Por Ariel Remos. Diario Las Américas. Edición del 22 de Marzo, 2000
No es raro el revuelo causado por la reunión de LASA, el copatrocinio de FIU y la renuncia de Cabrera Infante a su doctorado Honoris Causa de ese alto centro docente.
Lo primero que hay que entender en todo esto es que el tirano hace 41 anos que está en guerra con EE.UU. y con el exilio cubano. Quien así no lo entienda, construirá sobre falsas premisas. Además, nadie ha estado tanto tiempo en guerra contra la libertad como Castro.
Su obsesión es su ego y ese ego lo desborda todo. Es ingenuo e inútil pensar por un momento que eso vaya a cambiar.
El más grande obstáculo que ha encontrado ese ego elefantiásico, es el exilio. Y su guerra contra él no la detiene nadie --como la del exilio contra él, tampoco, justo es consignarlo-- a no ser derrocándolo o rindiéndosele. Por eso no resulta
ocioso sugerirles a los dialogistas y conciliadores sinceros, que es imposible --dando de lado a la cuestión ética-- la paz y la reconciliación con los que están en guerra, porque llevan irremisiblemente las de perder.
En el ámbito de la cultura, como en el político, no ha habido cambios en Cuba ni los habrá mientras Castro se mantenga en el poder. Su lema sigue siendo "socialismo o muerte", que es un eufemismo por "Castro o muerte". El es la única voluntad, El
es la única voz. Y todo lo que pueda significar algo, tiene que serlo en función de él. Y es en ese juego donde entran los académicos, profesores e intelectuales, a los que el propio Castro ha dividido entre los que pueden salir de Cuba, como esos que vienen invitados por
LASA, incondicionales o que no se atreven a discrepar aunque disientan del régimen, y los que no pueden, de los que es ejemplo señero Raul Rivero, al que le negaron ir a recibir un premio en el extranjero; o sea, los que osan discrepar del régimen.
Por todos esos detalles, llama la atención que se haya invitado nada menos que a 125 "académicos" de Cuba comunista, aunque no hayan venido todos. Sería bueno preguntarse si en otra época y tratándose no sólo de países hispanoamericanos,
LASA hubiera invitado a académicos de Sudáfrica, aunque fuera uno solo...
Creo que los intelectuales honestos tienen que estar de acuerdo en que la cultura y cualquiera de sus expresiones, como la misión de todo intelectual, es incompatible con la falta de libertad. Y eso es lo que no ocurre en Cuba, donde no puede existir una intelectualidad auténtica,
no puede hablarse en serio de intelectuales, académicos o hacedores de cultura, porque falta ese ingrediente que los convierte sencillamente en agentes del régimen cuando opinan o teorizan en el exterior.
Contar con esos señores que, en el mejor de los casos, no cuentan, es comprometer la libertad que debe estar en la base de todo empeño académico, como se supone que es el de LASA. No tiene sentido darle las armas de la libertad a los liberticidas.
Por eso, lo primero que hicieron esos "académicos" fue echar por delante la agenda política del régimen (abogar por el levantamiento del embargo y la normalización de relaciones entre EE.UU. y Cuba), que no será la de mucho de ellos, pero es la que
tienen que sustentar, so pena de no regresar o ser castigados a su regreso.
Es oportuno señalar a beneficio de inventario, que mientras en otros sectores como el deportivo, el médico y de otras actividades y profesiones, es frecuente una que otra deserción cuando viajan en grupo al extranjero, en este caso no se produjo ninguna..
Finalmente, no vemos la ventaja de traer a esos "académicos", entre agentes, los más, y manipulados, los menos, y pensamos que no debe perderse el tiempo en invocar la libertad de expresión en favor de representantes de un régimen que hace mucho rato la mató
en Cuba. Los intercambios son una concesión a ese régimen y es mirar al otro lado frente a tanta sangre derramada y a tanto dolor acumulado en estos cuarenta y un años. |