El líder cubano lo calificó de héroe y gigante
MAURICIO VICENT, La Habana El País. Viernes 7 julio 2000 - Nº 1526
Juan Miguel González ocupa ya un lugar de privilegio en el altar revolucionario cubano. Así lo confirmó el acto solemne realizado ayer en el teatro Carlos Marx de La Habana para imponerle la Orden Carlos Manuel de Céspedes. Vestido con uniforme de gala, a punto de
cumplir 74 años, Fidel Castro ofició la ceremonia: colgó la distinción sobre el pecho del padre de Elián y se fundió con Juan Miguel en un largo y sentido abrazo.
Nunca antes las cámaras de la televisión cubana habían recogido algo así. Después, Castro llamó a González héroe, gigante, símbolo moral. "Juan Miguel, ¡la patria te agradece la firmeza y el coraje con que defendiste su
honor y su justa victoria! Tú demostraste", dijo Castro, "que, en momentos decisivos de la historia de un pueblo, la conducta de un hombre puede compensar la deshonra que le hayan ocasionado todos los traidores juntos, como aquellos que quisieron arrebatarnos a tu hijo". Ése
era el meollo de la cuestión.
Hasta los enemigos de Castro reconocen que la vuelta a casa de Juan Miguel y Elián ha representado una de las mayores victorias políticas de Cuba frente a EE UU. Una deserción de la familia González en el "norte revuelto y cruel", sin embargo, hubiera
supuesto un golpe demoledor para el Gobierno cubano. En su discurso ante 5.000 invitados, Castro se refirió a ello. "El mayor acierto de la revolución", dijo, "fue confiar plenamente en Juan Miguel. El mayor error de la mafia y del imperio fue creer que Juan Miguel podía
ser sobornado y conducido a la traición". "Ninguno, de uno o de otro bando en el seno del imperio, dejó de albergar la esperanza de que Elián se quedara en EE UU con su padre", y de ahí los continuos "llamamientos públicos a Juan Miguel para que
desertara", indicó el presidente cubano.
El líder comunista tampoco pasó por alto el porqué de la orden que se concedía a Juan Miguel. Céspedes -quien inició la Guerra de Independencia contra España en 1868-: no vaciló "ante la alternativa de salvar a su hijo o traicionar a
su pueblo", escogió "la muerte de su hijo y ganó el honroso título de Padre de la Patria". Juan Miguel, afirmó, "nunca estuvo dispuesto a comprar la entrega de aquel niño que tanto amaba al precio de la traición a la patria. Su conducta
lo llenó de gloria y le ganó para siempre la admiración de su pueblo".
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