Por Alfredo Muñoz-Usain Especial para La Nación Line. 18.01.2000
LA HABANA.- Esta noche, el gobierno cubano y sus medios de prensa seguían con la boca cerrada en cuanto al eventual arribo de Diego Armando Maradona a Cuba con el fin de ser internado en una clínica especializada en rehabilitación de adicciones.
El silencio en tales casos es consustancial en un sistema cuyo jefe de Estado y de gobierno, Fidel Castro, es a la vez el más veterano estadista del mundo en el poder y un acérrimo defensor de la privacidad personal.
De hecho, nadie sabe oficialmente el nombre de la esposa de Fidel Castro ni de los hijos que pudo haber tenido con ella, conducta que imitan todos los que ocupan altos cargos gubernamentales.
Castro, opinan aquí observadores, incluirá bajo la cobertura de ese paraguas de sigilo al famoso ex número 10 del fútbol, como lo hace habitualmente respecto de casi cualquier personalidad o personaje que busque asilo, alivio o ayuda en Cuba, algo que prima facie
parece considerar síntoma de amistad.
La relación Castro-Maradona
El jefe de la revolución cubana dio señas de simpatizar con Maradona cuando, en julio de 1987, el ex astro pasó una semana de vacaciones en La Habana y, de paso, personalmente le entregó una camiseta con el número célebre que le había traído
de regalo.
El único atisbo de que era posible que Maradona viniese a tratarse a Cuba fue hasta ahora la declaración del jefe del Departamento de Servicios Médicos Internacionales del Ministerio de Salud Pública cubano, doctor Julio Castañeda.
El funcionario afirmó: "Estamos dispuestos a recibirlo en un programa que lo ayudará a erradicar el consumo de cocaína".
Castañeda habló para la agencia cubana Prensa Latina, pero el despacho, del 12 de este mes, fue mayormente pasado por alto en los medios locales.
Terapia psicológica
En líneas generales el programa requiere una semana para evaluar su dependencia y un internamiento mínimo inicial de tres meses, tras el cual se determinan las etapas de reciclaje necesarias, la más prolongada de las cuales puede llegar a un año.
El tratamiento está a cargo de psicólogos y psiquiatras y se cumple con sesiones de psicoterapia individual o de grupo. Los psicofármacos son usados excepcionalmente.
Las dos clínicas cubanas especializadas en rehabilitación de la drogadicción (y el alcoholismo) se llaman El Cocal y El Quinqué y están en la provincia de Holguín, sobre la costa norte y unos 700 km al este de La Habana.
Las dos cuentan con pileta de natación, gimnasio y salas para entretenimientos, como el billar y otros juegos sociales.
En el Hospital Psiquiátrico de La Habana, cerca del aeropuerto internacional José Martí, existe una sala, de capacidad menor, especializada en ese tratamiento.
Esta fue la clínica mencionada por el médico personal de Maradona como posible destino del ex futbolista.
Según las estadísticas del Ministerio de Salud Pública cubano, el índice de rehabilitación efectiva de los pacientes es de un 48 por ciento.
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