MIAMI. Enrique Serbeto, enviado especial. ABC, 12 de enero de 2000
Frente al número 2319 NW de la Segunda Calle en plena «Pequeña Habana» de Miami todo es un continuo desfile de coches de vecinos y simpatizantes que felicitan a voz en grito a los familiares de Elián por la «victoria» conseguida ante los tribunales.
Periodistas de todo el mundo montan guardia frente a la casa de Lázaro González, a pesar de que saben que a estas horas Elián está en clase en el colegio «Lincoln-Martí», que le ha dado una beca para que tenga garantizados los estudios hasta la
universidad.
Los ejemplares de la revista «Time», que le ha dedicado la portada del primer número del año 2000, corren de mano en mano por toda Miami, y no hay emisora de radio que hable de otra cosa que no sea la historia del «niño balsero» llegado a las costas de
Florida asido a un neumático que fue el único resto del naufragio en el que pereció su madre.
PATRULLAS DE VIGILANCIA
El portavoz de la familia González dice que las patrullas de vigilancia son para proteger a Elián de las amenazas de secuestro que dice haber recibido «de organizaciones posiblemente castristas». Pero en realidad los cubanos de Miami pretenden proteger al niño
sobre todo del Servicio de Inmigación y Naturalización (SIN).
Ayer por la tarde aún se esperaba la decisión de esta agencia federal, que antes de la sentencia de la juez Rosa Rodríguez concediendo la custodia temporal a su tío Lázaro había determinado que Elián debe ser deportado a Cuba antes del próximo
día 14. Las autoridades de inmigración, respaldadas abiertamente por el presidente Bill Clinton, analizaban ayer «qué impacto puede tener, si tiene alguno» esta intervención judicial.
Lázaro González decía ayer en la puerta de su casa que ya cree que es imposible que el niño regrese a Cuba, pero que si es el padre el que viene a buscarlo desde la isla, entonces «que sea lo que Dios quiera». Él y su hermano Delfín «El
Cangrejo», un pescador que vive en los cayos, conocieron a Elián el año pasado, cuando pudieron visitar Cuba como turistas y le llevaron regalos que el niño jamás había visto.
Hablan por teléfono con Juan Miguel González, el padre del niño, en Cárdenas y ahora en la casa de La Habana donde lo han trasladado, pero todo lo que cuentan es que tienen la impresión de que no puede expresarse libremente y que Elián no se impresiona
con las promesas que le hace para que vuelva a Cuba. «Este niño es un milagro. Ya ve cómo dice el pescador que lo encontró que lo estaban protegiendo unos delfines y no se merece volver a un país comunista sino vivir aquí, que es por lo que su madre sacrificó
su vida», dice el tío abuelo de Elián.
PRÁCTICA UNANIMIDAD
El periodista Armando Pérez Roura, que dirige una de las más influyentes emisoras de radio de Miami, es de los más realistas: «Creo que el tema no se ha acabado todavía, pero con esta sentencia estamos en buena posición», afirma en su despacho de «Radio
Mambi», mientras coordina una reunión con el alcalde para quejarse de los excesos de la policía en la represión de las manifestaciones de la semana pasada. El columnista del «Nuevo Herald» José Mármol culpa a los «eternos criptocomunistas
infiltrados en esta Administración» de sostener las tesis que apoyan el regreso a Cuba del huérfano para que sea su padre quien se haga cargo de él.
El único que se ha atrevido a contrariar publicamente esta posición ha sido Francisco «Pancho» Aruca, el dueño de una agencia especializada en viajes a Cuba que compra cada día una hora de emisión de radio para contar su particular visión de la
actualidad y que ayer afirmaba que, si hubiese un recurso, «la sentencia de la juez Rodríguez no duraba ni cinco minutos».
Es lo mismo que han dicho en La Habana, donde se ha proclamado que la decisión de conceder la tutela al tío abuelo es «ilegal y arbitraria» y se ha reiterado que el padre no viajará a Miami para defender sus derechos.
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