CUBANET... INTERNACIONAL

Julio 7, 2000



Entrevista exclusiva para La Nación: el futbolista planea su futuro en la isla

Maradona dice que se queda a vivir "Chachito, no me obligues a ir allá" "Dirigiría a la selección cubana". Habló con Alvarez sobre Bernasconi

Por Daniel Arcucci Enviado especial. La Nación Line. Julio 7, 2000

LA HABANA.- "Soy cubano", dijo Diego Armando Maradona. Con esa definición, muestra de su capacidad inagotable para sorprender, el Diez dejó en claro tres cuestiones: que el gobierno de Cuba le extendió un documento de identidad para extranjeros, que "se siente" cubano y que planea quedarse a vivir en la isla junto con su familia. "Soy cubano", dijo Maradona. Y esa sentencia, que en realidad tiene más de un sentido, fue el disparador inmediato de la maquinaria mediática que sólo él es capaz de poner en marcha. Uno detrás del otro, todos los medios de la Argentina acabaron con las baterías de los dos teléfonos celulares que el mismo Maradona y Guillermo Cóppola cargan en sus cinturas durante cada día de su estada en Cuba, que ya va para los seis meses.

"Soy cubano", dijo Diego. Y la verdad es que semejante frase poco y nada tiene que ver con esa libreta verde que recibió anteayer de parte del gobierno de Cuba y que, a partir de ahora, tiene un lugar en su néceser de viaje, junto a su pasaporte argentino, forrado de exquisito cuero.

En esa libreta, mucho más pequeña, similar a un DNI argentino, las letras doradas anuncian: República de Cuba, Carné de identidad para extranjeros. Adentro, bajo el número 6010307788, aparecen los datos que todo el mundo conoce, una foto de un Diego sonriente y feliz, y el detalle de su ocupación: Deportista paciente.

En la casa de la familia Tedeschi, sus incondicionales amigos en estas tierras, y con el agua de la piscina hasta el cuello, una de las pocas maneras de soportar el calor que ya lleva la marca del termómetro hasta más allá de los cuarenta grados centígrados, Diego habla de todo esto y mucho más.

En realidad, explica y anuncia decisiones trascendentes que tienen que ver con él y con su futuro.

Entonces, la mejor forma de preguntarle y de escucharlo es estar allí mismo, junto con él, lejos de las versiones, en el lugar donde las cosas son y no parecen ser, únicamente con el grabador que todo lo registra fuera del agua y con una solicitada huelga de teléfonos para poder conversar en paz.

-Diego, ¿qué es esto de "soy cubano", qué significa esa libreta que recibiste?

-Significa, antes que nada, una enorme, enorme alegría. Y esta alegría que siento se la tengo que agradecer a Fidel Castro y, en su nombre, a todo el pueblo cubano. Para mí, es el más grande gesto de confianza que yo pueda recibir de parte de ellos, justo en el momento en que se empiezan a hablar giladas en Buenos Aires.

-Pero, ¿es la doble ciudadanía?

-No, no lo es, aunque me encantaría que lo fuera. A ver, para que entiendan los que saben manejar las palabras mejor que yo, que nací en Fiorito y estudié hasta donde pude: cuando digo soy cubano, estoy diciendo me siento cubano. Pero para eso, ¡no necesitaba ningún documento! Es un gesto, un reconocimiento de ellos. Y algo administrativo, también; lógico: ¡si yo vivo acá!

-Es la primera vez que aceptás ser parte de otro país. ¿Recordás un episodio de 1987, cuando te sucedió algo parecido, aunque no igual, y terminaste rechazando la propuesta?

-¡Sí, señor; sí, señor! Una empresa me ofreció cien millones de dólares para que sea el principal promotor del Mundial que se iba a hacer en Estados Unidos, en 1994. Pero dije que no... ¿Por qué? ¡Porque me tenía que hacer ciudadano norteamericano! ¡Cien palos rechacé! Y por Cuba lo hago gratis, porque es mi forma de decirle gracias.

-¿Me equivoco o éste es un paso más hacia tu radicación definitiva en La Habana?

-Es un paso más, sí, es un paso más. Porque mi estada en Buenos Aires, la última vez, con todo lo de Rodrigo incluido, fue muy dolorosa y muy fuerte.

Amo a mi país y lo seguiré amando, pero no puedo caminar por sus calles como lo hago por las de acá. Y no es sólo un problema mío: Rodrigo, mi amigo Rodrigo, también fue una víctima de todo esto... Por eso, sí, en esta semana que empieza estamos buscando casas para alquilar, para que pueda estar mi familia.

-¿Y qué va a pasar con tu tratamiento en La Pradera?

-Voy a proponer irme de allí, pero sin abandonar el tratamiento. Ya no necesitamos enfermeras y médicos que nos estén todo el tiempo encima. Los análisis y todos los estudios que yo me hago siempre, y que necesito, los podemos ir a hacer al hospital Ameijeiras tranquilamente; si allí tienen todo.

-Está claro que te sentís protegido y respaldado por los cubanos; pero, ¿estás diciendo que dejás el tratamiento?

-Yo no dejo el tratamiento. Mientras yo me sienta bien, así, fuerte, con esta paz, con esta tranquilidad, sin que haya corridas, no me voy a morir.

¡No me voy a morir! En aquel viaje a Buenos Aires del que hablaba, en un momento no soporté más y me quise venir para Cuba. Me decidió a mí a ponerme de una vez por todas en el "sí, quiero una casa acá". Y no es que La Pradera me disguste, pero ya no da para más. Se terminó una etapa que vamos a complementar.

-¿De qué manera, Diego? Porque todo el mundo piensa, y vos lo sabés, que has mejorado mucho del corazón, pero que hay otra parte, que tiene que ver con la adicción, que todavía requiere trabajo.

-Sí, sí, y yo soy el primero que lo digo. Que no venga nadie a colgarse ninguna medalla ni a investigarme en mi vida privada. ¡Yo no j... a nadie con mis problemas! Pero, igual, decidí yo, yo decidí, junto con el doctor Cahe, que vamos a completar mi tratamiento en una clínica que está en una isla muy cercana a Cuba (Saint Paul), donde se trató Eric Clapton y salió, salió... Como mucha otra gente que allí logró curarse. Me habló el doctor Cahe de esto y cuando él venga nos vamos a hacer un viaje hasta allí.

-¿En qué punto estás?

-No puedo decir que esté curado del corazón, pero sí que está bajo control. Y para lo de la droga, para darle un corte definitivo, para atacar con todo ese mal, iríamos a esta clínica de la que hablo. Sé que es algo mucho más duro, más intensivo, que va al punto.

-Diego, vos sabés que en esto depende mucho la voluntad del paciente...

-Y yo tengo muchas ganas de hacerlo.

Se quedó dentro de la pileta un buen rato, antes y después del asado infaltable en esa casa. Hasta que a alguien se le ocurrió poner en el equipo de música un compact de Rodrigo.

Apenas se escuchó "No te voy a olvidar..." a todo volumen, caminó hacia un costado, lejos de los demás, y dijo: "Pensar que podría estar acá, conmigo. ¡Las ganas de vivir que tenía! Las mismas que yo".

"Chachito, no me obligues a ir allá" Habló con Alvarez sobre Bernasconi

LA HABANA (De un enviado especial).- A mí no me j... Bernasconi; me j... la Justicia. Voy a golpear todas las puertas para que a este tipo le den 35 años, lo juro por mis dos hijas. Voy a llamar a De la Rúa, a Chacho Alvarez, a todo el mundo. Y así fue: exactamente a las 14.15, hora cubana, todavía dentro de la pileta, recibió el celular de manos de Guillermo Cóppola y escuchó la voz del vicepresidente de la Nación.

-¡Hola, Chachito, maestro! ¿Cómo anda? Yo bien, acá, mucho mejor de salud, cada vez mejor... Me tenés que venir a visitar, así me ves.

-...

-Bueno, Chacho, una cosita sola, Chachito, ¿qué pasa con Bernasconi? Lo vi en la televisión y no lo podía creer. ¿Por qué sin esposas, por qué? Vos sabés que a mí, cuando pasó lo de Franklin, cuando yo caí en cana, no me las dejaron sacar ni para saludar a mi vieja... ¡Y yo no había matado a nadie, Chachito!

-...

-Pero Schlägel la otra vez y ahora él, van sin esposas, ¿entendés lo que te digo, Chachito?

-...

-Es algo para que lo tengan en cuenta vos y todos allá... Porque a mí en Franklin me esposaron, aunque le pedí al pibe que no lo hiciera.

-...

-Bueno, Chachito, a ver si hacemos algo, ¡no me obligues a ir para allá, ¿eh?

A los 15 minutos cortó, sonrió y dijo: "Chachito me entendió".

"Dirigiría a la selección cubana"

LA HABANA.- "Me encantaría dirigir a la selección cubana, me encantaría. Si al fin concreto esto de radicarme acá, me parece que sería una gran actividad para mí. Y armaría un cuerpo técnico de lujo: me encantaría tenerlo a Mario Kempes a mi lado. Y a Fernando Signorini y Elvio Paolorrosso de preparadores físicos. Lo que pasa es que yo no soy de los que van a golpear puertas donde hay otras personas trabajando. Jamás voy a decir que me gustaría dirigir a San Lorenzo, porque está Ruggeri. Porque no me gustaría que me lo hicieran el día de mañana a mí.

-Obviamente, cualquiera de estos proyectos serían para después de tu viaje con el doctor Cahe a la clínica de la isla.

-Sí, sí, siempre después de eso. Y siempre que me lo ofrezcan.

-Es decir: cualquiera de los proyectos sería después de esto.

-Por supuesto. Incluso volver a Buenos Aires y escuchar a Grondona que me diga que me da la selección Sub 20 para dirigirla justo en el Mundial que organizamos en la Argentina. Siempre después del tratamiento.

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