CUBANET... INTERNACIONAL

Julio 24, 2000



Preguntas a un socialista cubano

Luis Aguilar León. Publicado el lunes, 23 de julio de 2000 en El Nuevo Herald

Con merecido detenimiento, y una cuota de reserva, leí el trabajo que publicó el pasado jueves, en El Nuevo Herald, el señor Manuel Cuesta Morúa, presidente de la Corriente Socialista Democrática (CSD). El señor Morúa vive en Cuba, despliega la poco usual modestia de aclarar que la "corriente'' se refiere a "un grupo pequeño de disidentes'' y, curiosamente, se autodefine como "afrocubano'', terminología más usual en el norte sajón que en Cuba, donde, desde hace décadas, los negros cubanos, o los cubanos negros, se identificaron con la cubanidad.

Mi reserva aumentó al percibir la diferencia entre las declaraciones que le hizo Cuesta Morúa a Pablo Alfonso, reportero de El Nuevo Herald, y las opiniones que expresó más tarde, en un artículo en inglés que publicó en el Herald el 20 de julio. En las primeras, el señor Cuesta Morúa afirma severamente que "el régimen de Fidel Castro bloquea las reformas económicas, mientras mantiene inalterable su falta de voluntad política para el cambio democrático''. En las segundas, el presidente de la CSD, hace un giro de noventa grados y culpa de casi todos los problemas "al poder de los ultraconservadores exiliados cubanos en Estados Unidos''.

Ese radical viraje da la impresión, y de impresión hablo, que Cuesta Morúa toca un ritmo cubano cuando habla en español en Miami; y entona el conocido jazz antiexiliado cuando escribe en inglés y se describe como Afrocuban. En su momento de jazz, el presidente de la SGC sostiene que "la política de los Estados Unidos es un obstáculo mayor para la transición política pacífica que todos queremos para Cuba --cada actitud amenazante de EU, cada intento de ahogar económicamente a Cuba, inevitablemente provoca una reacción defensiva del gobierno cubano''.

Quién sabe si por su juventud, o por su falta de acceso a los documentos del pasado, el señor Cuesta Morúa ignora quién fue el primero en tomar la ofensiva en el viejo conflicto Castro versus Washington. En 1959, por ejemplo, mucho antes de que existiera el embargo, el señor Castro culpó a Estados Unidos de todos los males y maldades que habían dañado a Cuba desde el descubrimiento, incluyendo, especialmente, la reciente y "criminal'' voladura de un barco mercante en la bahía de La Habana y el horrendo "bombardeo'' de la ciudad por "aviones imperialistas'', que luego resultaron ser uno solo, desarmado y lanzando volantes de propaganda anticomunista. De ahí en adelante, esa perpetua ofensiva contra Washington, proclamada por Castro como su misión personal desde sus años de estudiante, hizo que muchas iniciativas norteamericas para mejorar relaciones con Cuba cayeran en el vacío.

El propio señor Cuesta Morúa admite no comprender cómo una exigua minoría de cubanoamericanos puede tener tan enorme influencia en el Congreso de Estados Unidos. Tal vez si se fijara más en los múltiples factores que juegan en el caso Cuba: elecciones, sanciones a países petroleros, intereses económicos norteamericanos, le sería fácil llegar a más lógicas conclusiones.

De ahí que yo me atreva a asegurarle al presidente de la CSD que la mayoría del exilio está a favor de levantar el embargo. Después de todo, los mismos exiliados rompen el embargo cotidianamente con viajes a Cuba y ayudas económicas a sus familias, que también salvan al régimen dictatorial. La diferencia entre ellos y los procastristas es que la mayoría de los exiliados quisieran ver concesiones; quisieran que el señor Castro aflojara el duro puño dictatorial y siguiera el consejo del Papa, y de una infinidad de líderes, y abriera Cuba a los cubanos. Mientras eso no ocurra es Fidel Castro el que mantiene al embargo.

En cuanto a afirmar que la guerra fría ha muerto y que quienes sigan hablando de ella son, como repite el presidente de la CSD, "reliquias'' del pasado, vale señalar que en términos ideológicos tal situación pudiera ser cierta. Pero en términos de nacionalismo y poder la reagrupación de bloques, Rusia, China, Corea del Norte sigue vigente. En el caso de Cuba, basta preguntar: si la guerra fría ha desaparecido, ¿por qué mantiene el gobierno cubano una estación de espionaje ruso en la isla?, ¿por qué no desmontar esa "reliquia'' de la guerra fría? A tales preguntas se pudiera añadir el espectáculo de un gobierno en bancarrota que se permite el lujo de mantener al ejército más costoso de la América Latina. Ya no se puede justificar tal situación mencionando el peligro de una invasión "imperialista''. Eso sería aceptar una "reliquia'' de la guerra fría, que ya sabemos que no existe.

Como dije al principio, basta examinar las palabras del señor Cuesta Morúa para comprender lo difícil que debe ser disentir como socialista en una isla comunista y poder viajar al extranjero para desentrañar en público la complicada madeja de su posición ideológica. La verdad es que no sé si desearle buena suerte.

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