Por Alberto Muller. Diario Las Américas. Edición del 28 de Febrero, 2000
La hora es inolvidable...unos minutos después de las tres de la tarde...hora frecuentemente cargada de dramatismo...el silencio, después de los disparos asesinos de los MIGS cubanos, fue abismal...la fecha es gloriosa...rememora un grito de libertad en el oriente de Cuba...hace más
un siglo...y el acto humanitario que realizaban las víctimas...es un clamor maravilloso a Dios por la dignidad del ser humano que huye despavorido de su suelo...lo demás, sólo sugiere un banquillo para los acusados.
El objetivo de sentar a Fidel Castro y su camarilla de verdugos en ese banquillo "cumplido el cuarto aniversario del horrendo crimen contra las indefensas avionetas de Hermanos al Rescate que sobrevolaban aguas internaciones en busca de balseros cubanos, aquel 24 de Febrero de 1996"
tiene que ser una meta jurídica de la historia reciente.
Un crimen de esta naturaleza ya no es un problema de partidos políticos, de banderías sectarias, de reclamos monetarios, ni siquiera de estilos en los rezos religiosos. Es simple y llanamente un CRIMEN.
Un CRIMEN en letras mayúsculas, que se convierte ipso-facto en un crimen de lesa humanidad...porque hiere a cualquier ser humano sobre el planete tierra...porque fue cometido impunemente en aguas internacionales...
Y también porque es un Crimen a la Patria que es de todos...que se prolonga en un quejido a la Patria maltratada...y lo peor, porque es un CRIMEN que desgarra a la Patria que agoniza...
No hay crimen más detestable que el que se comete contra hermanos o compatriotas. Por lo tanto cualquier pretexto para no apoyar una acción condenatoria coordinada y justa, es simplemente un acto más de cobardía o complicidad.
Toda la investigación acumulada sobre el derribamiento de las avionetas desarmadas sobre aguas internacionales indica la premeditación y la alevosía del crimen por parte del gobierno comunista de La Habana. Y este Crimen salvaje, sin precedentes jurídicos en la
historia reciente, no debe quedar impune.
Resulta positivo que los familiares de las víctimas hayan llevado el caso a una corte civil, bajo el amparo de la Ley Anti-Terrorista de los Estados Unidos. Y que la corte federal haya decidido a su favor una compensación de 186.5 millones de dólares. Pero esto no es
suficiente.
Y nos parece un contrasentido, que un crimen de esta naturaleza soez que ofende el derecho de toda la humanidad por haber sido ejecutado en aguas que son de todos, no siente al culpable en el banquillo de los acusados.
Por tal razón, el Crimen, desencadenado en esta ocasión por una orden dada directamente por el dictador Fidel Castro, merece un castigo ejemplarizante en todas las instancias jurídicas posibles a nivel universal.
Y hay unas cuantas instancias, como: la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas; la
Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos; el Tribunal Internacional de La Haya; o un Tribunal Internacional de Notables que lo integren prestigiosos magistrados, escritores y políticos de todo el mundo, que pudiera dar curso a una condena
universal que fundamente e impulse a las otras instancias a condenas similares.
En los respiros prolegómicos del Siglo XXI la temática de los Derechos Humanos y de la Justicia son causas que conforman el corazón y las esperanzas de la comunidad internacional.
En un mundo que se abre a la comunicación electrónica, a la discusión abierta de las ideas y a la espiritualidad entrelazada a nivel universal para contrarrestar los peligros de los materialismos impositivos y aniquilantes del ser humano, no puede permitirse un Crimen como
este que denunciamos.
La hora es inolvidable...lo demás, sólo sugiere un banquillo para los acusados que tienen nombre y apellidos. |