Julio Trujillo. ABC Internacional - jueves 30 de marzo de 2000
Los judíos utilizaban, para la expiación de los pecados del pueblo, un chivo que enviaban al desierto, el Día del Perdón, cargado con los pecados colectivos. De ahí lo de chivo expiatorio. Elián González, el niño balsero, se ha convertido
en un instrumento político de primera magnitud.
El tirano de La Habana, sumido en la decadencia biológica, política y moral, ha encontrado un resorte emocional que explotar a gusto. Con la ayuda inestimable, claro está, de admiradores de medio mundo, algunos muy laureados, dispuestos a comprar desde hace tiempo cualquier
subproducto intelectual habanero. Nada mejor que un niño arrojado a la arena frente a los leones del imperialismo. Elián es ahora la principal arma de Castro en este fin de siglo para tratar de trasladar a otro lado los pecados de él y los suyos. La historia universal de la
infamia se ha visto engrandecida con el asunto Elián.
¿Y Elián? Pues el niño no quiere volver a Cuba. Aunque parece lógico que prime el derecho del padre a vivir con él, una vez que la madre pereció ahogada en el intento de llegar a Estados Unidos en la tragedia de la que Elián escapó de forma
casi milagrosa, no hay que olvidar que no se trata de una simple disputa sobre una reunificación familiar común. La madre de Elián, como miles de cubanos, intentó huir hacia el bienestar y el destino sólo permitió llegar al niño, que vive ahora con
unos familiares más o menos cercanos, en el otro lado del estrecho. Los cubanos están separados no sólo por unos pocos kilómetros sino, sobre todo, por cuarenta años de tiranía, mentiras y demagogia.
En Estados Unidos las decisiones judiciales sobre Elián están contaminadas por la carrera electoral a la Presidencia que culminará en noviembre. Al Gore, continuador de la política cubana de Clinton, querrá seguir con gestos de distensión aunque no
renuncie a los votos de un exilio cubano cada vez más próspero e influyente. G. W. Bush, por su parte, promete mano dura con el régimen cubano. A su vez, los líderes de los emigrados, no siempre lúcidos en su política de oposición a Castro, quieren
aprovechar la carrera electoral para lograr compromisos para los próximos años. La política cubana, a uno y otro lado del estrecho, pocas veces ha estado caracterizada por la sutileza y la paciencia.
Elián se encuentra justamente en medio. Probablemente no entiende casi nada de lo que está pasando: sólo que vivió una terrible tragedia en la que murió su madre, que llegó al mundo de posibilidades que ella soñaba, y que puede volver, por decisión
judicial, a un incierto punto de partida donde muchos seguirán soñando con la huida. ¿Soñará Elián con los meses pasados en la tierra prometida?
© 2000 Prensa Española S.A. Reservados todos los derechos. |