sea también la inminente repatriación a Cuba de unos delincuentes y locos, sacados de cárceles y manicomios por Castro, y enviados a Estados Unidos durante el éxodo de Mariel lo que se está canjeando por este niño.

Richard Nuccio declaró que esta administración ha cedido ante el chantaje de un nuevo Mariel. Sinceramente, no entendemos ni podemos entender al presidente de la primera potencia del mundo dejándose extorsionar por su viejo y conocido enemigo. Y, aún menos podemos comprender cómo es posible que se lleve esta acción tan violenta al mismo tiempo que Estados Unidos consigue una nueva condena al gobierno de Cuba en Ginebra por su violación continua a los derechos humanos. Condena que se logra por la amplia documentación de estos crímenes.

Queremos recordar que entre los documentos que prueban el incumplimiento en Cuba de los derechos humanos están decenas de reclamaciones de padres exiliados que han tenido que huir dejando atrás a sus hijos, a quienes Castro tiene como rehenes. Por mencionar sólo dos casos, está el del gran músico Paquito D'Rivera, que estuvo años separado de su hijo, a quien al final consiguió sacar de Cuba comprando su libertad a los sobornables burócratas cubanos. El otro desgarrante caso lo tenemos ahora en Milagros Cruz Cano, joven disidente ciega, enviada al exilio con sus perros, pero sin permitirle que trajera a su hija Nohemí de nueve años. El gobierno de Castro se ha negado a autorizar la salida de Nohemí a pesar de que la niña recibió visa de Estados Unidos para reunirse con su madre. Que sepamos, en ninguno de éstos y otros múltiples casos la administración actual ha intervenido para hacer valer el derecho de esos padres separados de sus hijos por largos años.

Juan Miguel González, por su profundo miedo al exilio, no viajó a Miami para buscar a su hijo. Sin embargo, ejerciendo sus derechos de padre, instó al gobierno norteamericano a que tomara innecesariamente los mayores riesgos con la vida de Elián. Por lo tanto, el niño, que estaba seguro en la humilde casa de La Pequeña Habana, fue puesto en peligro durante el secuestro autorizado por su padre Juan Miguel.

Amigo Elián: tú llegaste a estas playas un Día de Dar Gracias a Dios. Te sacaron de tu hogar en la madrugada de un Sábado Santo, antes de que Dios resucitara. En la Cuba donde tú vivías ese día no existe, porque se enseña a todos sus habitantes que la religión es el opio de los pueblos, y Castro el único Dios. Ha de ser por eso que ha podido insultar durante más de cuarenta años al pueblo norteamericano. Como aquí Dios sí existe, fue necesario esperar a que estuviera crucificado y muerto para llevar a cabo tu secuestro. Pasarás muchas noches en un sanatorio, disfrazado de centro escolar, donde expertos en lavado de cerebro experimentarán contigo. Si un milagro salvador no llega a tiempo, ya te oiremos hablando de la ``mafia'' de Miami.

Miembro de Honor de la American Historical Association, se encuentra actualmente en la Universidad de Yale.

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