CONTACTO Magazine. Enero 17, 2000 (www.contactomagazine.com)
Desde el momento en que se conoció el rescate del niño Elián González tras un horrible naufragio en el que murieron siete personas, incluidos la madre y el padrastro del menor, el gobernante cubano Fidel Castro tomó personalmente las riendas de una gigantesca
campaña de reclamación del niño.
Según Castro, Elián había sido "secuestrado" por "la mafia terrorista de Miami" y debía ser devuelto a Cuba cuanto antes. Fue ahí que comenzaron las manifestaciones multitudinarias en la isla, en favor del regreso del niño.
El secuestro de menores no es un fenómeno ajeno al dirigente cubano, quien lo ha experimentado en su propia vida.
En el verano de 1956, Castro ya se encontraba divorciado de su primera esposa, Mirta Díaz-Balart, y estaba en México preparando una expedición a Cuba, con el propósito de derrocar al dictador Fulgencio Batista, en el poder desde 1952.
Díaz-Balart estaba a punto de contraer matrimonio con Emilio Núñez Portuondo, hijo del entonces embajador de Cuba ante Naciones Unidas. El joven revolucionario, de 30 años de edad en aquella fecha, se enfureció al conocer que Mirta se casaría con un
conservador y su hijo, Fidel Castro Díaz-Balart, de 6 años de edad, conocido como "Fidelito", crecería bajo la influencia de la familia de su ex esposa.
De acuerdo con un recuento realizado por la periodista y escritora norteamericana Georgie Anne Geyer en su libro "Guerrilla Prince" (Príncipe de la Guerrilla), Castro concibió entonces un plan perfecto para impedir que su hijo permaneciera al lado de la madre.
Llamó a Mirta por teléfono y le pidió que le permitiera a Fidelito pasar dos semanas con él en México. Mirta accedió, según la autora que cita al hermano de Mirta, Rafael Díaz-Balart, como la fuente de información. Accedió
pero con una condición: Fidelito tenía que estar de regreso en Cuba en dos semanas. Castro le dijo a su ex esposa que le devolvería el niño en dos semanas con su hermana Lidia, que era una buena amiga de Mirta.
Cinco semanas después, Fidelito no había sido devuelto ni Mirta había recibido noticia alguna de su hijo ni de su ex esposo. Finalmente, pudo comunciarse con Lidia, que le dijo que lo sentía mucho pero Fidel había decidido que su hijo no crecería dentro
de una familia de "esbirros", palabra muy utilizada en Cuba que nació como referencia a los sicarios del ex dictador Gerardo Machado (1929-1933).
Fidelito había llegado a México el 17 de septiembre de 1956. De inmediato, Castro lo puso en manos de un matrimonio: Alfonso "Fofo" Gutiérrez, ingeniero civil mexicano, y Orquídea Pino, cantante cubana de centros nocturnos. Al niño se le cambió
su nombre por el de Juan Ramírez, y se le hizo miembro de los Boy Scouts.
El niño inició una vida diferente en la confortable villa de los Gutiérrez, que estaba rodeada por un muro alto y tenía una alberca (piscina). Fidel lo visitaba allí, haciendo sonar fuertemente el claxon de su auto al llegar.
El 24 de noviembre de 1956, cuando los expedicionarios del Movimiento 26 de Julio, encabezados por él, estaban a punto de zarpar en el yate Granma rumbo a Cuba, Fidel escribió una carta, una especie de poder, explicando lo siguiente: "Dejo a mi hijo bajo la custodia del
ingeniero Alfonso Gutiérrez y su esposa Orquídea Pino".
"Les entrego a mi hijo a ellos y a México para que pueda crecer y estudiar en este país libre y amistoso, en el que hubo niños que se convirtieron en héroes. No debe regresar hasta que Cuba sea libre o él pueda luchar por su libertad", subraya la
carta, de acuerdo con el libro de Geyer.
Castro y su grupo de revolucionarios salieron de Tuxpan, Veracruz, y llegaron a la región oriental de Cuba el 2 de diciembre. El día 8 de diciembre, con ayuda de la Policía mexicana y de fuerzas de seguridad, Mirta Díaz-Balart recuperó a Fidelito, quien fue
llevado a la embajada cubana en México y de allí trasladado a Cuba.
La familia Díaz-Balart, aún hoy, califica aquel hecho como un secuestro perpetrado por Fidel Castro.
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