REPORTAJE "Living l'Havana"
Ferran Torrent
COLUMNA 96 PÁGINAS 1.350 PESETAS
Asusta pensar lo que los editores catalanes consideran un libro con posibilidades de éxito. Por ejemplo: "Alicia en el país de la televisió" de la periodista Eva Piquer, una novela sobre una adolescente que trabaja en un culebrón y descubre el amor, que
recuerda lo que Roscoe "Fatty" Arbuckle le dijo a Buster Keaton cuando éste decidió probar suerte en el cine: "nunca olvides que la mentalidad de la audiencia es la de un niño de doce años". Pues bien, la novelita de la Piquer, para un público
pongamos de catorce, se publica en la misma colección en la que aparecieron la versión catalana de la "Eneida" de Joan Bellès y "El canvi" del gran Miquel Bauçà.
Más ejemplos: el último Torrent. 91.000 espacios tipográficos (no más de 45 folios), 15 fotos de Jordi Segú, casi todas quemadas. Con el prólogo de Ramon Barnils, noventa páginas. Qué tontos y desganados, qué infantiles y
atolondrados nos deben ver los editores catalanes desde sus remodeladas sedes, sentados en las mesas de sus restaurantes favoritos. El talento de Torrent no se discute. Esta vez relata la historia de dos valencianos que se ganan cómodamente la vida con la naranja, y que cada tres meses viajan
a <Cuba> en busca de emociones fuertes. El reportaje se estructura en forma de diálogo, en el avión, animada con una botella de Cardhu. Una conversación casi siempre verosímil y fluida, y sólo al final atacada por el artificio literario (como si el autor
tuviera que preguntar rápidamente para poder explicar todo lo que queda). Torrent se mantiene a una prudente distancia, ya no es el chico del extrarradio, el Tigre de Sedaví, sino uno que ha triunfado y se permite despotricar de la mala calidad de los Montecristos del 4. Con dos
pinceladas certeras al principio y dos más al final, define la moral de la historia, que no tiene que ver nada con <Cuba> ni con La Habana. La generación que tiene cuarenta años, edificada en falsas realidades, ha tenido que reeducarse constantemente porque nada de lo
aprendido tenía valor pasado un tiempo. Detrás de un vividor -dice Torrent- hay casi siempre un hombre herido en sus sentimientos, que busca sanar la herida que él mismo se provocó. Aunque sea a base de cigarros puros, ron añejo y fantasías sexuales como "la
lavadora", el lengüetazo espiral con que el que las cubanas rebanan el oído a sus "papaítos". Un reportaje sobre el turismo sexual es una buena cosa. Puede revelar actitudes y proponerlas como sintomas. Escrita desde la perspectiva de un hacendado medio, valenciano
de pura cepa, mucho mejor, porqué está aquí mismo, nos toca. El resultado, por su brevedad, sabe a poco. Torrent hubiera podido confrontar la información, dar la palabra a los que están al otro lado, como sucede por ejemplo en "Karma Cola", el libro de
Gita Meh-ta sobre el peregrinaje hippie a India. O hacer un seguimiento más intensivo, acompañando a sus protagonistas en sus andanzas por <Cuba>. O quedarse en eso, una conversación en el vuelo que lleva hasta el paraíso de los desengañados y los vividores,
y que el reportaje fuera la pieza de un conglomerado, un libro sobre la felicidad humana, con distintos ambientes, personajes y situaciones. Tal como está es un librito, a decir verdad bastante recomendable, pero un librito. ¿Le hubiera interesado al editor un reportaje extenso,
documentado y crítico sobre el turismo sexual, a cargo de uno de los principales escritores catalanes, o le bastaba con la "gracieta" del ardiente valenciano en Cuba? |