Norberto FUENTES. ABC. España. Miércoles 19 de julio de 2000
Cuando la batalla de Elián comenzó, muchos dirigentes de la vieja escuela de Miami encontraron un objetivo común con Fidel Castro: acallar a la disidencia interna, que de la noche a la mañana había saltado a jugar un papel protagónico de primer orden
dentro de Cuba —una entidad política tan insoportable para el tirano como para los que aún creen en una victoria bajo los vientos propicios de la CIA.
Martha Beatriz Roque, que es una patriota acabada de salir de una mazmorra, y pese al olvido mientras libraba su lucha desigual, dice desde La Habana que sus hermanos deben levantar la cabeza, porque lucharon y porque ahora al «gobernante cubano» se le acabó «la ideología»,
es decir, los argumentos. Disueltos los humos del último combate y tras ser devuelto el muchachito a su sitio, se produce la paradoja de que es la disidencia interna la que viene en auxilio de un Miami devastado y acongojado.
Pero ciertas noticias son alentadoras. Al menos, la principal agrupación anticastrista, la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) parece que se propone cambiar de imagen, aunque es de suponer —y desear— que sea algo más que imagen. Un muchacho joven, o alguien
no tan joven pero con una personalidad cautivadora como Dannys Hays, se ha hecho cargo de las oficinas en Washington, y él tiene algo más que ofrecer, nuevas ideas, quiero pensar, y un aire de frescura y hasta un poco de audacia; todo tan necesario, ¿verdad?
Noticias que valen la pena un brindis, aunque aún se conozcan a retazos y la vocera de la FNCA, la señora Ninoska Pérez, se empeñe en mostrarlas como «parte de una política natural de... fortalecer nuestro liderazgo», sin conexiones «con un
debilitamiento interno... vinculado al caso de Elián». En fin, que parecen susurros filtrados a duras penas desde Cuba y no información producida en Estados Unidos. Quizá uno de los primeros logros que obtenga Dennys y los asociados de las tropas de refuerzo sea el de la
transparencia.
Dennys es un joven alerta y sabe escuchar. Por lo menos ése es el Dennys que conocí hace 5 años, y debe sentirse muy a gusto en la posición puesto que le permite cobrar venganza.
Cuando Clinton negoció el tratado migratorio de 1995 con Fidel, no sólo lo hizo a espaldas de Jorge Mas Canosa, el voluntarioso y controvertido presidente de la FNCA, sino también de su propio hombre para Cuba: Dennys Hays, que en ese momento se encargaba de la oficina
cubana del Departamento de Estado. Clinton es el presidente que más rápido le ha cogido las señas a Fidel Castro, el que menos provocaciones le ha asimilado, y el que más crisis le ha creado —con la simple maniobra de devolverle la pelota—, y a su vez,
probablemente, ha logrado todo esto por ser el que más se le parece. Al menos en el caso de Dennys actuó con igual desprecio por un subordinado. Ahora Dennys, amén de hacerle un inapreciable servicio a los cubanos, puede pasarle la cuenta a los que le humillaron.
Necesitan un periódico («el gran organizador», según Lenin) y necesitan poner el oído a tierra en Miami. No todo lo va a resolver el buen Dennys en Washington. La mayoría silenciosa debe ser escuchada y atendida. Y establecer conexiones honradas y no de
manipulación con la disidencia interna, allá, en Cuba, donde de todas maneras se decidirá la batalla.
Pero, mientras la FNCA siga apostando el grueso de sus fichas al lobby en Washington, sufrirá los rigores y la estrechez de maniobra a que los obliga esa conducta de autocolonización. Y hay que limpiar la casa. Sacudirse de los profesionales del fracaso. Será formidable
saber que los Pepes y los Albertos Hernández y ese desastre de comunicación que es la señora Ninoska Pérez, si no están ya en el equivalente miamense del «plan pijamas» (¿o cómo se llama a los funcionarios en desgracia?), están en
remojo, y si no es en ninguna de las dos cosas, pues —por la salud de la Fundación—, que lo estén pronto.
Mientras la habilidades de Fidel lo llevaban a deshacerse de la vieja guardia y renovar su equipo en forma periódica, los veteranos de la 2506 o de las operaciones encubiertas continuaron aferrados a ellos mismos. Puede que sea el resultado de un Gobierno colegiado en estado de oxidación.
Aunque —todo parece indicarlo— entran en el ruedo los equivalentes anticastristas de los Pérez Roque —el actual canciller cubano—, como antes Roberto Robaina.
Quizá sea una página hermosa haber luchado incluso cuando todo estaba perdido. Pero la realidad es diferente —y bastante. Creo que la orientación estratégica se perdió muy temprano en el caso de Elián, aunque de cualquier manera se demostrara una
voluntad.
Los líderes, cuando llaman a la batalla, están en la obligación de asegurar la victoria. Y la batalla de Elián se perdió en un lugar donde no debieron permitirlo nunca. Se perdió con la opinión pública norteamericana, y pasó cuando
no se supo separar familia de política.
Entendamos que la Guerra Fría terminó hace unos 10 años y ya sólo sirve para una serie de CNN. Dejen el discurso tremebundo y apocalíptico a Fidel Castro.
Dejen todo ese ridículo para él y para quien quiera escucharlo. ¿O es que no pueden vivir sin Comandante?
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